Asaltos a mano armada en las inmediaciones del Sambódromo incluso contra estrellas de telenovela, robos masivos en la turística zona de Ipanema. El carnaval de Rio de Janeiro fue una fiesta, pero también tuvo episodios «inadmisibles e inaceptables», según el ministro de Defensa de Brasil.

«Es muy claro para nosotros que la situación de Rio durante el carnaval fue lamentable. Nuevas medidas deberán venir», dijo el ministro Raul Jungmann después de reunirse el miércoles en la noche con el presidente Michel Temer.

Antes del carnaval, la policía de Rio anunció que los efectivos movilizados para esa multitudinaria fiesta -que empezó el viernes pasado y se extendió hasta el miércoles- llegarían a 17.000 agentes, un 43% más que el año pasado.

Pero las patrullas fueron raras de ver en algunas zonas los primeros días del carnaval, que este año atrajo a 1,5 millones de turistas brasileños y extranjeros.

Los robos se multiplicaron, sobre todo en los barrios turísticos, cerca de las famosas playas de Copacabana e Ipanema. Las televisiones brasileñas mostraron imágenes impactantes de grupos de jóvenes haciendo «arrastrones», robos en banda en los que los ladrones hacen una especie de barrido y se llevan todo lo que encuentran a su paso.

El martes, más de 100 personas, que participaban en una agresiva procesión tradicional (los bate-bola), vestidas de payasos, fueron detenidas, acusadas de robos colectivos.

Juliana Paes, una famosa actriz de telenovela, fue víctima de un robo a mano armada el lunes en la noche, cuando iba en un minibus a una de las salas VIP del Sambódromo, donde se producían los espectaculares desfiles de las escuelas de samba.

La noche anterior, Paes había sido la reina de la batería, la bailarina principal, en el desfile de Grande Rio. Otro destacado participante de los desfiles, el conocido sambista Moacyr Luz, también fue asaltado cuando llegaba al Sambódromo el domingo, siendo despojado incluso de su disfraz.

El gobernador del estado de Rio, Luiz Fernando Pezao, hizo su mea culpa. «No estábamos preparados. Hubo una falla en los dos primeros días y después reforzamos el patrullaje. Pero creo que cometimos un error», dijo Pezao el miércoles en una entrevista con TV Globo.

A pesar de los refuerzos, «las escenas fueron inadmisibles e inaceptables», dijo el ministro de Defensa. Por decisión del presidente Temer «debemos pensar cómo ampliar la ayuda que estábamos dando» al estado de Rio, añadió.

Un año y medio después de los Juegos Olímpicos, Rio de Janeiro se encuentra inmersa en una grave ola de violencia con robos y tiroteos que aterrorizan cotidianamente a la población, sobre todo en las empobrecidas favelas, donde la policía y las bandas de traficantes libran una verdadera guerra.

Ante la incapacidad de la policía de controlar la situación, el gobierno federal envió en julio 8.500 militares al estado, sin efectos visibles hasta ahora.