El primer ministro japonés, Shinzo Abe, quedó hoy aún más envuelto en una tormenta política a raíz de una investigación sobre posibles ayudas financieras y administrativas a una guardería privada que promovía ideas ultranacionalistas, un escándalo que ha comenzado a erosionar su popularidad.

El escándalo, que ha indignado a la sociedad japonesa y causado una caída en la popularidad del líder conservador del Ejecutivo, salió a la luz a mediados de febrero y está protagonizado, además de por el premier nipón, por Moritomo Gakuen, una empresa educativa con sede en Osaka, en el oeste del país.

El presidente de esta empresa, Yasunori Kagoike, fue llamado hoy a testificar ante la Dieta, la Cámara baja del Parlamento, donde afirmó por primera vez bajo juramento que recibió una donación directa de un millón de yenes, unos 8.900 dólares, de Abe a través de su mujer, Akie Abe.

«Ella me dio un sobre con un millón de yenes y me dijo: ‘»De parte de Shinzo Abe'», relató Kagoike, quien señaló que la entrega tuvo lugar en 2015 cuando la esposa del primer ministro acudió a dar un discurso en una de sus guarderías en Osaka, en la que Akie Abe fue nombrada como directora honoraria.

La relevancia de la denuncia es que la fundación que dirige Kagioke, que además según él mismo adquirió terrenos a precios irrisorios gracias a gestiones oficiales, promueve contenidos ultranacionalistas, xenófobos y militaristas entre niños de entre tres y cinco años, informó la agencia de noticias EFE.

Entre otros detalles develados en videos que han circulado por las redes sociales, la guardería obligaba a sus alumnos a memorizar el decreto de educación del Japón Imperial adoptado en 1890 y en vigor hasta la II Guerra Mundial, que promovía el auto-sacrificio por la patria.

Además de conducir la fundación educativa, el empresario dirige también la rama de Osaka de Nippon Kaigi, un «lobby» ultraconservador que defiende el revisionismo histórico o el culto divino al emperador y que cuenta con afiliados de alto perfil, entre ellos el propio primer ministro.

Abe llegó a defender a Kagoike e incluso afirmó a mediados de febrero que compartía con él «puntos de vista ideológicos y educativos», aunque posteriormente ha tratado de distanciarse de esta polémica figura y ha tachado de «inapropiados» los métodos impartidos en sus centros.

Ahora, tras la declaración del lobbista ante la Cámara baja, Abe volvió a intentar despegarse de los ultraconservadores.

Si bien el primer ministro no compareció hoy para dar su versión de los hechos, el vocero del Ejecutivo, Yoshihide Suga, insistió en que «no existen pruebas» de que ni Abe ni su mujer hayan ayudado en modo alguno a la entidad.