Por Facundo Díaz D’Alessandro

El prestigioso filósofo, teórico político e historiador ruso, Aleksandr Dugin habló en exclusiva con Conclusión desde su casa en Moscú y trazó una cartografía del escenario geopolítico a través de su particular y siempre trepidante visión.

Luego de mostrarse “muy feliz de poder hablar con Argentina”, un país que le “gusta muchísimo”, el pensador desplegó sus categorías analíticas para referirse al impacto del coronavirus en la transición hacia el “mundo multipolar”, que China y Rusia buscan reafirmar pero “evitando a toda costa la guerra”.

En esa instancia, observa Dugin – autor de la Cuarta Teoría Política (entre otras numerosas publicaciones)-, rusos y chinos cuentan con un aliado quizás inesperado: el presidente de los Estados Unidos.

A semanas de una nueva elección en el país norteamericano, entre tensiones imperiales en descomposición parecen a juntarse “todas las condiciones y precondiciones para el inicio de la guerra civil”.

A mayor escala, el destacado escritor alertó sobre “una situación muy crítica para toda la humanidad” aparejada a una nueva “ideología totalitaria extremista, como el Estado Islámico, el comunismo staliniano o el fascismo de Mussolini y Hitler”, lo cual “debe ser juzgado en una Corte internacional por utilizar la violencia y la fuerza para imponer a toda la humanidad su ideología”.

Sus principales conceptos:

Transición de los mundos. Estamos en el proceso de cambio del mundo unipolar o global, mundialista en cierto sentido, hacia el mundo multipolar. Pero no podemos decir todavía que hemos llegado a la conclusión de ese proceso. Estamos en la transición. Las consecuencias de la pandemia hacen está transición más rápida y más seria. El coronavirus muestra con toda la claridad que la única reacción natural que los países y los pueblos dan a este desafío es cerrar las fronteras. Esto significa que la gente espontáneamente piensa y considera que cerrar las sociedades es la única respuesta. Todas las instituciones globales, que deberían teóricamente asegurar la situación, dar la salvación, proponerla a toda la humanidad, se han mostrado totalmente incapaces de proponer otra cosa. Pero también vemos que los globalistas, partidarios de la continuación de esta unipolaridad liberal, quieren a todo precio conservar su poder y por eso no se trata de transición como evolución, sino como lucha, es una forma de la guerra. Entre los partidarios del mundo multipolar y los partidarios del mundo unipolar. Y quienes se paran enfrente no son sólo los rusos o los chinos, sino también el mismo presidente de los Estados Unidos, que está más a favor del mundo multipolar que del unipolar y eso es precisamente lo que da a la lucha electoral de EE.UU. una dimensión particular.

¿Guerra civil en EE.UU.? Creo que estamos en un escenario cercano. La situación perfectamente cae en este contexto de la transición. Trump representa la Norteamérica nacionalista, patriótica, realista, como estado y país pero no con la civilización y el poder mundial. Precisamente la mitad de la población está a favor de la opción de Trump. No se trata tanto de republicanos y demócratas. Hoy la decisión es precisamente entre dos visiones del mundo, no de los partidos políticos del mismo contexto. La visión de Trump es la realista, contra los globalistas que defienden a todo el precio la unipolaridad, representados hoy por Biden. Son dos partes más o menos iguales, ninguna prevalece sobre la otra. Esto significa que no se trata de opciones o escogimientos políticos: se trata de dos visiones del futuro. Precisamente, es la condición para la guerra civil verdadera. Es interesante que ambas partes, partidarios de Trump y de Biden han afirmado que no reconocerán la victoria del oponente. Sobre todo después de la muerte de la jueza liberal Ginsburg y la nominación por parte de Trump de Amy Coney Barret, conservadora radical, cambia el equilibrio entre los unipolaristas y multipolaristas en la Corte Suprema de Estados Unidos. Ambos acusarán inmediatamente a sus oponentes de robar las elecciones. El fin del imperio norteamericano ha llegado. No está en el futuro. Asistimos hoy mismo al fin de los Estados Unidos como organización imperial; pero los globalistas quieren a todo precio conservar esta tendencia y por eso la gran guerra mundial también es más posible que antes.

Las dos mitades. Dos comprensiones e interpretaciones de la democracia y los valores se disputan hoy en los Estados Unidos. Para los globalistas es el gobierno de las minoridades; diferentes minorías (sexuales, étnicas, religiosas), es individualismo radicalizado. Es un valor de la democracia nueva, ultraliberal, que ya no es tanto ni derecha ni izquierda, es la mezcla, siempre capitalista pero más individualista, un libertarianismo del partido demócrata en los Estados Unidos, que defiende ese sistema de valores llamados ‘progresistas’. Cuando el sexo es algo opcional que podemos cambiar, cuando nuestra identidad no está en la realidad, no existe como cosa orgánica. Toda la identidad, según los progresistas, podría ser escogida. Los otros, la otra mitad de los norteamericanos, defiende el sistema de los valores diversos, que la democracia es el poder de la mayoría; hay una identidad norteamericana, con una forma de los valores tradicionales del suelo, las armas, la libertad, defender su propiedad privada, es un sistema de valores de la democracia anglosajona tradicional, norteamericana, que también es muy conservadora a veces, individualista, pero en el sentido totalmente diverso. Se trata de dos sistemas de comprensión de la democracia, que se excluyen entre sí. Hay dos ejércitos ideológicos, dos mitades de la sociedad norteamericana, portadores de visiones opuestas. Por eso creo que todas las condiciones y precondiciones para el inicio de la guerra civil están ahí. Es muy parecido a la situación de la Rusia pre comunista, con los blancos y rojos, también a los últimos años de la URSS, pero en un contexto cultural y una civilización muy diferente.

