El líder opositor ruso Alexey Navalny comparecía hoy ante un tribunal de Moscú por haber violado el control judicial en un caso que podría acarrearle varios años de prisión, a pesar de las presiones de Occidente y masivas marchas a su favor en Rusia.

La audiencia se inició con casi media hora de retraso y en medio de fuertes medidas de seguridad implementadas ante una manifestación que se desarrolla en las afueras del tribunal, por la que ya fueron arrestadas cerca de 300 personas, según cifras reveladas por la Ong OVD-Info.

«Lo más importante en este juicio es asustar a un enorme número de personas. Encarcelan a una de ellas para asustar a millones», dijo el opositor ante el tribunal donde está acompañado por su esposa Yulia.

Al líder opositor, de 44 años, que vestía una camisa azul oscuro, se le vio sereno en la «pecera» o cubículo acristalado situado a la derecha de la mesa de los jueces, informó la agencia de noticias AFP.

La audiencia tiene lugar tras dos fines de semanas de manifestaciones de apoyo al opositor en toda Rusia que se saldaron con miles de detenciones.

Activista anticorrupción y férreo crítico del Kremlin, Navalny fue encarcelado a su regreso a Rusia el 17 de enero, tras una convalecencia de varios meses en Alemania por un envenenamiento del que acusa al presidente Vladimir Putin.

«Hemos demostrado y probado que Putin, a través del Servicio Federal de Seguridad (FSB, antiguo KGB), cometió este intento de asesinato, y no soy su única [víctima]. Muchos lo saben ahora, otros lo sabrán, y eso vuelve loco a este pequeño hombre en su búnker», dijo hoy Navalny.

Putin y el Kremlin niegan las acusaciones y afirman que el dirigente tiene vínculos con servicios secretos extranjeros que buscan desestabilizar el país.

Su arresto provocó nuevas tensiones entre Rusia y Occidente.

El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, tiene previsto viajar a Moscú el próximo viernes.

Todo apunta a un posible encarcelamiento de Navalny luego que ayer la Fiscalía consideró «legal y justificada» la demanda de los servicios penitenciarios (FSIN), que exigen que vuelva a prisión.

El motivo del arresto es la violación, con motivo de su estadía en Alemania, de las condiciones de una pena de prisión condicional de tres años y medio que ahora podría convertirse en condena firme.

Navalny cumplió parte de la condena bajo arresto domiciliario, pero se expone a unos dos años y medio de cárcel.

El opositor es objeto de múltiples procedimientos judiciales.

El viernes comparecerá por «difamación» contra un veterano de guerra por haber criticado una campaña publicitaria a favor del Kremlin en la que aparecía, una causa por la que arriesga a sanciones que van desde una multa a cinco años de prisión.

También está acusado en una investigación por fraude, un delito que se castiga con hasta diez años de detención, por haber malversado, según las autoridades, donaciones dirigidas a su organización, el Fondo de Lucha contra la Corrupción (FBK).

Desde su regreso, la Justicia rusa multiplicó las acciones contra Navalny y sus aliados políticos, varios de los cuales están bajo arresto domiciliario, encarcelados o procesados desde hace unas semanas.

Algunos se enfrentan a penas de prisión por haber violado las «normas sanitarias» contra el coronavirus organizando manifestaciones, mientras que a otros se les acusa de haber incitado a los menores a participar en concentraciones prohibidas.

El opositor logró movilizar a sus partidarios con dos fines de semana consecutivos de manifestaciones, especialmente en regiones rusas tradicionalmente más apáticas que Moscú o San Petersburgo.

La respuesta policial fue masiva: el domingo hubo más de 5.400 arrestos en todo el país, un récord en la historia reciente de Rusia, según OVD-Info.