Irán lanzó ayer una advertencia a los países árabes del Golfo que apoyaron a Arabia Saudita tras romper sus relaciones diplomáticas con el país persa, siguiendo los pasos de los saudíes. «Esta aventura sólo hará daño a estos países a largo plazo», advirtió Mohammed Nahawandian, jefe de personal de la oficina del presidente iraní.

El conflicto se encrudeció en los últimos días cuando las autoridades de Arabia Saudita ejecutaron a 47 condenados a muerte con sables y fusiles. Las víctimas eran principalmente extremistas sunnitas, muchos de ellos miembros de Al Qaeda. Pero también se incluyeron cuatro disidentes chiitas, entre ellos Al Nimr, clérigo y líder de la oposición Islámica.

El jeque chiita fue una de las caras visibles de las protestas antigubernamentales de 2011 y 2012, inspiradas en los levantamientos conocidos como la Primavera Árabe, que por entonces sacudían a muchos de los países de la región. El líder iraní, el Ayatollah Ali Jamenei, repudió la ejecución de Al Nimr: «Sin lugar a dudas, el injusto derrame de la sangre de este mártir inocente actuará de forma rápida y los políticos sauditas se enfrentarán a un castigo divino», aseguró Jamenei en un comunicado.

Luego de las ejecuciones, el gobierno Saudí denunció ataques «cobardes» durante la noche del sábado contra la Embajada de aquel país en Teherán, Irán. Acto seguido, las autoridades sauditas rompieron relaciones con Irán. También los jefes de Arabia Saudita ordenaron que el embajador iraní y el resto del personal diplomático abandonaran el país, al mismo tiempo que retiraban a sus representantes en Irán.

Una decisión similar adoptaron los países de Barhein y Sudán, que rompieron sus relaciones diplomáticas con Irán y también dieron 48 horas de plazo para que los funcionarios saudíes dejen sendos países. Emiratos Árabes Unidos y Kuwait actuaron en el mismo sentido y decidieron reducir su presencia diplomática en Irán. Este accionar acrecienta aún más la crisis desatada tras la ejecución del clérigo chiíta.

Por su parte, desde Estados Unidos, el vocero del Departamento del Estado, John Kirby, aconsejó a ambas potencias regionales que eviten «exacerbar las tensiones sectarias» en el mundo islámico, en referencia a la violencia que se vive en varios países de la zona entre las ramas sunnita y chiita. «Creemos que las relaciones diplomáticas y las conversaciones directas son esenciales para superar las diferencias», agregó Kirby.

A pesar de los pedidos de calma, la crisis diplomática entre Arabia Saudita e Irán, amenaza con arrastrar a todo el Medio Oriente. En las últimas horas este conflicto ya dividió a varios países de la región entre el apoyo a Riad, la capital de Arabia Saudita, y a Teherán.