En medio del escándalo por la manipulación de datos de las víctimas del coronavirus, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, reconoció este lunes que las protestas que piden su renuncia le “preocupan”, pero afirmó que ganará “la guerra” y que el país no girará “a la izquierda”, al tiempo que reiteró que su gobierno no es el responsable por los más de 37.000 muertos y el desempleo causados por la pandemia.

El escándalo generado por la alteración de datos del Ministerio de Salud -que lo atribuye a un error- abrió la semana de Bolsonaro, que por primera vez aceptó que las protestas opositoras del domingo pueden erosionar al gobierno.

En paralelo, la mitad de los shoppings del país comenzó a funcionar con restricciones.

San Pablo, el epicentro del brote en el país, espera haber llegado a la “meseta” de contagios, mientras que Fortaleza, capital de Ceará, tercer estado más perjudicado por el coronavirus, abrió el comercio callejero y se generaron aglomeraciones de clientes en sus calles peatonales de comercio popular.

Mientras la apertura que tanto exigió avanza, Bolsonaro no logra frenar la tensión política.

En el Palacio de la Alvorada, ante militantes que grabaron su declaración, el presidente reconoció hoy que las protestas del fin de semana contra su gobierno son «el gran problema del momento» y afirmó que va a vencer «esta guerra» y evitará que Brasil «gire a la izquierda».

Bolsonaro no se refirió directamente a la omisión de datos del Ministerio de Salud, que institucionalmente generó una reacción de los estados y, principalmente, del presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia.

«Jugar con la muerte es perverso. Al alterar los números, el Ministerio de Salud tapa el sol con la mano. Hay que recuperar la credibilidad de la estadística. Un ministerio que tortura números crea un mundo paralelo para no enfrentar la realidad de los hechos», denunció Maia.

Varios opositores pidieron convocar al ministro de Salud, el general Eduardo Pazuello, quien por orden de Bolsonaro decidió alterar el conteo de fallecidos diarios y también la forma de divulgación, sin dar detalles sobre edades, clases sociales, lugar o enfermedades preexistentes.

El modelo que funcionó con los dos ministros de Salud anteriores -Luiz Mandetta y Nelson Teich, que renunciaron en medio de la pandemia por divergencias con Bolsonaro- está siendo alterado por los al menos 12 militares que asumieron en la segunda y tercera línea de la cartera sanitaria.

Este domingo, el Ministerio de Salud envió un link de su página web en la que informaba de 1.382 muertos registrados en las últimas 24 horas pero media hora después redujo esa cifra a 525 y hoy negó una intención de manipulación y atribuyó “el error” a un conteo realizado dos veces.

La estrategia es no incluir los casos acumulados y sí apenas los de los fallecidos en las últimas 24 horas e informarlos cerca de las 22.

Las secretarías de Salud de los estados prometieron una divulgación de los casos antes del Ministerio de Salud, mientras que lo mismo hicieron los principales medios de comunicación privados, como Folha de Sao Paulo, O Estado de Sao Paulo y Globo.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) se refirió al tema.

«Esperamos y confiamos en que cualquier confusión que pueda existir hasta el momento pueda ser resuelta y que el gobierno de Brasil y los estados continúen comunicando de una forma coherente y transparente a sus ciudadanos», dijo el director del Departamento de Emergencias Sanitarias de la OMS, Mike Ryan.

El diario Valor informó que hasta la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin) está sorprendida por del control que tomaron los militares en el Ministerio de Salud, ya que la central de espionaje realiza informes diarios al presidente con datos consolidados y proyecciones

Bolsonaro dijo que sus opositores están “mostrando las cartas” y adelantó que una de sus iniciativas que tomará para defender al gobierno será el nombramiento de un juez de la corte suprema en noviembre, cuando se jubile Celso de Mello, el magistrado del máximo tribunal que lo investiga por obstrucción a la justicia.

«Vamos a vencer esa guerra que está ahí. Brasil no girará a la izquierda, no va a hundirse. No será una Venezuela como algunos quieren», afirmó el presidente.

Además, aseguró que sus seguidores deben «olvidarse de leer diarios como Folha de Sao Paulo u O Globo porque llaman a los manifestantes opositores como ‘pro-democracia'».

«Son treinta años de adoctrinación de los brasileños, masificando, formando militantes», dijo, tomando en cuenta que para los bolsonaristas estos medios privados que respaldan su plan económico ultraliberal son «izquierdistas» o «comunistas».

En este contexto de creciente beligerancia política, dos hombres arrojaron tinta roja en la puerta del Palacio del Planalto y escaparon, como forma de protesta contra la acción de Bolsonaro ante la Covid-19.

El presidente insistió en que la responsabilidad de ‘las muertes y el desempleo» provocados por la pandemia es de los gobernadores e intendentes porque «el Supremo Tribunal Federal les dio autonomía para decidir» sobre las medidas de prevención.

Mientras tanto, San Pablo, que tiene más de 9 mil muertos por Covid-19 y es el epicentro de la pandemia en Brasil, informó que tiene menos del 80% de sus camas de terapia intensiva ocupadas, y argumentó que esto permite vislumbrar una fase de apertura del comercio.

En Rio de Janeiro, un juez suspendió la flexibilización de las medidas de aislamiento social hasta tener mayor certeza sobre la apertura de shoppings y la autorización de partidos de fútbol, autorizadas por el gobernador Wilston Witzel.

El miércoles se iniciará una ronda de información sobre la flexibilización del aislamiento social y luego se decidirá si puede avanzar.

Brasil contabilizaba 707.412 casos confirmados de coronavirus (15.654 en las últimas 24 horas) y 37.134 muertes por la enfermedad (679 nuevas), informó esta noche el Ministerio de Salud.