Por Carlos Duclos (Enviado especial)

Todo está preparado en Mónaco para vibrar con los motores de los autos de la Fórmula 1. Las gradas o tribunas están armadas, los baños químicos están listos para ser habilitados y los guardarails y alambradas circundan el tradicional circuito callejero del Principado que es testigo de esta competencia, que atrae la atención de millones de personas en el mundo, desde la década del 20 del siglo pasado.

En Mónaco sólo se conoce lujo, glamour y oro y por eso no asombra observar en la puerta del casino de Montecarlo un Rolls Royce descapotable con chapa patente de Dubai, o un deportivo Lamborghini u otros autos de alta gama que sólo pueden conducir unos pocos magnates del mundo. Los bellos y modernos yates anclados en las radas del puerto VIP del Principado, por otra parte, difícilmente puedan ser observados en otras partes del mundo.

Sin embargo, Mónaco es una excepción insolente en medio de una Europa cuya mayoría de sus habitantes están preocupados por la vida que tuvieron en otras épocas y ya no tienen. Hoy mismo en Francia hay una jornada de huelgas y protestas que afecta al turismo. “Hay mucho enfado aquí”, dice la recepcionista de un hotel de Niza. El enfado es evidente y se trasluce en el paro de trenes y otras formas de transporte que no sólo afecta a los franceses, sino especialmente a los turistas que han tenido problemas para seguir el curso de sus itinerarios. Algunos de ellos recurren a las embajadas de sus países para lograr alguna asistencia.

Europa no está bien, y esto lo dice una fuente de información que es infalible en todo el mundo: un taxista. Ellos con frecuencia suelen contar sin tapujos aquello que la estructura del poder oculta. Es impensado y sólo creíble en Argentina, pero no es así: un ingeniero en Barcelona conduce un taxi “porque con mi profesión -dice- gano un sueldo de 1.800 dólares y manejando un taxi de mi propiedad gano mucho más”.

Pero eso no es todo. El ingeniero, devenido taxista, cuenta algo que apena a cualquier ser humano: “Aquí hay muchos suicidios, son mayores las muertes por suicidios que por accidentes de tránsito”, dice entre consternado y enfático. ¿Por qué?, es la pregunta obligada. “Pues porque la gente estaba acostumbrada a otro tipo de vida -responde- y no está preparada para la adversidad. Muchas familias se disuelven y algunos de sus integrantes terminan suicidándose. Esto los funcionarios y los medios lo callan, porque es perjudicial para la imagen de los países, en este caso España”.

Mientras tanto, en ese mundo aparte que es Mónaco y que con su lujo aparece como el paradigma de la injusta distribución de la riqueza en el mundo, la atención está puesta en el Grand Prix de Mónaco que se correrá el domingo 29 de este mes. Todo está preparado para la largada, mientras otros en Europa y en todo el mundo han sido largados al abismo de la vida.

Los franceses, por otra parte, han amanecido preocupados porque un avión de la línea aérea egipcia se estrelló esta madrugada muriendo 66 pasajeros franceses y egipcios. La aeronave partió del aeropuerto de París con destino a El Cairo. Las causas no han sido determinadas, pero hay quienes piensan en un atentado terrorista.