Por Fabrizio Turturici

Hay un terremoto político que sacude Brasil, haciendo trepidar sus estructuras institucionales y arrinconando a gran parte del ambiente político. En esta crítica situación se encuentra el ex presidente Lula Da Silva, quien según las últimas noticias que se reflejan en los medios brasileños, aceptaría ser ministro del gobierno de Rousseff. Según las versiones que llegan del vecino país, su designación sería inminente. La élite empresarial, en su mayoría —y buena parte de la política también— ya está presa producto del conocido megafraude de Petrobras. Las acusaciones se suceden, unas a otras, sembrando pánico y terror en los principales dirigentes. Pablo Giuliano, periodista argentino y corresponsal en Brasil, en una entrevista que le hizo Conclusión sostuvo que «los aliados del PT (Partido Trabajador) se están separando para no quedar pegados, así que se prevé que voten a favor del juicio político” (de Dilma), destacó.

En el ojo de la tormenta está hasta la propia presidenta Dilma Rousseff a quien  el sector «ultraconservador, la derecha más rancia del país, que pide la vuelta de la dictadura”, quiere verla fuera del gobierno.

La petición del impeachment contra Dilma ha sido el leitmotiv en todas las protestas. Es que parte de la sociedad está ávida por presenciar en primera persona la salida de la presidenta por la puerta chica. El deseo quedó reflejado con la masiva movilización del domingo pasado, presionando a la mandataria a renunciar a su cargo. Sin embargo, la respuesta presidencial no se hizo esperar: “De ninguna manera”. Por otra parte, no son pocos los observadores que indican que el embate contra Lula y Dilma es «una grosera operación política de poderes internacionales, con el auxilio de la oposición y parte del Poder Judicial de Brasil».

Para explicar mejor el panorama que asola Brasil, un gigante en descenso, Conclusión entrevistó a Pablo Giuliano, corresponsal extranjero que vive hace más de una década allí. El periodista argentino, ex jefe editor de EFE y actual dueño de la Agencia de Noticias “Lado B” de San Pablo, alumbró con lujos y detalles este entramado de corrupción, engaños y traiciones.

“La presidenta Dilma Rousseff se encuentra en una situación muy frágil. El PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasileño), que es el partido del vicepresidente Michel Temer, está a punto de romper la alianza. Y ya está en negociación con el PSDB (Partido de la Social Democracia Brasileña) de Aécio Neves, para formar un gobierno de transición. Especulan que, caída Dilma, se terminará la presión del juez Sergio Moro. Ya que el magistrado, además de investigar al PT, hace lo propio con muchos integrantes del PMDB: entre ellos, el presidente del Senado y el de la Cámara de Diputados; que no pueden pisar el Tribunal Federal porque tienen fueros”, remarcó Giuliano.

A su vez, el corresponsal extranjero reafirmó la imposibilidad de que Dilma renuncie. “Ya lo anunció el otro día y lo mantiene, aunque haya habido tres millones de personas en las calles. Es que, según las encuestas que llegan a la Casa del Gobierno, si bien concurrió mucha gente a la movilización, la mayoría ya era opositora. Así que no cambia la ecuación”, dijo Giuliano al tiempo que agregó: “A la misma fue la clase media-alta, perteneciente —generalmente— al sector ultraconservador, la derecha más rancia del país, que pide la vuelta de la dictadura”.

Sobre la manifestación del domingo pasado, una de las más grandes en la historia de la democracia brasileña, Giuliano detalló: “Careció de jóvenes, tuvo un 85 por ciento de público blanco (en un país donde más de la mitad es negro) y fue encabezado por la clase media-alta. Reclamaban, lisa y llanamente, la renuncia de Dilma Rousseff. Los manifestantes expresaban que ya no tiene condiciones para gobernar por toda la corrupción que la rodea. Brasil se convirtió en una república policial donde el gobierno federal ya no tiene el control de esos resortes institucionales”, opinó.

El epicentro de este gran terremoto fue, sin lugar a dudas, la corrupción en Petrobras. “Comenzó con una investigación dudosa, a la que muchos abogados la siguen considerando ilegal, ya que la policía —supuestamente— hizo un espionaje telefónico sin autorización judicial. Más allá de eso, la causa se inició cuando directores corruptos de Petrobras confesaron que recibían millones de dólares de empresas constructoras a cambio de sobrefacturar contratos. De esos contratos, entre el 1 y el 3 por ciento iba destinado a los partidos políticos, para financiar campañas electorales”, explicó Giuliano.

La mayor parte de los políticos implicados son del PP (Partido Progresista), que, pese a su nombre, “representan al grupo más conservador de Brasil. Sus dirigentes están todos presos y son aliados en el Congreso al PT. El segundo partido con más dirigentes apresados es justamente el PT, con el tesorero Joao Vaccari, el guerrillero y ex ministro Dirceu y el publicitario de las campañas victoriosas de Dilma, Joao Santana”, informó el periodista.

Las declaraciones de los empresarios corruptos conforman la línea que está utilizando el juez Moro. El magistrado hace la investigación y, cuando ésta toca a algún político con fueros, “pasa a la  Suprema Corte de Justicia. Por ende, toda la clase política está aterrada, pues de acuerdo al teorema de Moro, toda plata que circula por parte de las empresas constructoras (cuyos ejecutivos están detenidos y condenados ya en primera instancia) es fruto de la corrupción”, reveló.

