El presidente de Chile, Sebastián Piñera, destacó que ese país logró avances institucionales y económicos en 30 años de democracia que se cumplieron este 11 de marzo, pero reconoció los tropiezos que se traducen actualmente en las demandas sociales.

Por fuera de la visión oficial, un historiador repasó la política militar del país luego de 1990 y llegó a la conclusión que las estructuras de las instituciones armadas no fueron alteradas.

Para Piñera, desde 1990 a la fecha, disminuyó la pobreza, se fortalecieron las instituciones y creció una «pujante» clase media.

Pero también reparó en los problemas: «Descuidamos a nuestros niños más vulnerables, fuimos ingratos con los adultos mayores, no nos hicimos lo suficientemente cargo de los temores y carencias de nuestra clase media, no avanzamos hacia una plena equidad entre hombres y mujeres, no combatimos con suficiente voluntad los abusos contra algunos y los privilegios de otros.

No prestamos atención al debilitamiento de las instituciones Y no modernizamos el Estado acorde con las exigencias de estos tiempos».

El actual presidente de Chile llegó a la fecha histórica con una imagen positiva que no llega a 10% y se vio particularmente solo durante un acto recordatorio de los aniversarios (el fin de la dictadura y su asunción como Presidente) en los patios de La Moneda, ya que no acudieron representantes de la oposición.

En relación con la crisis social y la violencia que vive Chile desde el 18 de octubre pasado, reconoció que ni las instituciones ni sus policías estaban «debidamente preparadas».

A futuro, Chile se enfoca en un plebiscito a celebrarse el próximo 26 de abril para que los chilenos elijan si quieren cambiar la Constitución actual, que data de 1980, cuando gobernaba Augusto Pinochet.

Mientras tanto, el historiador Luis Thielemann analizó las políticas de los distintos gobiernos chilenos en relación con las Fuerzas Armadas y concluyó que han buscado proteger y evitar cambios dentro de esas estructuras.

«En general hay una continuidad en la dirigencia, en la oficialidad, en las políticas, en el secretismo» en los últimos 30 años, tanto en las Fuerzas Armadas como en los Carabineros (policía militar), indicó.

A propósito de esto último, Piñera subrayó que la modernización de Carabineros es un tema urgente para su gestión, así como la gestación de un nuevo sistema de inteligencia nacional, entre otros proyectos que se han enviado hace más de un año al Congreso, razón por la que le exigió mayor celeridad al poder legislativo.

El 11 de marzo de 1990, Patricio Aylwin asumió como presidente de Chile luego de 17 años de la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.

Y desde ese entonces no hubo cambios profundos al interior de las Fuerzas Armadas, alertó Thielemann, magíster en Historia por la universidad Finis Terraeestas.

«No es una continuidad que se haya mantenido a pesar de quiénes estaban en el Gobierno, sino sostenida por quienes estaban en el Gobierno», afirmó el académico.

Entonces responsabilizó a diferentes sectores de la política chilena, tanto a la Concertación (coalición de centroizquierda), como a los partidos de derecha.

«Con la transición, con la Concertación en el gobierno y después con los gobiernos de derecha, no solo se mantuvo esa continuidad, sino que se fortaleció, y se fortaleció la autonomía e independencia del ejército respecto a los poderes civiles. Si bien era un ejército que ya no violaba los derechos humanos, por razones obvias (ya que) no estaban en el poder, era un ejército que mantenía todas las conquistas corporativas que se había ganado en la dictadura», explicó Thielemann.

Entre aquellas conquistas, el historiador destaca «lo que más indigna a los chilenos», que es el beneficioso sistema de pensiones de las Fuerzas Armadas y los Carabineros, que permite a sus componentes jubilarse antes y tener mejores pensiones, «mientras que el resto de los chilenos tiene uno de los peores sistemas que existen en el mundo».

A esto le sumó el grado de «autonomía financiera y administrativa» de ambas instituciones, que no fue conquistada durante la dictadura, sino ya en democracia, lo que ha derivado en importantes escándalos de corrupción.

«La dictadura no fue derrotada en Chile. En Chile la dictadura se retira cuando pierde el apoyo de los EEUU y de cierto sector de la derecha. Y se retira negociando y con 44 por ciento de los votos. El ejército no fue derrotado, al revés, el ejército se convirtió en uno de los más poderosos del continente, lo cual le daba capacidad de negociar frente al Gobierno», observó.

Thielemann echó un vistazo a los desmanes que se produjeron a partir de las protestas sociales de octubre y apuntó a los Carabineros, a los que ve en su «peor momento» desde el regreso a la democracia, cuando durante más de 20 años tras el fin de la dictadura habían sido «por lejos» la institución más respetada de Chile.

Según el historiador, este cambio comenzó a darse en la década de 1990, cuando el discurso de combate al comunismo que prevaleció durante la dictadura fue cambiando y centrándose en el delito urbano, lo que fue aprovechado por la institución.

«La Concertación se preocupó de fortalecerlos permanentemente, en recursos, en impunidad legal y en una autonomía que ha llevado a que hoy día los Carabineros sean prácticamente impunes, que puedan matar casi sin ningún costo legal y que tienen un control de sus propios recursos que hace que prácticamente se los roben todos», dijo Thielemann.

El historiador sostuvo que si bien las principales ciudades del país, en especial la capital, Santiago, son urbes seguras, los Carabineros han ejercido una política represiva y hostigadora de los adolescentes y los jóvenes.

Entre los malos tratos, citó la tasa «enorme» de abusos sexuales a menores de edad por parte de sus uniformados.

Así, este «quiebre de la confianza» en Carabineros no nace en las protestas, donde lo que ocurrió fue que «explotó ese odio» contra la institución, que «antes era generacional» y tras los reiterados hechos de violencia y violaciones a los derechos humanos, se extendió «a la mayoría de la población».

«Carabineros es una institución en el colapso, absolutamente colapsada», afirmó Thielemann, entrevistado por Sputnik news.