Carlos Alvarado, polítólogo, escritor, periodista y rockero, asumió hoy la presidencia de Costa Rica en un acto celebrado en la Plaza de la Democracia y de la Abolición del Ejército, con lo que se transformó, a sus 38 años, en el mandatario más joven de América Latina.

El flamante presidente, ni bien asumió el cargo, llamó a «resolver de una vez por todas los riesgos de tener un alto déficit fiscal».

«Esta será la quinta administración que, de manera sucesiva, tendrá que lidiar con este tema, con una diferencia radical con relación a las cuatro anteriores: el tiempo está a punto de agotarse para hacer esta reforma», enfatizó tras ser juramentado y recibir la banda presidencial de manos de la presidenta del Parlamento, Carolina Hidalgo, de su mismo Partido de Acción Ciudadana (PAC), igual que su antecesor, Luis Guillermo Solís.

Alvarado procura la aprobación del proyecto de Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, que se tramita mediante una vía rápida en el Congreso y fue presentado por la administración saliente de Solís.

El presidente número 48 de Costa Rica reiteró su compromiso de reducir el déficit fiscal del país, para el 2022, de un 6,2% a un 3% del producto interno bruto (PIB).

Para cumplir esa meta, Alvarado también planteó, según el diario local La Nación, la necesidad de mejorar la recaudación fiscal y recortar gastos en esfera pública y estatal.

«Lucharemos decididamente contra la evasión, contra el contrabando, contra la subfacturación, trabajaremos en reducir la informalidad», dijo en su discurso de asunción, y aseguró que mantendrá «una firme disciplina fiscal» y que será «riguroso en el control del gasto público».

En el acto, del que participaron entre 2.000 y 5.000 personas, según evaluaron las agencias EFE y DPA, respectivamente, estuvieron presentes 108 representaciones internacionales y 7 presidentes o jefes de gobierno.

Los mandatarios que participaron de la asunción de Alvarado fueron Juan Carlos Varela, de Panamá; Jimmy Morales, de Guatemala; Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador; Lenín Moreno, de Ecuador; Evo

Morales, de Bolivia; y Danilo Medina, de República Dominicana, así como la primera ministra de Aruba, Evelyn Wever-Croes.

Antes y después de asumir el mando, por un período de cuatro años, el nuevo gobernante prometió convertir a Costa Rica, un pequeño país centroamericano de 4,9 millones de habitantes y 51.100 kilómetros cuadrados, en una nación desarrollada.

«Espero hacer de Costa Rica un país desarrollado, y prepararlo para celebrar, en el 2021, el gran bicentenario de la independencia» de España, dijo el ganador de la segunda vuelta electoral.
Alvarado, ex ministro de Desarrollo Humano y de Trabajo de su antecesor Solís, se define como «progresista» y también se autoproclama, dada su juventud, como intérprete de las nuevas generaciones de costarricenses y como un símbolo de unidad intergeneracional.

El año pasado se lanzó a la carrera política al presentar y ganar la candidatura presidencial del PAC y no fue hasta una semana antes de los comicios del 4 de febrero cuando su figura emergió, en situación parecida a lo que ocurrió con su rival en la segunda vuelta del 1 de abril, el predicador evangélico Fabricio Alvarado.

Esto generó una segunda campaña muy polarizada entre el predicador evangélico opuesto al reconocimiento de derechos al colectivo LGTBI (lesbianas, gays, transexuales, bisexuales e intersexuales) como el matrimonio igualitario, y el ahora presidente, favorable a una apertura hacia esas minorías, que triunfó con el 60,59% de los votos.

«Lucharé por una Costa Rica mejor y por la inclusión y la igualdad de oportunidades», insiste en sus declaraciones.

El desde hoy presidente de Costa Rica es autor de tres novelas: «La historia de Cornelius», «Las posesiones» y «Temporada en Brighton». Tiene además una maestría en desarrollo en la universidad de Sussex, Inglaterra.