Por Nabih Yussef*

El histórico Acuerdo de París sobre el cambio climático tuvo el ambicioso proyecto mundial de reducir la emisión de gases de efecto invernadero o “emisiones GEI”, para así contener la temperatura de la tierra por debajo de los 2 grados Celsius.

Un 22 de abril de 2016, la Conferencia de las Partes (COP21), dio el primer paso para la ratificación del acuerdo sobre cambio climático, siendo firmantes 195 países de la convención. Este verdadero hito, sustituyó con creces el Protocolo de Kioto sobre el cambio climático, e incorporó en la mesa de negociación a Estados Unidos y China, principales responsables de la contaminación global.

Sin embargo, y a pesar de los esfuerzos de la comunidad internacional en moldear un acuerdopara la firma de Estados Unidos, el gigante norteamericano anunció que no se plegaría al Acuerdo de París, ya que supondría “la pérdida de trabajo norteamericano y de la competitividad estadounidense”.[1]

Washington históricamente entendió que contener las emisiones GEI de su industria, supondría costes económicos de significancia y perjudicaría la competencia con China, que mantiene su moneda devaluada y los salarios bajos para ganar mercados internacionales. No obstante, China adhirió al Acuerdo de París comprometida en su propio territorio con detener el avance de la contaminación. Esto suponía que haría cambiar la posición de la Casa Blanca frente a los acuerdos climáticos. Pero pese a ello, el cambio no ocurrió y Donald Trump retiró el compromiso norteamericano dejando a la diplomacia internacional en una situación incómoda.

El daño a los esfuerzos diplomáticos en materia de reducción del impacto ambiental, son muchos. El pacto entra en vigor en 2020, y cada cinco años los países deberían revisar los compromisos asumidos. Pero ¿cómo asegurar la reducción de la contaminación en los países, cuando uno de sus principales contaminantes no coopera para frenar el cambio climático? Hoy las metas de reducción aparecen como objetivos éticamente difíciles de cumplir, mucho más si Estados Unidos no lo hace.

El planeta tiene actualmente 7.300 millones de habitantes y alcanzará los 8.500 millones en 2030, hasta llegar a los casi 10.000 millones en 2050.[2] El nivel de crecimiento exponencial de la población mundial y el mantenimiento de los actuales modelos de producción, podrían llevar los niveles de dióxido de carbono (CO2)[3] y metano (CH4) a niveles insostenibles para la vida en la tierra.

 

* Analista internacional, subdirector de www.CEIEP.org

[1]  The White House, President Trump Makes a Statement Regarding the Paris Accord, Washington, 2017.

[2] United Nations, World Population Prospects, Department of Economic and Social Affairs, 2015.

[3] Banco Mundial, indicadores de CO2 (kt),Centro de Análisis de Información sobre Dióxido de Carbono, División de Ciencias Ambientales del Laboratorio Nacional de Oak Ridge.