Ladrillo a ladrillo y viga a viga, los restauradores se esmeran en limpiar los barracones 7 y 8 del campo de exterminio nazi de Auschwitz- Birkenau con el fin de preservar este símbolo del Holocausto para las futuras generaciones.

«Es el mayor proyecto de restauración en la historia del museo de Auschwitz-Birkenau», afirmó a la AFP Pawel Sawicki, portavoz del mismo, una tarea «sin precedentes en el mundo».

Junto con las ruinas de las cámaras de gas y de los crematorios, estos edificios recuerdan que los nazis exterminaron a aproximadamente 1,1 millones de personas, de las cuales un millón de judíos en este campo instalado en el sur de Polonia ocupada por los nazis.

«La restauración de un barracón exige un enfoque completamente diferente al de una iglesia, por ejemplo, en la que el objetivo es devolverle el aspecto original, o sea el más bello posible», explica Ewa Cyrulik, la restauradora a cargo de la obra. «Aquí la meta es dejar todo como está».

«El mayor halago para nosotros es cuando nos dicen que nuestra tarea no se nota», recalca. Es complicado porque nadie, antes, se ha dedicado a la preservación de estos edificios.

«Mis colegas, especialistas en construcción, se rieron cuando les expliqué lo que hacía. Me dijeron que sería más fácil tumbar este muro y reconstruirlo ladrillo a ladrillo que restaurarlo como lo estamos haciendo», explica Szymon Jancia, al frente de las obras.

Pero como recalca Cyrulik: «La gente viene justo para ver objetos y edificios auténticos».

Estos dos barracones son algunos de los más antiguos del campo de concentración. Están cubiertos por inmensas carpas blancas de 12 metros de alto, para protegerlos.