Cerca de 250 personas fueron detenidas este domingo durante las protestas en Minsk contra el presidente Alexandr Lukashenko, en víspera de la reunión que mantendrá mañana en Sochi con su homólogo ruso, Vladimir Putin, su principal apoyo.

«En diferentes zonas de la capital fueron detenidas cerca de 250 personas; todas ellas usaron banderas y otros símbolos no registrados en el orden determinado, así como carteles de diverso contenido, incluido ofensivo», afirmó este domingo la portavoz del Ministerio del Interior de Bielorrusia, Olga Chemodanova.

Chemodanova informó que las protestas no superaron las 3.000 personas, pese a que el movimiento de protesta bielorruso logró congregar cada domingo, a más de 100.000 personas en las calles de Minsk.

Además, agregó que la situación es «controlable», según informó la agencia de noticias rusa Sputnik.

Los agentes policiales demandaron que los manifestantes se marchen, argumentando que la acción no había sido autorizada, pero los participantes de la protesta, que gritaban lemas antigubernamentales, no se fueron.

Minutos después, varias decenas de fuerzas antidisturbios bajaron de buses y comenzaron a detener con fuerza a los manifestantes.

Desde los comicios, las protestas contra Lukashenko se volvieron moneda corriente: la manifestación de este domingo fue la quinta desde el 9 de agosto.

En los primeros días las fuerzas del orden reprimieron las protestas con gas lacrimógeno, balas de goma, cañones de agua y granadas aturdidoras.

Según el Ministerio del Interior, las movilizaciones se saldaron con tres muertos, centenares de heridos, entre ellos más de 170 agentes, y más de 6.700 detenciones.

Solo el sábado, al menos 114 personas fueron detenidas, tras las siete manifestaciones multitudinarias realizadas en tres regiones bielorrusas, en las que participaron más de 50.000 personas, consignó la agencia de noticias Europa Press.

Al menos 87 de los detenidos se encuentran en prisión preventiva a la espera de que los tribunales examinen los expedientes de faltas administrativas.

Bielorrusia está inmersa en una ola de protestas sin precedentes a raíz de los comicios presidenciales del 9 de agosto, en los que, según las autoridades, Alexander Lukashenko se impuso con más del 80,1%.

Sin embargo, la oposición cuestionó estos resultados, denunció fraude electoral y exigió una repetición de los comicios, opción que Lukashenko descartó.

Svetlana Tijanovskaya, quien fuera candidata presidencial y ahora se encuentra exiliada en Lituania, había reivindicado su victoria ante Lukashenko.

Tijanovskaya saludó hoy en un video a un «pueblo realmente heroico» que prosigue su «combate por la libertad», informó la agencia de noticias AFP.

El fin de semana pasado, más de 600 personas fueron detenidas en Minsk y en otras ciudades.

También la semana pasada, la opositora María Kolésnikova, aliada de Tijanovskaya, fue detenida tras resistirse a ser expulsada del país y hoy está acusada de «atentar contra la seguridad nacional».

Pese a las protestas, Lukashenko se niega a cualquier concesión y solo aludió a una ambigua reforma futura de la Constitución.

El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, afirmó el viernes que está «profundamente preocupado» y recalcó que la crisis solo puede resolverla «el pueblo bielorruso».

La Unión Europea, por su parte, lamentó en un comunicado «el desprecio cada vez más evidente por el derecho que exhibe Bielorrusia, en particular la espiral de violencia y el exilio forzoso» de miembros de la oposición, y Estados Unidos anunció el viernes que está preparando sanciones para «dentro de unos días» contra personalidades bielorrusas. Washington agregó que Moscú está corriendo un gran riesgo a apoyar a Lukashenko.