Esta semana hubo un nuevo episodio de Café Internacional por la pantalla de Conclusión TV, en el cual se trataron los temas principales de la política internacional de las últimas jornadas. En primera instancia, la noticia que fue objeto de análisis en la región de Medio Oriente se vincula con el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre la República Islámica de Irán y el Reino de Arabia Saudita.

El acontecimiento es novedoso debido a que ambos países tienen una rivalidad histórica, que tuvo su punto álgido en 2016 con la ruptura del vínculo diplomático, pero cuyos orígenes se remontan hasta la época de la Revolución Islámica en Irán en 1979. Desde aquel momento, Irán comenzó a disputar el liderazgo que Arabia Saudita supo ejercer en Medio Oriente y en el mundo musulmán sostenido, fundamentalmente, por ser el guardián de los lugares más sagrados del Islam: las ciudades de Medina y La Meca.

La revolución iraní puso en juego esta condición de protagonismo de Arabia Saudita, fundamentalmente por las diferencias sectarias que se viven al interior del Islam. Mientras que los saudíes practican el Islam sunnita, el credo mayoritario que llega aproximadamente a 1.500 millones de personas, Irán es el principal territorio donde se practica el Islam shiíta. Esta diferencia es clave para entender la dimensión identitaria que permea esta rivalidad.

Sin embargo, el factor religioso convive con otras dimensiones estrictamente políticas y militares que persisten desde la época de la guerra fría, en la cual Arabia Saudita tuvo posiciones más cercanas al liderazgo norteamericano mientras que Irán ejerció vínculos más estrechos con la Unión Soviética. Más recientemente, ambos países son rivales en algunos de los conflictos presentes en Medio Oriente, como la guerra en Yemen y en Siria.

Por otro lado, y trascendiendo lo estrictamente bilateral entre ambos países, el hecho preponderante de este acontecimiento radica en que el país que medió entre ambos actores y que albergó las negociaciones fue la República Popular China. Tras el acuerdo alcanzado en Beijing, China se anotó un triunfo diplomático con un cambio en la política hacia Medio Oriente, donde solo se destacaba por su protagonismo comercial. Con este nuevo proceso, China protagoniza un cambio geopolítico en la región con una nueva posición política en una zona que tenía como potencia omnipresente y externa, de manera tradicional, a los Estados Unidos.

El análisis del tema se completó con la entrevista realizada a Eric Quinteros, miembro del Grupo de Estudios sobre Medio Oriente de la Universidad Nacional de Rosario y del Instituto Rosario de Estudios sobre el Mundo Árabe e Islámico (IREMAI). Quinteros dio un panorama amplio sobre el rol de China en la región, además de realizar un análisis histórico de las últimas décadas sobre la relación entre saudíes e iraníes, incorporando a la exposición factores clave como el conflicto yemení y la situación en Israel, que ha sido también uno de los grandes perdedores tras la celebración de este acuerdo.

Seguidamente, Ordoñez y Toffoli -los conductores del programa- contaron lo sucedido en San Diego, en la frontera sur de los Estados Unidos, donde el presidente de ese país, Joe Biden, y los Primeros Ministros Anthony Albanese y Rishi Sunak de Australia y el Reino Unido, respectivamente, dieron inicio formal a la alianza AUKUS, un acrónimo utilizado para la inclusión de los tres países y que refiere a un esquema de cooperación militar a partir del cual se dotará de submarinos de propulsión nuclear a Australia.

Este hecho, anunciado en septiembre de 2021, y que comienza a concretarse ahora con el anuncio de la cesión de 5 submarinos a Australia para el año 2027, tiene un destinatario claro: China. Esta alianza militar es la respuesta a la expansión china en la zona del Indo – Pacífico, una región donde Estados Unidos ha posado sus ojos y construido otros esquemas militares que intentan limitar el poderío político y militar de Beijing.

Mediante AUKUS, Biden se ha comprometido a realizar una transferencia tecnológica inédita hacia Australia, que verá fortalecidas sus capacidades navales en una región donde es cada vez más probable que los conflictos se acentúen por varias razones, además de la rivalidad creciente entre Washington y Beijing: la hipótesis de conflicto en torno a Taiwán; el comportamiento de Corea del Norte y los diferendos territoriales en torno al Mar de la China Meridional, entre otros.

El acontecimiento tiene implicancias también para el Reino Unido, que privilegia una vez más su alianza estratégica con Estados Unidos y profundiza sus vínculos con actores fuera de Europa, como el caso de Australia.

Finalmente, el último tema que se ha abordado fue el referido a las protestas en Francia. Desde hace casi 2 meses, miles de franceses han salido a las calles y llamado a huelgas para manifestarse en contra de pensiones que impulsa el gobierno de Emmanuel Macron.

La reforma, que busca aumentar la edad para jubilarse a 64 años e incrementar la cantidad de años trabajados para percibir una pensión completa a 43, ha encontrado resistencia en las calles. Una resistencia encabezada por los sindicatos franceses, que implicó paro de trenes, bloqueo de refinerías y aeropuertos y huelga en la recolección de residuos, entre otras medidas.

Las especulaciones giran en torno a los acuerdos que debe tejer el partido de Macron con otros sectores de la derecha en el Parlamento para poder consagrar la ley. No obstante, muchos afirman que, probablemente, el presidente la implemente mediante un decreto o una ordenanza, que implicaría un atajo al trámite legislativo, con los riesgos que implica que se eleve la conflictividad social.

Como todos los miércoles, los invitamos a ver los programas de Café Internacional, donde se tratan de comprender, analiza y comunicar estos temas y otros en todas las latitudes del mundo.