Escenarios de guerra

I

Antes de la llegada de Trump, la política de los demócratas y republicanos no era tan diferente en el aspecto internacional. Con Bush, Obama o Clinton, era más o menos la misma. Con Trump esto cambió muchísimo. Ha querido y hecho casi todo lo que podía para evitar nuevas guerras. Ha prometido y lo ha realizado: en 4 años EEUU no ha empezado ninguna, es un gran acontecimiento. Pero los oponentes de Trump no ven este desarrollo, muy positivo para el mundo. No ha podido hacer todo lo que quería obviamente, pero no ha empezado la guerra. Creo que si vence Biden, empezará inmediatamente la guerra, puede ser contra Rusia (Trump es anti China e Irán pero no tanto Rusia). Biden si es anti rusos y eso crea el riesgo de la guerra atómica, precisamente. Los conflictos armados son siempre posibles en la forma estrecha local. Pero con Biden y los globalistas, que quieren a todo precio conservar su hegemonía intelectual, estratégica en la civilización, que devienen más y más totalitarios, debemos esperar también la verdadera guerra internacional. Están perdiendo el terreno y el poder mundial. Por eso creo que la victoria de Trump sería más a favor de la paz y del desarrollo pacífico de la transición hacia el mundo multipolar, podría ser mucho más natural. No podemos excluir conflictos locales, Trump es muy anti iraniano, pero es realista. No quieren dar la victoria a ningún precio a su oponente y por eso la guerra civil en Estados Unidos podría encadenarse en la verdadera guerra internacional, la tercera guerra mundial.

II

Putin y China quieren conservar o crear el orden multipolar, pero evitar a todo precio la guerra. Con la excepción de la sumisión total al globalismo. Es condición. Todos los movimientos estratégicos en Eurasia, en el caso de Putin, los chinos, Irán o los turcos, son defensivos, no agresivos, porque todo va en la dirección de la multipolaridad. ¿Por qué acelerar y entrar en riesgo de perder todo? Creo que no tienen ninguna razón de querer la guerra. Pero tienen razones de organizar y defender su soberanía. Solo los globalistas podrían ser grupos que en verdad quieren la guerra. No quieren teóricamente, pero sí para salvarse y cambiar este equilibrio que no está más en su favor, sino contra ellos. Como última solución, pueden utilizar esta guerra.

El nuevo totalitarismo extremista. Creo que los globalistas son tóxicos, muy peligrosos. Debemos comprender que tanto el Estado Islámico, la Rusia de Putin, China, con todos los intereses nacionales legítimos de todos esos grupos, sumemos a Irán, Turquía; no representan mayor peligro para la humanidad. Pero los liberales, el globalismo -puede ser que antes no- pero hoy representa la forma del pensamiento totalitario, extremismo que podría originar la guerra mundial. Por eso creo que el liberalismo hoy es un peligro estratégico, no se trata de defensa legítima de Occidente por parte de EEUU, sino de una ideología extremista, maniquea de ver la realidad, es irrealista. Antes la gente pensaba que el totalitarismo podía ser comunista, es verdad, lo era; o nazista-fascista, también verdad. Formas que quieren imponer su visión a todos por la fuerza y la violencia. Hoy tenemos totalitarismo liberal. Quieren imponer sus valores, que la mitad de los norteamericanos rechazan, pero no paran. Acusan a sus oponentes (incluso dentro de Occidente mismo) de espías de Putin, nazistas, fascistas y otras estupideces para demonizar a sus enemigos; no pensar, convencer ni hablar. Llega el momento totalitario del globalismo y el liberalismo, que precisamente muestra la naturaleza extremista totalmente intolerante de esta ideología, que pretendía ser tolerante y luchar contra todas las formas de autoritarismo, a fin de cuentas apareció y se manifestó como la forma del mismo totalitarismo y el más peligroso, porque es un totalitarismo global. Eso representa una situación muy crítica para toda la humanidad, el liberalismo debe ser prohibido como ideología totalitaria extremista, como el Estado Islámico, como el fundamentalismo musulmán, el comunismo staliniano o el fascismo de Mussolini y Hitler. Debe ser juzgado en una Corte internacional, como ideología extremista que utiliza la violencia y la fuerza para imponer a toda la humanidad su ideología.

