El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo este domingo a los líderes árabes que su país seguía comprometido con Medio Oriente y no cedería influencia «para que la llenen China, Rusia o Irán», en el marco de una cumbre en Arabia Saudita que cerró un viaje por la región, que tuvo como gran objetivo impulsar la producción de petróleo para mitigar la disparada de precios que provocó la guerra en Ucrania.

«No nos alejaremos ni dejaremos un vacío para que lo llenen China, Rusia o Irán», afirmó Biden durante la cita que tuvo lugar en Yeda, a orillas del mar Rojo, informó la agencia de noticias AFP.

Biden aprovechó el encuentro para hablar de la volatilidad de los precios del petróleo y expuso su visión sobre el papel de Washington en la región para no ceder influencia a Rusia y China.

En esa línea, prometió un paquete de 1.000 millones de dólares para la seguridad alimentaria en Medio Oriente y el norte de África, amenazada desde la invasión rusa de Ucrania.

Esa guerra puso de manifiesto una divergencia antes impensable entre Washington y los principales aliados de Medio Oriente, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos (EAU), gigantes petroleros cada vez más independientes en la escena internacional.

Los ricos países del Golfo, que reciben a las tropas estadounidenses y apoyaron a Washington durante décadas, se abstuvieron de apoyar al gobierno de Biden en su intento de aislar al Kremlin.

Los analistas afirman que esta nueva postura revela un punto de inflexión en las relaciones del Golfo con Estados Unidos.

En ese marco, la Casa Blanca parece estar dispuesta a un nuevo acercamiento con Arabia Saudita, que fue un aliado estratégico de Estados Unidos, además de un importante proveedor de crudo y ávido comprador de armas.

Washington quiere que el mayor exportador mundial de petróleo potencie el suministro para bajar los precios de los combustibles y reducir así el incremento inflacionario en su país y en el mundo.

En la cumbre, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salman, criticó las «políticas poco realistas» para reducir las emisiones de gases contaminantes y defendió los combustibles fósiles, claves para la economía del mayor exportador de petróleo en el mundo.

«La adopción de políticas poco realistas para reducir las emisiones, excluyendo las principales fuentes de energía, provocará en los próximos años una inflación excepcional y un aumento de los precios de la energía», destacó el príncipe heredero.

Por su parte, el emir de Qatar, Tamim bin Hamad al Thani, pareció escuchar los pedidos de Biden y se comprometió a trabajar junto a otros líderes árabes para garantizar el «continuo flujo» de los suministros de energía y aliviar la repercusión de la guerra en Ucrania sobre la economía mundial.

«Qatar, en solidaridad con las víctimas y apoyo a los esfuerzos políticos para poner fin a esa guerra, no escatimará esfuerzo para trabajar con sus socios en la región y el mundo con el fin de garantizar el continuo flujo de los suministros de energía», dijo.

En otro gesto de acercamiento, Biden invitó a su homólogo emiratí, el jeque Mohamed bin Zayed Al-Nahyan, a ir Washington antes de que acabe el año.

Este sábado, el presidente estadounidense se reunió con el rey Salman de Arabia Saudita y con el príncipe heredero bin Salman que, según las agencias de inteligencia estadounidenses, «aprobó» la operación de 2018 que acabó con la vida del periodista Jamal Khashoggi.

El príncipe heredero siempre negó cualquier implicación en la muerte de Khashoggi, que fue asesinado en el consulado del reino en Estambul. Sus restos nunca fueron encontrados.

En su discurso de apertura de la cumbre, el monarca saudita dijo que esperaba que se «estableciera una nueva era de cooperación conjunta, para servir nuestros intereses comunes y mejorar la seguridad y el desarrollo en esta región vital para todo el mundo».

Estados Unidos y Arabia Saudita firmaron ayer 18 acuerdos en energía, espacio, salud e inversión y el propio Biden admitió que está «haciendo todo lo que se pueda para aumentar el suministro (de petróleo)», pero añadió que los resultados concretos no se verán «hasta dentro de un par de semanas».

Por otro lado, la Casa Blanca aprovechó el viaje para impulsar la integración entre Israel y los países árabes.

Arabia Saudita se negó a unirse a los Acuerdos de Abraham, auspiciados por Estados Unidos, que en 2020 propiciaron los vínculos de Israel con Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.

El país ratificó en estos días que mantendría la tradicional postura de la Liga Árabe de no tener relaciones con Israel mientras persista el conflicto con los palestinos.

Sin embargo, mostró ciertas señales de apertura: el viernes anunció el levantamiento de restricciones de sobrevuelo para aviones que viajan hacia y desde Israel, lo cual Biden calificó como «histórico».

El primer ministro israelí, Yair Lapid, fue más allá al afirmar que se trata del «primer paso oficial en la normalización con Arabia Saudita».

Pero el canciller de Arabia Saudita, el príncipe Faisal bin Farhan, aclaró este domingo que la decisión «no tuvo nada que ver con los nexos diplomáticos con Israel».