Por Gisela Gentile

Si bien en diferentes ámbitos podemos observar un cierto relajamiento brindado por la flexibilización de las restricciones y el amesetamiento de los casos, lejos estamos de haberle ganado la batalla al coronavirus.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) alertó la semana anterior que la variante Delta de Covid-19, la cepa que originalmente fue registrada en India y con un poder de contagio muy elevado, se convertirá en la dominante en el mundo en los próximos meses. Situación que podría empujar aún más la curva global en alza de contagios.

«En torno a los números, la variante Delta ya fue detectada en más de 130 países y territorios, número que se modifica y aumenta semana tras semana, y representa más de tres cuartas partes de las muestras secuenciadas en muchos países», explicó la OMS en su informe epidemiológico semanal.

Si bien otras variantes como Alfa, Beta y Gamma han crecido en diferentes territorios, ninguna creció tanto en estas últimas semanas como la Delta. Desde dicha Organización destacaron que se espera que el número acumulado de casos notificados en todo el mundo pueda superar los 200 millones.

Esta situación global que afectará, a medida que vayan pasando las semanas, a todo el planeta, viene a reforzar la idea de la necesidad de la inoculación. Si bien existen grupos que sostienen un discurso «antivacuna», con pocos fundamentos científicos, buena parte de la población celebra que las políticas de salud pública estén enfocadas en que la vacunación llegue a la gran mayoría.

En este contexto, el médico infectólogo y vice decano de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNR, Damián Lerman dialogó con Conclusión sobre la necesidad de que la mayor cantidad de la población esté inoculada. “Las vacunas están diseñadas en función de protegernos frente a un agente infeccioso, que puede ser un virus, una bacteria, etc. Cada vacuna tiene sus propias particularidades, pero todas tienen en común que van a producir un mejoramiento de la respuesta de las defensas de los híbridos frente al microorganismo del que queremos defendernos”.

No todas son iguales, pero sí son configuradas para un mismo fin. “Cualquier vacuna que veamos en el mercado tiene la particularidad de no ser efectiva en un 100%, por lo tanto, son muy útiles en su gran proporción, pero como todas las cosas tienen sus acepciones. Particularmente las vacunas contra el Coronavirus fueron diseñadas de diferentes maneras, con diversos compuestos, teniendo todas ellas un alto nivel de eficacia. Y como te mencionaba anteriormente, no escapa a la regla de que no son 100 % eficaces ¿Esto último qué nos dice? Que las personas aun estando vacunadas pueden contagiarse y aun estando vacunadas pueden morirse”.

Pero como la eficacia es muy alta, la capacidad de contagio se reduce enormemente cuando utilizamos las vacunas. “Y aún más la posibilidad de ser internado por una afectación grave y por supuesto de morirse. Es allí donde radica el punto más importante de la vacuna porque, en su gran proporción, evita el ingreso a las terapias intensivas, internación y por supuesto la muerte. De esta manera conseguimos que no se sature el sistema de salud y por ende se puede continuar con el funcionamiento normal y que todos puedan ser atendidos como corresponde”.

Impiden en gran parte el contagio, pero no del todo, y lo impiden en proporción mucho menor que la muerte. “Por lo tanto, uno estando vacunado se puede contagiar, si tiene una dosis más que si tiene dos dosis. Y con la llegada de las nuevas variantes aparentemente sería muy necesario contar con dos dosis para evitar el contagio y la muerte”.

Es muy importante vacunarse y es, sin dudas, el método más importante para la prevención de la enfermedad y prevención de la muerte. “Además de ello, sigue siendo lo medular el acto de conciencia individual y colectiva. Con esto último nos referimos al distanciamiento, uso de barbijo, utilización de alcohol en gel y por supuesto evitar lo que no está permitido como las aglomeraciones de personas, por ejemplo. La combinación de ambas, cuidados y vacunas nos permitirá salir de esta problemática mundial. La vacuna, la conciencia y los cuidados individuales que son en pos de uno colectivo, hacen que evitemos los contagios, las muertes y la debacle económica. Porque en esto último, los más afectados son siempre los más débiles, la parte más vulnerable de la sociedad que es la que menos tiene. Por ello, vacunarse sigue siendo un acto heroico en este momento”.

La única manera de empezar a detener la mutación de las cepas y la generación de nuevas variantes, es vacunándose. “Cuando uno está inoculado el virus replica menos, se enlentece y por ende la posibilidad de generar nuevas mutaciones baja. En definitiva, cuando nos vacunamos nos protegemos a nosotros mismos, a los demás, evitando la réplica del virus y la aparición de nuevas variantes”, añadió el infectólogo.

Hay una cuestión geopolítica que es real y tiene que ver con que nadie se salva solo. “Los que más tienen, más vacunas acaparan, pero esa realidad geopolítica es un boomerang porque si el mundo no se vacuna lo que va a suceder es que van a surgir nuevas variantes en los lugares donde haya escasa vacunación. Y con la globalización afectará a los países del primer mundo. Esto último se puede ver con lo que está sucediendo actualmente con la variante Delta. Es un rompecabezas fácil de armar que no ofrece mucha resistencia, en el medio existen muchísimas piezas que tienen que ver con lo político y las guerras de las multinacionales, que terminan determinando los pensamientos de las personas antivacunas. Por eso seguimos sosteniendo que no hay nada que temer y mucho por apostar en función a que mejore la situación que estamos viviendo. Por ello, la conclusión sigue siendo vacunarse”.

Existe un fuerte empuje de una parte de la población mundial que promueve no vacunarse, en pos de una palabra tan banalizada como la <libertad>. Ese pequeño porcentaje, llevado a nivel mundial, es un número relevante. Si hablamos de un supuesto de 10 % de la población en el mundo que decide no inocularse, hablaríamos de aproximadamente 700 millones de personas.

La salida es colectiva, y en torno a ello Lerman quiso dejar una reflexión final. “No sólo hablamos de salvar vidas humanas, esto se trata de que entre todas y todos cimentemos una sociedad mejor. Y la misma tiene que ver con romper con el individualismo y pensar en lo colectivo. Para tener una sociedad más justa tenemos que salir de la lógica individual, ser más responsables, destacando que muchos de los fundamentos antivacunas no tienen ningún rigor científico. Vacunándote estás previniendo una enfermedad en vos, mejorando tu expectativa de vida y a su vez ayudando a otro”, concluyó.