El nuevo presidente de Sri Lanka, Ranil Wickremesinghe, instó a los legisladores de todos los partidos a unirse a un Gobierno de unidad para impulsar la economía, en bancarrota en la actualidad, mediante importantes reformas, informó hoy la Presidencia.

Ante monjes influyentes en el Templo del Diente en Kandy, uno de los santuarios más sagrados del budismo, el presidente declaró ayer que deseaba «comenzar un nuevo viaje», precisó su oficina en un comunicado.

«Me gustaría emprender este camino y formar un Gobierno que reúna a todos los partidos» del Parlamento, una necesidad para aprobar «reformas dolorosas», dijo Wickremesinghe, informó la agencia de noticias AFP.

Ayer, el presidente escribió a todos los diputados del Parlamento para pedirles que se unieran a un Gobierno de unidad y reveló que la economía seguirá cayendo este año con una contracción del 7%, pero que esperaba una recuperación en 2023.

También aseguró que trabaja para «restablecer la economía».

“Es una tarea difícil. Pero si no lo hacemos ahora, lo será más. Tenemos que preguntarnos si debemos tratar de curar al paciente dándole medicamentos o si debemos dejarlo morir sin darle fármacos», prosiguió.

La inflación, que está en la actualidad en el 60,8%, podría aumentar todavía más, advirtió.

El país se enfrenta a una crisis histórica, tras sufrir desde hace meses una escasez de alimentos, combustible, materias primas y medicamentos, debido a la falta de divisas extranjeras necesarias para financiar las importaciones.

Sri Lanka entabló conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para un posible rescate, pero los responsables creen que podría llevar meses para que se materialice el acuerdo.

La nación insular dejó de pagar en abril su deuda externa de 51.000 millones de dólares y a principios de julio las enormes protestas de la población provocaron la salida del presidente Rajapaksa.

El presidente depuesto huyó a Maldivas, antes de refugiarse el 14 de julio en Singapur, desde donde presentó su dimisión.

A pesar de la renuncia, todavía quedan focos de manifestaciones. El miércoles pasado, la Policía arrestó a dos activistas del movimiento de protesta que desencadenó la caída de Rajapaksa y el Parlamento ratificó el estado de emergencia declarado hace dos semanas para controlar las movilizaciones.

Según el Programa Mundial de Alimentos, casi una cuarta parte de los 22 millones de habitantes de la isla necesitan ayuda alimentaria, y más de cinco de cada seis familias no tienen comida suficiente o compran alimentos deficientes.