El papa Francisco estará hoy en Holguín, uno de los centros más antiguos del cristianismo en Cuba y ciudad natal de los hermanos Fidel y Raúl Castro.

Esta ciudad, en el sureste de la isla, es célebre en Cuba por su emblemática cruz de cinco metros construida en 1790 en lo alto de una colina.

El Papa rezará en ese sitio simbólico llamado «la Loma de la Cruz», y desde ahí bendecirá la cuarta ciudad del país, que acoge por primera vez a un pontífice.

La provincia agrícola de la que Holguín es capital es también la región en la que Cristóbal Colón desembarcó en 1492.

Fue en esta bahía donde supuestamente apareció, en 1612, la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre, hoy patrona de Cuba, cuyo santuario se encuentra en la vecina ciudad de Santiago.

Francisco celebrará en la mañana una misa al aire libre en la plaza de la Revolución Calixto García, donde se espera la asistencia de unas 150.000 personas.

A continuación se dirigirá a Santiago de Cuba, el gran puerto del este, conocida en la épica revolucionaria cubana como la «ciudad heroica», porque Fidel Castro anunció allí públicamente el 1º de enero de 1959 el triunfo de la revolución.

El pontífice llega a Santiago por la tarde para reunirse con los obispos en el santuario de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, muy venerada incluso más allá de los católicos.

 Dos ciudades en un día 

Visiblemente cansado, con el rostro enrojecido por efecto del calor húmedo, Francisco multiplicó el domingo en La Habana los encuentros con los fieles, los religiosos, los jóvenes, el presidente Raúl Castro y su hermano mayor Fidel.

La reunión con el líder de la revolución, que condujo el país durante medio siglo (1959-2008), fue discreta, como la que sostuvo con él Benedicto XVI en 2012. Se trató de «un encuentro muy familiar, muy informal» sobre temas mundiales, en especial sobre medio ambiente.

El Papa conversó con Fidel, quien fue a su vez alumno de jesuitas. Aunque estableció un gobierno ateo desde la proclamación de la revolución hasta 1992, el líder cubano se ha mostrado interesado por el enfoque de la Iglesia sobre los problemas globales.

Francisco le obsequió varios libros religiosos, y Fidel le regaló a cambio un libro de entrevistas con el teólogo de la liberación brasileño Frei Betto, «Fidel y la religión».

Por la noche, con aspecto agotado, Francisco habló más brevemente que de costumbre con los jóvenes cubanos reunidos ante la catedral, animándolos a seguir «soñando» y a no perder «la cultura del encuentro», que une a las personas «a pesar de sus diferencias».

Previamente, ante los religiosos cubanos, con expresión seria e irritada, lanzó una acusación de una vehemencia particular contra una iglesia mundana y exaltó la pobreza y la misericordia.

En su discurso, el Papa subrayó que «el servicio» a los otros no debe ser «jamás ideológico», en lo que pareció una crítica velada al gobierno comunista.

Francisco insistió en el compromiso de los católicos hacia los más vulnerables de la sociedad. Durante la misa, tres disidentes que habían intentado acercarse a él fueron detenidos por la policía.

Algunos sectores de la oposición se quejan de que la reconciliación entre el gobierno comunista y la Iglesia se hace a sus costas. Y critican que el Papa, como ocurrió con Benedicto XVI antes, no accediera a reunirse con una delegación de disidentes.

El portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, confió la noche del domingo a los periodistas que la Santa Sede estableció contacto con algunos disidentes, pero que el encuentro no había podido concretarse.

El Papa dejará este martes Santiago de Cuba después de una misa final en la Plaza de la Revolución, para dirigirse a Estados Unidos.

Allí le esperan importantes citas en el Congreso, la Casa Blanca y las Naciones Unidas, antes de terminar la gira con un Encuentro Mundial de las Familias en Filadelfia.