Crédito: Vladyslav Musiienko/ Reuters

Los sacerdotes dominicos están tratando de llevar alimentos y ayuda médica a los pueblos recientemente liberados de la ocupación rusa. Entre otros lugares en los que hicieron presentes llegaron a Kherson, donde la situación es dramática. “Esta ciudad está muy herida, es difícil encontrar gente en las calles, los comercios están cerrados, allí se necesita de todo”, dijo a Radio Vaticano el superior de los dominicos en Ucrania. Mientras tanto, los soldados que luchan en el frente, apelan a las autoridades locales para que «no priven a nuestros seres queridos del ambiente festivo de la Navidad».

El padre Krawiec recordó que el grupo más numeroso en este país son los ortodoxos y los católicos orientales, por lo que su celebración comenzará más tarde que el rito católico romano. El sacerdote evocó un villancico ucraniano de 1946, lleno de dolor y sufrimiento. “El destino que parecía ser historia antigua de generaciones pasadas vuelve a nosotros en la forma de la guerra presente”, subrayó el sacerdote y confesó que hay una discusión en Ucrania sobre si y cómo se deben celebrar las fiestas en la situación actual.

“En muchas ciudades y pueblos, las autoridades ya anunciaron que no es momento de grandes celebraciones. Si la gente no tiene luz ni electricidad, ahora es difícil iluminar las calles o instalar cualquier tipo de iluminación. Por otro lado, también hay voces de soldados que luchan en el frente, que dicen que luchan por la normalidad de sus familias e hijos. Apelan a las autoridades locales: “No priven a nuestros seres queridos de este ambiente festivo”, reclaman los soldados. “La guerra misma y el odio ruso destruyen y quitan la cotidianidad de la vida, así que celebremos», manifestaron los combatientes.

Espero que estas fiestas navideñas se vivan en familia, aunque ciertamente también con algo de dolor, porque es difícil imaginar o encontrar una familia en Ucrania que no haya sufrido a consecuencia de la guerra, que no tenga en esta mesa navideña, algún miembro de su familia que no esté peleando en el frente, o que muriera o que regresó herido.

El cardenal Konrad Krajewski, limosnero apostólico, se encuentra de nuevo en Ucrania para llevar la caridad del Papa en vísperas de la Navidad a la población herida por el conflicto y sus consecuencias.

Llegó a Leópolis conduciendo una gran furgoneta vaticana («la más grande que podía conducir») con una luz intermitente prestada por los gendarmes y, en su interior, un cargamento de casi 40 generadores eléctricos y buena parte de las camisetas térmicas que el Dicasterio para la Caridad está recogiendo para aliviar a los ucranianos de la temperatura que ha descendido hasta 15 grados bajo cero en los últimos días.

El cardenal estuvo en las últimas horas en Polonia, en la ciudad fronteriza de Przemy, donde llegaron dos camiones con más camisetas y generadores. Se entregaron a la Cáritas local, que desde hace más de nueve meses trabaja sin descanso para acoger y ayudar a los refugiados, especialmente a las mujeres con sus hijos, muchos de los cuales han huido de las regiones del Donbás.

Tras haber cruzado la frontera: «No es fácil -contó el Limosnero a los medios vaticano- hay colas de 8 a 15 horas. El procedimiento es largo, pero sobre todo a causa de la mucha nieve que no se ha retirado, las carreteras de entrada y salida están todas bloqueadas. Había una cola de 30 kilómetros de camiones parados y los camiones bloquean tres cuartas partes de la carretera». Sin embargo, gracias a su pasaporte diplomático, Krajewski consiguió pasar rápidamente: «Cinco minutos en Polonia, cinco minutos en Ucrania. El tiempo justo para los controles… Son muy amables cuando ven que el coche del Vaticano trae ayuda».

Para el cardenal Konrad Krajewski, el tiempo es un factor clave: llegar rápidamente a las zonas de guerra con camisas térmicas y generadores también puede «salvar vidas». El frío y la imposibilidad de disponer de energía continua para calentar, cocinar e iluminar los pisos es el angustioso reto al que se enfrentan los ucranianos en estos meses de invierno tras la destrucción de numerosas infraestructuras.

«La Limosnería Apostólica se asegura de que todas las cosas lleguen a su destino y también de que consigamos superar el problema de la frontera ucraniana», manifestó Krajewski.

«Me comprometo a hacer estos pasajes», dijo el cardenal. «Seré conductor precisamente para poner en marcha los camiones lo antes posible. Hay dificultades que ni siquiera conocemos, pero cuando se quiere todo se hace posible. Quiero dar las gracias a nuestros donantes y asegurarme de que todas las donaciones lleguen rápida y directamente».