“En el quinientos seis, y en el dos mil también”. Ni el avance inevitable del tiempo, ni el desarrollo de las nuevas tecnologías, ni la capacidad potenciada de producir alimentos. Ningún progreso del hombre parece haberse puesto al servicio de la humanidad. Al contrario, muchos logros científicos son utilizados para engendrar espanto y terror alrededor del mundo entero.

La ciencia no piensa, dice la filosofía. Lo único que hace es avanzar con los ojos cerrados y en paralelo con la realidad, sin yuxtaponerse, sin analizar los pro y contra de cada paso. El mundo está atravesando una situación de crisis digna de tiempos retrógrados, impensadas para el siglo XXI, tan acostumbrado a la injusticia.

Un breve pantallazo mundial deja al descubierto lo recién mencionado y desentraña la parte más oscura de la humanidad más inhumana.

Fallecidos por el hambre

Madaya, Siria.- La ciudad siria rebelde de Madaya, situada al oeste de Damasco, continúa siendo —tristemente— noticia. Asediada por las fuerzas progubernamentales desde que los convoyes humanitarios entraron en ella a mediados de enero, ya sufrió la muerte de hambre de otras dieciséis personas, que se suman a las más de cuarenta que fallecieron por las mismas causas.

Según anunció este sábado la oenegé Médicos sin Fronteras (MSF), “ya son 46 humanos los que murieron de inanición en Madaya desde el 1 de diciembre». Cifras escalofriantes que dan cuentas de las injusticias que aquejan al mundo.

«El balance es seguramente más alto» —añade—, porque se cree que hay personas que murieron de hambre en sus casas y aún no fueron halladas.

Además, se estiman que son 320 los casos de desnutrición en esta ciudad emplazada al oeste de Damasco, de los cuales 33 pacientes se encuentran en «peligro de muerte», precisó la organización.

Madaya se ha convertido en un símbolo del sufrimiento de la población civil en Siria desde el comienzo de la guerra civil en 2011. Desde allí, no deja de desparramar malas noticias alrededor de todo el mundo, ante los inmutables ojos  de las autoridades.

Según la ONU, alrededor de 486.000 sirios viven en localidades sitiadas por las fuerzas del régimen, los insurgentes o los yihadistas del Estado Islámico (EI). El conflicto en Siria comenzó en marzo de 2011 con manifestaciones prodemocráticas pacíficas, reprimidas a fuego y sangre por el régimen de Asad. La guerra ha causado 260.000 muertos y millones de desplazados.

“Vivimos porque ni siquiera nos quiere la muerte”

Gaza, territorio palestinos.-  Aza al Najar abriga con una manta a su bebé en la caravana glacial en la que vive con su familia desde que Israel destruyó su casa en 2014, durante la guerra de Gaza. Una vida reducida a «hambre, pobreza y enfermedad».

El enclave palestino sufre una oleada de frío, lluvia y fuertes vientos que ha complicado aún más la vida de miles de desplazados.      gaza

«Con el frío la gente sufre todavía más. Mi hijo tiene problemas respiratorios y su estado ha empeorado», lamenta Aza, de 24 años, en su caravana cercana a Jan Yunes, instalada en el  sur de la Franja de Gaza. La lluvia se infiltra en la caravana. Tiene dos hijos y un marido que se quedó parapléjico al ser alcanzado en el cráneo por una bala israelí.

«El hambre, la pobreza, la enfermedad, los problemas, el bloqueo (de Israel) y nuestra casa destruida… Además del cansancio: nuestra vida se resume a eso», afirma esta palestina de mirada triste.

En este segundo invierno desde la guerra de 2014, Su marido, Samir al Najar, está envuelto en mantas y mira impotente cómo los torrentes corren por las calles, inundando su hogar.

“Vivimos, pero es sólo porque ni siquiera nos quiere la muerte», afirma este otro hombre de 30 años, que sobrevive y alimenta a su familia con la ayuda de asociaciones caritativas. Como todos los gazatíes, la familia Najar tiene que contentarse con unas horas diarias de suministro eléctrico, y el de agua también falla.

Como el mal tiempo obligó a la ONU a cerrar los colegios, algunos niños juegan en la calle, descalzos bajo la lluvia. En otro lugar, tres pequeños se arremolinan en torno a una tetera para intentar entrar en calor.

Vivir en una caravana es «tener la impresión de estar en una morgue en invierno y en un horno en verano», resume Abdalá al Najar, de 48 años, hacinado con otros seis familiares en una de estas casas prefabricadas.

Neonazis enmascarados atacan en Suecia

Estocolmo, Suecia.- Varios enmascarados, presuntamente relacionados con los hooligans y el movimiento neonazi sueco, se congregaron el viernes por la noche en el centro de la capital para agredir a migrantes, según indicó el sábado la policía.    suecia

Entre 50 y 100 personas, enmascaradas o encapuchadas, se dieron cita el viernes a primeras horas de la noche en Sergels Torg, una gran plaza peatonal de la capital sueca donde a diario se cruzan jóvenes, marginales y migrantes menores solos, sin acompañantes adultos.

En 2015, 163.000 refugiados presentaron una demanda de asilo en Suecia. El ministro de Interior, Anders Ygeman, anunció el miércoles que el país expulsará a la mitad, porque su demanda fue o será rechazada.

Catástrofes sociales y naturales

Uno de cada 9 niños del mundo vive en países que atraviesan conflictos armados y un total de 43 millones necesitan ayuda humanitaria urgente por catástrofes naturales o sociales.

La agencia de la ONU para la infancia (Unicef), que pidió donaciones en 2016 por valor de 2.800 millones de dólares para poder asistirlos.

«La probabilidad de que niños en zona de conflicto mueran de enfermedades prevenibles antes de los cinco años es el doble que en el caso de niños de otros países», advirtió Unicef.

unicef

Además, el cambio climático y el fenómeno meteorológico de El Niño -este año especialmente severo- suponen una amenaza creciente para medio millón de menores que viven en zonas de alto riesgo de inundaciones y para otros 160 millones que residen en regiones de sequía extrema.

En total, Unicef apoya a 76 millones de personas en 63 países, incluidos padres y otros adultos que cuidan a los niños.

«Se está robando la educación a millones de niños”, dijo el director de programas de emergencias de Unicef, Afshan Khan. Y subrayó que, «si un niño no va a la escuela durante cinco años, se pierde una generación y esa, desafortunadamente, es la pieza importante que se está perdiendo en Siria».