«Fuera Temer» es la única consigna política que se escucha en los estadios de los Juegos Olímpicos y las calles de Brasil en el álgido momento político del gigante sudamericano, pero estos chispazos de resistencia de quienes denuncian un «golpe» no parecen afectar el apoyo en el Senado para confirmar al interino y destituir a partir de la semana que viene a Dilma Rousseff.

El escenario político tendrá mañana una jornada de protestas de seis centrales sindicales en las grandes ciudades de Brasil contra las iniciativas del gobierno de Michel Temer de flexibilizar la ley laboral que rige desde 1943 y modificar el sistema jubilatorio.

A diez días del inicio de la última sesión que puede sellar la continuidad del interino Michel Temer y destituir del cargo a la presidenta suspendida, Dilma Rousseff, los movimientos sociales y sindicales han tenido visibilidad apenas el 5 de agosto, día de la apertura de los Juegos Olímpicos, pero no han podido torcer el rumbo de la votación clave en el Senado.

Un juez de Río de Janeiro resolvió en forma cautelar prohibir el veto a las protestas políticas en los estadios de los Juegos Olímpicos que había determinado el gobierno interino y el comité organizador en los primeros cuatro días del certamen.

A partir de allí, escenarios de fútbol femenino y masculino como San Pablo y Belo Horizonte mostraron banderas y la multitud cantó «Fuera Temer» y «No al Golpe», tal como ocurrió el día de la apertura en Copacabana.

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Sin embargo, es un silencio a voces que se ha aceptado que la condena a Rousseff por delitos contables en el presupuesto de 2015 es un hecho concreto, salvo imponderables de último momento, ya que quienes quieren retirarla del cargo superan la cifra de 54 votos (dos tercios) necesarios en la cámara alta.

La aprobación de la acusación contra Rousseff fue votada por 59 votos contra 21 la semana pasada, además de las diferencias entre la mandataria suspendida y el Partido de los Trabajadores sobre la posible convocatoria a un plebiscito por nuevas elecciones, a lo que se resiste el titular de la fuerza, Rui Falcao, que pugna por finalizar el mandato.

En las calles, las centrales sindicales buscan su propia agenda contra los proyectos presentados por Temer ante el Congreso.

«Los empresarios financiaron el golpe de Estado y ahora están pasando la factura. No vamos a pagar el pato. Es es uno de los pasos iniciales para una huelga general», dijo el titular de la Central Única de Trabajadores (CUT), Vagner Freitas, aliado de Luiz Inácio Lula da Silva y de Rousseff.

Incluso, la central Fuerza Sindical, cuyo titular, Paulo Pereira, del partido Solidaridad, trabajó para el juicio político de Rousseff y es aliado de Temer, apoya la movilización contra la reforma laboral y jubilatoria.

Las principales protestas serán en Rìo de Janeiro, en el Boulevard Olímpico, y en San Pablo, frente a la sede de la patronal sindical Fiesp, en la Avenida Paulista, donde se concentran habitualmente los manifestantes a favor del juicio político contra Rousseff.

Las últimas movilizaciones «contra el golpe» en 16 ciudades ocurrieron el martes pasado, en la vigilia de la votación del Senado que empujó a Rousseff a ser la primera presidenta destituida tras el proceso de juicio político, a diferencia de 1992, cuando Fernando Collor de Mello renunció antes del fin de los trámites.

Las manifestaciones de Fuera Temer comenzaron a viralizarse de las tribunas y plateas de los estadios de Río 2016 en las redes sociales, ya que las transmisiones de los eventos deportivos no las reflejan en sus emisiones.

Incluso causó bastante polémica un video grabado en el estadio Mineirao, antes del partido Brasil-Australia del fútbol femenino olímpico, donde se muestra a un jefe de seguridad diciendo a espectadores con un cartel contra Temer que la protesta estaba liberada contra los políticos, aunque no contra la cadena Globo, detentora de los derechos de transmisión.

Luego del abucheo recibido por Temer en la apertura de los Juegos Olímpicos en el estadio Maracaná, sus asesores evalúan que no participe del cierre para evitar problemas ante la votación que lo pondría en el gobierno hasta el 31 de diciembre de 2018, según dijeron fuentes gubernamentales del Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB).

Para algunos analistas, las manifestaciones poco pueden hacer ante un Congreso dominado por Temer y sus nuevos aliados, el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del canciller José Serra y Demócratas (Dem) del ministro de Educación, Mendonça Filho.

«La resistencia estética, tan bella y necesaria, corre el riesgo de vaciarse de sentido, ya que ameniza la culpa de la clase media que a esta altura está disfrutando de los Juegos Olímpicos. No hay problema en divertirse y protestar, pero es un problema cuando se convierte en la única forma de resistencia ante una votación que sólo se revertirá si el mundo se viene abajo», advirtió la analista Rosana Pinheiro Machado, de la revista Carta Capital, profesora de Desarrollo Internacional en la Universidad de Oxford.

Por otro lado, senadores que están siendo llamados golpistas, como Cristovam Buarque, aclaran que el ‘sí’ al impeachment no es una carta blanca para Temer.

Según dijo Buarque hoy ante la asociación comercial de San Pablo, el juicio político «es una violencia dentro de la Constitución que está siendo necesaria para dar vuelta la página de la crisis».