El ministro británico para el Brexit, David Davis, renunció a su cargo este domingo, un golpe para la primera ministra Theresa May, que rápidamente nombró a su sucesor para cerrar filas en torno a un plan para mantener lazos económicos fuertes con la Unión Europea tras abandonar el bloque.

El euroescéptico Dominic Raab, hasta ahora secretario de Estado para el Brexit, fue ascendido a titular del ministerio en sustitución de Davis.

«La reina se complace en aprobar el nombramiento del diputado Dominic Raab como ministro para la Salida de la Unión Europea», anunció Downing Street, unas horas después de la renuncia de Davis en protesta por los planes de May de mantener vínculos económicos fuertes con la UE tras la salida del bloque.

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Raab, de 44 años, diputado desde 2010, hizo campaña a favor de la salida de la UE en el referéndum de 2016.

A nueve meses de que se materialice la salida de la UE, en marzo de 2019, Raab afronta el desafío de ultimar todavía grandes cuestiones en las negociaciones, como el futuro de las relaciones comerciales o de la frontera norirlandesa, la única terrestre entre el Reino Unido y la UE.

Davis dimitió porque considera que el plan de May dejará al Reino Unido, «en el mejor de los casos, en una posición débil de negociación».

Según la prensa británica, el secretario de Estado para el Brexit, Steve Baker, también dimitió. Asimismo, el ministro de Relaciones Exteriores británico Boris Johnson presentó su dimisión, anunció este lunes Downing Street, en plena guerra en el seno del gobierno por el rumbo del Brexit.

«Esta tarde, la primera ministra aceptó la renuncia de Boris Johnson como ministro de Exteriores. Su sustituto se anunciará en breve», dijo la oficina de Theresa May en un comunicado.

Johnson no ha dado explicaciones sobre su decisión, pero era un conocido euroescéptico y se sospecha que haya seguido el camino de Davis.

Estas renuncias se producen días después de que el Ejecutivo aprobara un plan para desbloquear las negociaciones con Bruselas.

Para Davis, el plan «hará que el presunto control del parlamento sea más una ilusión que una realidad».

Y fue especialmente crítico con la propuesta de un «reglamento común» para permitir el libre comercio de bienes, al considerar que «se entrega a la UE el control de amplios sectores de nuestra economía, y claramente no nos devuelve el control de nuestras leyes en ningún sentido real».

Escenario de conflicto

En su primera entrevista tras la dimisión, Davis dijo a la radio BBC que no pretendía hacer caer a May ni encabezar un levantamiento, pero la posibilidad es real, dada la debilidad parlamentaria de la primera ministra.

«Es una buena primera ministra», argumentó Davis, aunque expresó su esperanza de que su renuncia sirva para «presionar para que no se hagan más concesiones» a Bruselas.

May respondió en una carta diciendo que su plan para el Brexit «significará sin duda el regreso de poderes de Bruselas al Reino Unido» y que está en línea con su compromiso de abandonar el mercado único europeo y la unión aduanera.

«Me gustaría agradecerle sinceramente por todo lo que hizo en los dos últimos años como ministro para dar forma a nuestra salida de la UE», dijo la primera ministra británica.

Davis, un euroescéptico de larga data, fue designado hace dos años para dirigir el recién creado Departamento para la Salida de la Unión Europea después de que los británicos votaran en un referéndum a favor de abandonar el bloque.

Por su parte, Jacob Rees-Mogg, defensor de un Brexit duro, dijo a la cadena Sky News: «Esto plantea preguntas serias sobre las ideas de la primera ministra. Si el ministro del Brexit no puede apoyarlas, no deben de ser muy buenas propuestas».

Ian Lavery, presidente del Partido Laborista, la principal formación de oposición, consideró que «esto es un caos absoluto y a Theresa May ya no le queda autoridad».

May tiene previsto declarar ante el parlamento este lunes para explicar su plan de que Reino Unido adopte las normas europeas sobre el comercio de bienes, algo que enfada a los diputados de su propio partido, que quieren una ruptura clara con Europa, y a los empresarios, que creen que la propuesta aún provocará daños económicos.