«¡Fidel Castro ha muerto!», celebró Donald Trump en una primera y breve reacción matutina. Después, emitió un comunicado en el que calificó al líder cubano de «brutal dictador», que dejó un legado compuesto «de pelotones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza y negación de derechos humanos».

En medio de la incógnita sobre cuál será su política hacia Cuba tras la apertura iniciada por Obama, el presidente electo de EEUU aseguró que su gobierno trabajará para que el pueblo cubano tenga «prosperidad y libertad». 

«Aunque las tragedias, muertes y dolor causados por Fidel Castro no se pueden borrar, nuestra administración hará todo lo que pueda para asegurar que el pueblo cubano pueda finalmente iniciar su viaje hacia la prosperidad y la libertad», manifestó.

«Aunque Cuba sigue siendo una isla totalitaria, tengo esperanza de que el día de hoy marque un alejamiento de los horrores soportados durante mucho tiempo y hacia un futuro en el que el pueblo cubano pueda finalmente vivir en la libertad que tan profusamente se merece», añadió.

 

Obama, con tono conciliador

La reacción de Obama desde la Casa Blanca estuvo muy lejos de la de Trump. Ofreció la amistad de su país a Cuba y se abstuvo de juzgar al líder cubano a menos de dos meses de dejar la presidencia desde la que impulsó el deshielo con Cuba y condujo junto a Raúl Castro al restablecimiento de relaciones entre los dos países tras más de 50 años. 

«La Historia registrará y juzgará el enorme impacto de su figura singular en el pueblo y en el mundo a su alrededor», señaló sobre Fidel Castro en un comunicado.
«En los próximos días recordará el pasado y mirará al futuro. Mientras lo hace, el pueblo cubano debe saber que tiene un amigo y un socio en Estados Unidos», agregó.

«Durante mi presidencia, trabajamos duro para dejar el pasado detrás de nosotros, persiguiendo un futuro en el que la relación entre nuestros dos países está definida no por nuestras diferencias, sino por todas la cosas que compartimos como vecinos y amigos», manifestó Obama, subrayando además la contribución de los cubano-americanos a Estados Unidos.

Desde el Comité de Asuntos Exteriores del Congreso al Comité Nacional Republicano, pasando por legisladores de origen cubano, incluidos demócratas, se escucharon críticas al menos al «sufrimiento» del pueblo cubano bajo Fidel y se expresaron deseos de que su muerte abra un nuevo capítulo hacia la democracia en Cuba, reseñó DPA.

Conocidos congresistas republicanos de origen cubano advitieron además a Trump que Estados Unidos no debe ser laxo con el gobierno de Raúl Castro tras la desaparición de Fidel.
«Contrario a la idea romántica que algunos insisten en vender, las recientes concesiones en la política de Estados Unidos hacia Cuba no han llevado a ningún cambio positivo en la forma en que gobierna el régimen o en la realidad del pueblo cubano», aseguró Marco Rubio, senador por Florida y uno de los contrincantes de Trump en las primarias republicanas.

«El futuro de Cuba se mantiene en último término en las manos del pueblo cubano, y ahora más que nunca, el Congreso y la nueva administración deben estar junto a él contra sus brutales gobernantes y apoyar su lucha por la libertad y los derechos humanos básicos», añadió.

Ted Cruz, senador por Texas y el rival que más resistió a Trump en las primarias, recordó a quienes se enfrentaron al régimen cubano. «La muerte de Fidel Castro no puede devolver a sus miles de víctimas ni dar consuelo a sus familias», manifestó.