¿Funcionan separados los tres poderes en Brasil? “Se está dando la particularidad de que el Poder Ejecutivo es el más débil de los tres. En el Poder Judicial, el PT, nunca tuvo aliados. Si hay algo que no se le puede reprochar, es el cumplimiento de los ritos republicanos. En cambio, el Congreso está conformado por la permanente negociación política de los aliados (PT y PMDB)”, puntualizó Giuliano.

Lo que era un secreto a voces, finalmente se confirmó: Lula aceptó ser ministro de Dilma, “para ganar fueros y evitar ser interrogado por el juez Moro. El tema es el siguiente —ahonda el corresponsal—: Lula es el objetivo político de toda esta investigación, pese a que la corrupción en Petrobras empezó mucho antes de su gestión. El juez Moro, a mi entender, actúa políticamente. Ha empezado una verdadera caza, al punto de impulsar una declaración forzada. Su imagen también está manchada por la cadena O’Globo, que destina el 80 por ciento de sus noticias a arremeter contra el ex presidente”, ubicó, a la vez que añadió: “Además, Lula está relacionado con varios empresarios coimeros detenidos. El ex presidente está imputado por la fiscalía desde el jueves pasado, cuando se pidió su captura, que aún no fue avalada por ningún juez”.

En relación a la primera mandataria Dilma Rousseff, hay dos causas que la ponen a caminar por la cornisa. Giuliano comentó: “El juez Moro va tras ella. Hay que decir que no se ve el mismo empecinamiento por ir detrás de la campaña de Aécio Neves, cuyas raíces son exactamente las mismas. Ése es el desequilibrio que uno ve de este hombre, que se ha convertido en el héroe de las manifestaciones populares. Es el referente de Brasil hoy en día. Hay todo un perfil político y mediático que atenta contra la división de poderes y la exención que debe tener un magistrado”, repasó.

En suma, la presidenta tiene dos frentes abiertos: “Uno es el impeachment que le abrió Eduardo Cunha por venganza. Este hombre fue presidente de la Cámara de Diputados y se pasó a la oposición. Todo empezó porque él mismo está acusado de recibir 5 millones de dólares en Suiza como parte de una coima. Entonces, como Dilma no lo defendió en su momento, se pasó a la oposición y le abrió juicio político. El mismo todavía no comenzó, debe ser votado en el Congreso”, relativizó.

Por último, para comprender mejor el escenario político brasileño, Pablo Giuliano, se sometió a un interrogatorio donde el magistrado fue Conclusión y el motivo: despejar dudas, brindar un panorama y pincelar un futuro incierto:

— ¿Se aprobará el impeachment a la presidenta?

— Hasta hace poco, el gobierno estaba cómodo porque tenía dos tercios del Congreso a su favor, pero el PMDB se le separó para no quedar pegado, así que se prevé que voten a favor del juicio político.

— Si dos tercios del recinto levantan la mano a favor, ¿Dilma puede caer presa?

— Yo creo que no, porque no es acusada de ningún delito establecido en la Constitución.

— ¿Se puede decir que el PT se quedará con las manos vacías luego de tanto tiempo en el poder?

— Sí, el PT es la porción más pequeña de la política brasileña, la que menos poder tiene. Y cada vez menos…

 ¿Y qué argumentos tuvo para sostenerse en el Gobierno?

— La gestión fue aprobada por la sociedad, ya que ganó cuatro elecciones presidenciales seguidas. Sacó a más de 36 millones de personas de la miseria.

— ¿Y no es sorpresivo que la gente se le haya dado vuelta tan rápido?

— No, no es sorpresivo. Hay una recesión muy grande, errores de la política económica de Dilma, que trajo ajuste, desempleo… y los casos de corrupción.

— ¿Quién encarna el liderazgo de la oposición?

— El juez Moro. Yo lo considero un actor político, más allá de su cargo. Tiene el 17 por ciento de la intención de voto, así que está abierta la posibilidad de que se presente como candidato. Mucho más teniendo en cuenta que los demás opositores, como Aécio Neves, fueron abucheados en la manifestación del otro día. Así que, el futuro político de Brasil está en duda. Hay un fenómeno de hartazgo del populismo que impulsan a la derecha más recalcitrante, como el caso del diputado Jair Bolsonaro, que se está convirtiendo poco a poco en el jefe de la oposición.

 

Según Pablo Giuliano, «la llamada grieta existe también en Brasil, desde hace rato.  Hay un odio de clases muy grande, entre una clase dominante y otra dominada”, determinó. Al ser consultado sobre cómo impactará esto en Argentina, donde también se están destapando como una olla numerosos casos de corrupción, el corresponsal repuso: «En América latina en general se viene una onda de investigaciones a los llamados gobiernos populistas. Y esto ocurre porque la Justicia —más allá de que tenga razón o no— forma parte de los proyectos políticos. Lamentablemente, los jueces, hoy, son actores políticos. Y cuando ven cómo va la tendencia, tienden a seguirla. Así que impactará fuertemente en todos los países que fueron gobernados por movimientos populistas”, culminó.

— Me definirías en tres renglones el futuro político de Brasil…

— La última carta que tiene para jugar el PT, es que Lula logre salvar al gobierno de Dilma, y Dilma logre salvar la figura de Lula.

— ¿Y si no, qué pasará?

— Lula será preso y Dilma cae…