MIéRCOLES, 27 DE NOV

El esposo de la Infanta Cristina de España quedó preso por corrupción

Iñaki Urdangarin está casado con la hija de quien fuera rey de España, Juan Carlos I y fue basketbolista un basketbolista de élite del Barcelona y de la selección española.

Llegó a ser «el yerno ideal» del rey Juan Carlos I, pero desde este lunes, el ex jugador olímpico de basketbol Iñaki Urdangarin, casado desde 1997 con la infanta Cristina, se encuentra en prisión por corrupción.

Seis años y medio después de su imputación y con otro rey en el trono, su cuñado Felipe VI, el ex duque de Palma entró discretamente en la cárcel de Brieva, un pueblo a unos 100 km de Madrid, para empezar a cumplir su pena de 5 años y 10 meses de prisión.

Su delito: malversar varios millones de euros de dinero público a través de la fundación Nóos que presidía y que puso en serios aprietos a la Corona.

Durante 14 años fue miembro de pleno derecho de la familia real: desde el 4 de octubre de 1997, la fecha de su suntuosa boda con Cristina de Borbón, hasta el 12 de diciembre de 2011, cuando fue declarado persona non grata por la Casa Real y apartado de los actos oficiales por su conducta «poco ejemplar».

Cuatro años después, su joven cuñado, convertido en el rey Felipe VI, le retiraría el título de duque de Palma, otorgado el día de su matrimonio.

Deportista de éxito

Nacido el 15 de enero de 1968 en la pequeña localidad vasca de Zumárraga, Iñaki es el penúltimo de siete hermanos y hermanas de una familia discreta y apreciada.

De madre belga y padre español, un ingeniero de la industria química y miembro del Partido Nacionalista Vasco fallecido en 2012, Iñaki pasó su infancia en Barcelona, donde se convirtió en deportista de alto nivel.

Con sus 1,98 metros de estatura, se convirtió en capitán del FC Barcelona de basketbol y de la selección española, con la que conquistó dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 y de Sídney 2000.

En 1997, cuando se anunció por sorpresa su boda con Cristina, el titular del diario El País resumió así la percepción que de él se tenía: «El chico perfecto».

Al lado de la radiante princesa, el elegante marido de 29 años conservaba todavía un aire juvenil. En la catedral de Barcelona, junto a la flor y nata de la aristocracia internacional, le guiña el ojo a Felipe, 15 días más joven que él.

Golden boy

Don Juan Carlos se entiende bien con su yerno y lo convierte en su golden boy, asegura Ana Romero, autora de un libro sobre el fin del reinado del monarca emérito y de otro sobre los primeros años del actual rey.

También la reina Sofía lo aprecia: Iñaki «es buenísimo; un hombre atento, cortés, bien educado», le confía a Pilar Urbano, periodista experta en la familia real.

Sin embargo, todo cambia durante su formación en la prestigiosa escuela de negocios ESADE de Barcelona, donde conoce al profesor Diego Torres, su futuro socio de negocios para lo bueno y para lo malo.

En el juicio, ambos fueron condenados por malversar seis millones de euros a través del Instituto Nóos, una fundación sin ánimo de lucro presidida por Urdangarin, que firmó desproporcionados contratos con administraciones públicas y desvió sus ganancias a través de sociedades pantalla.

Muestra del nuevo tren de vida de la pareja formada con la infanta, en 2004 se compraron un palacete en Barcelona por seis millones de euros, que luego tuvieron que vender para pagar su fianza judicial.

Cuando el escándalo se empezaba a cocer, aún sin estallar definitivamente, la multinacional española Telefónica contrató oportunamente a Urdangarin, y en 2009 lo trasladó a Washington a petición de Juan Carlos I.

La pregunta que se hacía el país era: ¿por qué un hombre que lo tenía todo se aventuró en esos turbios negocios? «Algunos dicen que él no quería ser un muñeco», y que quiso «ganar mucho dinero, tener mucho éxito, demostrar a la familia real que era un tipo bien», agrega Romero.

No obstante, también hay otras teorías: «Un tipo muy inocente, ligero, con una inteligencia limitada que cayó en manos de un tipo sin escrúpulos» o simplemente un «codicioso, un avaricioso».

Después de que el Tribunal Supremo confirmara su condena en segunda instancia, se especulaba con la posibilidad de que intentara eludir la prisión recurriendo al Tribunal Constitucional.

Pero las expectativas eran bajas dada su posición. Si no hubiera entrado, la reacción hubiera sido «muy desfavorable y muy negativa para la Corona, porque la gente diría que no va por ser el cuñado del Rey», dijo Ana Romero.

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