El presidente Jair Bolsonaro anunció esta noche que el cardiólogo Marcelo Queiroga será su nuevo ministro de Salud en reemplazo del general Eduardo Pazuello, en el marco del peor momento de la pandemia en Brasil, el país golpeado por la segunda ola del virus, hospitales colapsados.

Con un promedio diario de 1841 muertes en los últimos 7 días, Brasil es el epicentro de la pandemia, con cuarentenas en todos los estados y colapsos hospitalarios en varias regiones, sobre todo en la región sur y en la frontera con Argentina.

Se trata del cuarto ministro de Salud de Bolsonaro desde que se inició la pandemia en Brasil, el 26 de febrero de 2020.

Pazuello, general en actividad del Ejército, había anticipado hoy que preparaba una transición para pasar el mando a su sucesor.

Según Bolsonaro, «a partir de ahora vamos a partir en forma más agresiva contra el virus”, aunque la semana pasada trató como un «capricho» y «cobardía» las acciones para frenar los contagios masivos.

Queiroga fue designado luego de que se negara a asumir el cargo de ministra la cardióloga Ludhmila Hajjar, quien defendía las cuarentenas y el uso de barbijo y fue amenazada de muerte antes de responder si aceptaba o no el cargo por extremistas anticuarentenas.

Pazuello dejará el ministerio que asumió el 15 de mayo en el lugar del oncólogo Nelson Teich, quien a su vez había reemplazado al primer titular de la cartera, Luiz Henrique Mandetta.

Este lunes Brasil anotó 1057 muertes en 24 horas y elevó la cifra de muertos a 279.286, con más de 11,5 millones de contagiados. ​

El interrogante es si Queiroga aceptará el bolsonarismo como forma de encarar la pandemia, teniendo como argumento que las cuarentenas de los gobernadores causan la crisis de empleo en el país.

El colapso sanitario en Brasil se transformó hoy en una gigantesca crisis política, con la decisión del presidente Jair Bolsonaro, presionado por sus aliados, de cambiar al ministro de Salud.

Antes de saberse el nombre su sucesor, el general Pazuello anunció la firma de un contrato de 100 millones de vacunas Pfizer y 38 millones de Janssen, para que a fin de año Brasil tenga 561 millones de dosis, con toda la población vacunada.

El cambio de ministros fue acelerado la pasada semana por Arthur Lira, presidente de la Cámara de Diputados y garante de la mayoría oficialista en el Congreso.

Pero desde la reaparición en el escenario del opositor Luiz Inácio Lula da SIlva como posible candidato en 2022 tras la anulación de sus condenas, los aliados de centroderecha, le acercaron nombres para pegar un volantazo científico en su gestión.

Hajjar, cardióloga responsable en un hospital privado de San Pablo, anunció que rechazó asumir el Ministerio de Salud por tener una visión científica diferente al presidente, con quien estuvo reunida domingo y este lunes.

Crítica de la política del presidente, Hajjar denunció amenazas de muerte por parte de extremistas para que no se hiciera cargo de la cartera sanitaria.

«Debo confesar que me asusté, no tengo miedo; intentaron entrar dos veces a mi cuarto de hotel, publicaron el teléfono de celular en grupos de Whatsapp, recibí toda la noche amenazas de muertes; no tengo miedo pero realmente me asusté», afirmó Hajjar luego de mantener la segunda reunión con Bolsonaro en la casa de gobierno.

La cardióloga dijo que Bolsonaro estaba preocupado con la economía y que quería «soluciones en la salud» buscando un sucesor a Pazuello.

A la doctora Hajjar, según reveló el sitio Poder 360, la entrevistó el diputado Eduardo Bolsonaro delante de su padre e incluso le pidió posición sobre aborto y libertad de armar a la población.

Según esta fuente, Bolsonaro le objetó el confinamiento en el noreste porque eso le haría perder la reelección en 2022.

«Estoy a disposición de mi país y no quiero politizar la salvación de vidas», afirmó la médica , conocida por criticar al gobierno por la gestión sanitaria.

Hajjar se reunió ayer con Bolsonaro, se quedó a dormir en un hotel de Brasilia y hoy volvió a tener un encuentro con el mandatario, en el cual rechazó la oferta de ocupar la cartera sanitaria.

Extremistas bolsonaristas marcharon el domingo contra las cuarentenas y la vacunación contra el coronavirus, en medio de la segunda ola de la pandemia con un promedio superior de 1.800 muertos por día.

El estado San Pablo, el más afectado, hoy inició dos semanas de fase de emergencia con toque de queda nocturno y sin comercios ni oficinas funcionando y tiene más de 10 hospitales con 100% de ocupación.

Además, está montando 12 hospitales de campaña. Exaliado de Bolsonaro, el gobernador paulista, Joao Doria, llamó al presidente «genocida».

Esta misma calificación se la hizo el youtuber e influenciador más famoso de Brasil, Felipe Neto, quien recibió una intimación de un comisario de la policía de Río de Janeiro presuntamente aliado a la familia presidencial para responder por haber violado la Ley de Seguridad Nacional.

Todo en un día donde el sitio UOL reveló que en poder de la fiscalía de Río de Janeiro aparece una red de empleados ñoquis de Bolsonaro cuando era diputado, hasta 2018, que desviaban su sueldo supuestamente para recaudación de la familia presidencial.

En una red con sus hijos parlamentarios, según la investigación, este dinero convivía con personajes vinculados a los paramilitares de Río de Janeiro, que controlan barrios, comunidades y le disputan poder y negocios al narcotráfico.

Su salida anunciada llevó a Pazuello, el único general en actividad de la primera línea del Gobierno, a negar responsabilidades en la muerte por asfixia por falta de oxígeno de pacientes de Manaos, Amazonas, a mediados de enero.

Frenar una comisión parlamentaria para investigar si Pazuello fue omiso sobre los alertas de falta de oxígeno parece ser el precio por dejarle el cargo al «Centrao», el grupo legislativo que ahora apoya a Bolsonaro pero cada vez más le pone condiciones para entre otras cosas, cajonear los más de 50 pedidos de juicio político.

En la frontera con la Argentina a la altura de Puerto Iguazú, los hospitales del estado Paraná lanzaron alertas no solo por el colapso que tienen sino porque no hay previsión de planificar la entrega de oxígeno para mantener con vida a los pacientes.