Por Alejandro Maidana

Las acciones de odio se multiplican al calor de los discursos que se expanden y amplifican desde los distintos medios de comunicación imperantes. Una peligrosa declaración de supremacismo que busca desde el más rancio conservadurismo, seguir adelante con el deshumanizante segregacionismo que busca una y otra vez, continuar acorralando los derechos de las minorías.

La reaparición de algunos sectores vinculados a la ideología fascista en Europa, léase España con VOX y la altisonante irrupción de Giorgia Meloni en Italia, nos muestran la cara más oscura de una política que se autoproclama cristiana, pero que lejos está de ver al migrante o a las diversidades sexuales como sujetos de derechos. La rigidez dogmática como bandera, proclamas que lejos están de ir en búsqueda de una sociedad equitativa en donde ningún ser humano, sea considerado ilegal, y la elección sexual no sea motiva de rechazo.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), define a los discursos de odio como “cualquier tipo de comunicación verbal, escrita o conductual, que ataca o utiliza lenguaje peyorativo o discriminatorio con referencia a una persona o un grupo sobre la base de quienes son. En otras palabras, sobre la base de su religión, etnia, nacionalidad, raza, color, ascendencia, género u otro factor de identidad.

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A nivel internacional los discursos de odio están relacionados con minorías, pero las dos convenciones existentes, como lo son el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y la Convención Americana de Derechos Humanos, son más abarcativas respecto de los grupos de personas. Tiempos aciagos que vuelven a proyectar como a lo largo de la historia, posicionamientos violentos que, debido al amplio abanico mediático con el que cuentan en los tiempos modernos, pueden construir subjetividades en base al odio con mayor eficacia.

Un ataque vandálico con simbología y consignas deleznables

La Vulvería es un espacio cultural que se gestó en forma colectiva, donde quienes integran el colectivo enfrentan sus conflictos. construyendo posibilidades que ayuden a superar las desigualdades por orientación sexual y expresión de género que viven. Un lugar que brinda la posibilidad de crear vínculos más sanos, para de esa manera poder construir redes que crucen todo tipo de fronteras, y que son plurinacionales y feministas.

“Las acciones de odio se dieron sobre el mural de la fachada, pero por sobre todo en donde dice Biblioteca Popular Lesbofeminista y la wiphala. La situación nos llama mucho la atención y la podemos contextualizar con el acercamiento del Encuentro Nacional de Mujeres, lo concreto es que el símbolo que utilizaron para intervenir la whipala es el de Cristo Vence, el mismo que utilizaron quienes bombardearon la Palza de Mayo en 1955”, le dijo a Conclusión María Eugenia Sarrias, activista lesbofeminista de la organización Lxs Safinas.

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El otro símbolo que irrumpió y trastocó los días de quienes habitan La Vulvería fue el del “Ojo de la providencia”, o también conocido como el “Ojo que todo lo ve”. Esta simbología la utilizaron sobre la parte de la fachada en donde se referencia a la Biblioteca Popular Lesbofeminista, cabe destacar que esto no representó el final de la vandalización del sitio cultural, ya que doblegarían la apuesta. “También nos pintaron la placa de reconocimiento que nos dio el estado municipal, allí tacharon el nombre de nuestra organización. Consideramos que esta es una nueva avanzada antiderechos, esta agresión podría provenir, como no, desde el mismo movimiento de mujeres ya que hay resistencia por parte de un sector a que las diversidades integren el próximo encuentro”.

La cosecha de denuncias por agresiones y amenazas, no cesa dentro del colectivo de lesbianas, situación que debe generar el repudio generalizado. “Las causas no se investigan como debieran, de hecho, una de las veces que nos amenazaron con quemarnos con cinco bidones de nafta, la respuesta del MPA fue intentar una mediación con la persona que nos amenazó de muerte. Exigimos que se investiguen tanto los últimos actos de odio, como todos aquellos que venimos padeciendo como organización y colectivo, en la zona de La Vulvería hay cámaras que podrían haber captado el momento del ataque, fiscalía ya las solicitó. Deseamos se pueda llegar a dar con quienes atentaron mucho más que contra una fachada”, concluyó María Eugenia Sarrias.