Debate del mañana. La virtualidad que llega, se expande y deviene más y más total, es una fase siguiente del desarrollo político. Las formas de la vida post-humanas no son todavía puestas en el centro de la lucha ideológica, teóricamente esta virtualización está al lado de los progresistas de Silicon Valley (Elon Musk, Bill Gates, etc.). Ellos insisten en que el progresismo, después de liberar el individuo, deberá liberar al individuo de sí mismo. Pero todavía este problema no está al centro, es el paso siguiente. Hoy se trata de la liberación de todas las identidades colectivas. Todavía todos estamos de acuerdo que somos humanos. Pero mañana, los progresistas vendrán con el problema de elecciones a favor de ciborgs, la vida post-humana, radicalmente técnica, modificaciones y combinaciones del genoma humano. Cambian el sentido: los conservadores defienden lo que ayer defendían los progresistas, y viceversa. El problema de la virtualidad es el problema de la política para mañana. No para hoy.

Intrusismo en Rusia y el caso de “envenenamiento” de Navalny. La infiltración sigue como antes en la Rusia, pero no se trata de Navalny, que no juega ningún papel en la política rusa, es marginal, a veces dice las cosas justas contra la corrupción, muestra que uno u otro político o figura importante del sistema político son corruptos, eso está muy bien pero no tiene ningún papel en la política. Cuando hablo de los liberales alrededor de Putin hablo de muchos otros, que no son marginales desconocidos como Navalny. Son partidarios de la misma visión globalista, aceptan el liderazgo de Putin pero quieren interpretar la política de Putin en términos liberales globalistas, son mucho peor y más peligrosos que Navalny, un personaje inocente en cierto aspecto, no tienen ningún apoyo absolutamente. Por eso es inimaginable que el poder de Putin podría tener la idea de envenenarlo. Para los globalistas de Occidente Navalny es la gran persona y el político liberal, pero no se corresponde con la realidad dentro de Rusia, es artificial absolutamente de inicio a fin. No es el caso en Bielorrusia, donde contra Lukashenko se crea una gran oposición, también liberal y globalista, pero real, grande, con mucha gente que puede ocupar calle, representar los grandes nombres de la oposición. Los liberales infiltrados en el estado actual de Rusia son más en educación, cultura, economía, ocupan puestos centrales estratégicos, que a pesar de la línea y dirección de Putin, efectivamente hacen política a favor del globalismo. Eso es mucho más peligroso que el caso Navalny, que es utilizado por la gente de Occidente, lo considera su instrumento para hacer cortar el proyecto de gas en Europa.

Lejos del pueblo. Existe un gran proceso de pérdida de legitimidad, eficacidad, relación orgánica entre los gobernantes y las masas. Llega un momento de separación en que no reconocen más sus intereses en las élites gobernantes, no se dan cuenta de las necesidades humanas de los pueblos y este es el hecho de todas las elites, liberales sobre todo. Vemos esto en Europa, en Estados Unidos, en América Latina, en todas partes. Pierden toda relación con la realidad donde la mayoría vive. Es una pérdida de toda legitimidad y representatividad de los gobiernos, es el hecho sin duda que se produce en el mundo Occidental. Pero siendo ruso puedo reconocer que algo muy parecido se produce hoy en Rusia, no es excepción; por ejemplo no podemos decir que nuestro gobierno ha manejado coronavirus mejor que en Occidente. La gente no está porque no pueden resolver los problemas de la población como esta quiere. El gobierno de Rusia pierde su legitimidad, puede ser no en la medida de la perdida de los países occidentales liberales, pero el gobierno ruso es liberal. Soberanista, patriótico, más nacional, pero liberal. Precisamente creo que es el punto débil, muy débil de nuestra situación y creo que podemos decir que con algunas excepciones por ejemplo China, única creo, los otros países pierden consciencia en los gobiernos y se muestran más y más incapaces de comprender sus propias sociedades. Lástima es, pero es también el caso de la Rusia de Putin, popular siempre, menos que antes, pero también pierde cierta sensibilidad de la sociedad, su conexión con la masa de la gente. La gente rusa no reconoce más a sí mismo en el gobierno, es un momento crítico, negativo. La desconfianza crece en la sociedad rusa. Menos que en otras partes, pero crece también.

Revisar la realidad. Hay que hacer una revisión de la realidad. La ideología de la modernidad ha hecho alejarse a la consciencia de las elites gobernantes de la naturaleza de la sociedad. Estas elites operan con los conceptos vacíos, artificiales de la modernidad. Hacer reality check, esta visión del mundo que es la moderna y posmoderna, más o menos general, no coincide más con las demandas colectivas populares. Han olvidado realmente al pueblo. No existe. Desarrollo, tecnologías economías, contabilidad y muchos otros aspectos totalmente abstractos y con eso el pueblo, como comunidad organizada, ha perdido. Hay que redescubrir al pueblo, revisar, hallar de nuevo la naturaleza, la realidad, el ser de los pueblos, de las sociedades reales, no imaginadas. Por eso creo que se debe hacer una gran revisión ideológica, afuera de las tres grandes ideologías occidentales de la modernidad: liberalismo comunismo y fascismo. Pertenecen al pasado, son artificiales y coloniales en cierto aspecto, responsables de esta alienación de las clases gobernantes. Se precisaría una gran revolución popular o populista para devolver al corazón de los pueblos su voluntad y sus intereses orgánicos.