Una emisión en directo de la cadena de televisión ecuatoriana TC fue interrumpida el martes por personas encapuchadas y armadas. Más tarde se vio a algunos de los encapuchados salir de un estudio de grabación con parte del personal. Luego, la Policía informó la captura de algunos de los miembros de la banda.

 

La señal en directo, que finalmente se cortó, mostraba al personal acurrucado en el suelo de los estudios de TC en Guayaquil, mientras figuras armadas hacían gestos a la cámara.

El incidente se produjo en medio de los secuestros de al menos siete policías y una serie de explosiones, un día después de que el presidente Daniel Noboa declaró el estado de excepción en el país.

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Ante este y otros hechos, el presidente de Ecuador declaró al país en estado de «conflicto armado interno» y ordena a las Fuerzas Armadas «ejecutar operaciones militares para neutralizar» el accionar de una veintena de bandas criminales, en medio de una nueva ola de violencia en las principales ciudades del país.

 

Ola de violencia

El país transita momentos de extrema violencia desde hace varios meses, y que se cobraron la vida de dirigentes políticos, entre ellos el candidato presidencial Fernando Villavicencio en agosto pasado. Semanas después, un concejal del municipio ecuatoriano de Durán fue secuestrado y asesinado. Así como otros ataques a postulantes y dirigentes marcaron el tono de la campaña presidencial.

El ex presidente Guillermo había decidido disolver la Asamblea Nacional y llamar a elecciones anticipadas para evitar un juicio político por corrupción. Ante esto, los ataques a dirigentes se recrudecieron durante la campaña presidencial.

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Ahora, el actual mandatario ecuatoriano Daniel Noboa declaró el lunes el estado de emergencia durante 60 días -una herramienta utilizada por su predecesor con escaso éxito-, habilitando patrullas militares, incluso en las prisiones, y estableciendo un toque de queda nocturno nacional.

La medida fue una respuesta a la aparente fuga de Adolfo Macías, líder de la banda criminal Los Choneros, de la prisión donde cumplía una condena de 34 años, y a otros incidentes carcelarios recientes, como la toma de guardias como rehenes.

La situación se recrudece en las cárceles ecuatorianas, donde cuatro policías fueron secuestrados por bandas criminales en un penal de Quito.