Un ambiente de fiesta y celebración invadía el Santuario de Caacupé desde primera hora de la mañana. Un ambiente que, a la llegada del Papa, se multiplicó en alegría y entusiasmo acompañado de cánticos y música. La primera lectura se leyó en guaraní, al igual que algunas de las peticiones.

Durante la homilía, el Pontífice reconoció sentirse “en casa, a los pies de nuestra Madre la Virgen de los Milagros de Caacupé”. Igualmente reconoció que este santuario es “parte vital del pueblo paraguayo, de ustedes”.

Por otro lado, el Papa aseguró que “este Santuario, guarda, atesora, la memoria de un pueblo que sabe que María es Madre y ha estado y está al lado de sus hijos”.

Francisco no dejó pasar la ocasión para referirse nuevamente a las mujeres y madres paraguayas “que con gran valor y abnegación, han sabido levantar un País derrotado, hundido, sumergido por la guerra”. “Ustedes –indicó a las presentes– tienen la memoria, la genética de aquellas que reconstruyeron la vida, la fe, la dignidad de su Pueblo. Y nuevamente pido a Dios que “bendiga a la mujer paraguaya, la más gloriosa de América”.

Al finalizar la misa, monseñor Catalino Claudio Giménez Medina, obispo de Caacupé, dedicó unas palabras al Santo Padre. Así, le agradeció que haya “ensalzado tantas veces a la mujer paraguaya” e indicó que en reconocimiento le ofrecerían hoy una danza y una canción, al final. Del mismo modo, el obispo se preguntó si tendrán “alguna vez la dicha de que una paraguaya, carmelita descalza” sea puesta en el santoral. Su nombre es “Chiquitunga” y el proceso de canonización ya está́ en Roma. Por otro lado, subrayó que un sueño “es que Paraguay sea como una familia grande, donde reinen la reconciliación fraterna, la justicia para todos, el trabajo que dignifica, la educación que enaltece y la paz que sirva de atmosfera permanente para que el país crezca, y sus habitantes, todos sean felices”. Un Paraguay –añadió– sin diferencias hirientes y sin violencia que ha enlutado a tantos hogares.

A continuación, se leyó el decreto de la Santa Sede que establece que el Santuario de Caacupé es elevado a la categoría de Basílica menor. Y para concluir, el Papa renovó el acto de consagración de Paraguay a la Inmaculada Concepción, ya realizado por san Juan Pablo II en este mismo lugar en su viaje apostólico en 1988. Después, dejó como regalo a la “Virgen de los Milagros de Caacupé” un rosario de oro.