El ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, calificó hoy de «aburrido» al presidente estadounidense, Donald Trump, y de «delirante» a su colega brasileño, Jair Bolsonaro, por considerar ambos a Cuba y a Venezuela como sendas dictaduras.

Durante su intervención ante la 74a. Asamblea General de las Naciones Unidas, Rodríguez escribió en su cuenta de Twitter: «Inadmisibles acusaciones presidente Trump vs #Cuba y #Venezuela.»

«Uso de la mentira caracteriza su gestión. Monroista y macartista. Habla como un emperador. 158 congresistas piden su impeachment (juicio político). Trata de distraer al mundo y a estadounidenses», agregó.

Durante su discurso ante la ONU, Trump dijo que su gobierno se compromete a apoyar a los pueblos que viven bajo la «opresión brutal», en alusión a Cuba, Nicaragua y Venezuela.

El presidente estadounidense afirmó que Cuba «saquea la riqueza de Venezuela» para mantenerse en el poder, en referencia al suministro subsidiado de petróleo venezolano a la isla caribeña.

Trump llamó, además, «marioneta de Cuba» al presidente Nicolás Maduro, estrecho aliado de La Habana.

Por su parte, el canciller Rodríguez calificó de «aburrido (a Trump, que), no compite con Greta Thunberg», en referencia a la activista sueca de 16 años que reprochó ayer a los líderes mundiales su inactividad para detener el cambio climático.

El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, consideró vía twitter como un «emperador» a Trump, a quien acusó de proferir «mentirosas, calumniosas e inadmisibles acusaciones» contra La Habana.

«Su fracaso con Cuba y Venezuela provoca su soberbia imperial y justifica su derrota con falsos argumentos. Cuba dará la digna y enérgica respuesta que merece», dijo Díaz-Canel.

En cuanto a Bolsonaro, el canciller cubano insistió en que «rechaza enérgicamente» las «calumnias» sobre Cuba y los más de 8.000 médicos de la isla que trabajaron en Brasil hasta el año pasado.

Bolsonaro ordenó la retirada de los profesionales, tras señalar que los cubanos eran «esclavos» de una «dictadura».

El presidente brasileño «delira y añora los tiempos de la dictadura militar. Debería ocuparse de la corrupción en su sistema de justicia, gobierno y familia. Es el líder del incremento de la desigualdad en Brasil», dijo Rodríguez.