“Me arruinaron el viaje y me robaron un sueño”, dijo en diálogo con Conclusión la joven rosarina de 31 años que vivió “el peor día de su vida” mientras recorre Latinoamérca junto a su pareja, por el período de un año.

Todo lo lindo vivenciado, cada momento, cada persona, cada paisaje y cada recuerdo atesorado se volvió negro y oscuro durante el paso por la localidad ecuatoriana de Vilcabamba, ubicada al sur de ese país.

Andrea Carenzo fue atacada por dos delincuentes que la golpearon salvajemente para robarle su mochila cuando se encontraba realizando una caminata hacia el cerro Mandango.

Por un pequeño y angosto sendero cubierto de plantas, el pasado 7 de diciembre, Andrea comenzó la subida hacia el cerro. Casi en silencio y acompañada de a ratos por la música de su celular, Andrea sólo se cruzó con un guía y un matrimonio mayor durante el ascenso. Su pareja estaba cansada y había decidido esperarla en casa.

El silencio y la tranquilidad predominaron durante todo el trayecto y después de superar algunas abejas y otras desorientaciones para llegar a la cima, finalmente el mirador apareció y el objetivo había sido alcanzado. Lo que Andrea no sabía, es que la pesadilla estaba a punto de comenzar… 

Se sentó en un banco que había junto a un árbol a contemplar el paisaje y recobrar el aliento, cuando de golpe y por sorpresa, dos delincuentes la atacaron por la espalda para robarle. Bajo la amenaza de “dame la mochila o te mato hija de put#” y mientras le tapaban la boca y la nariz, le pusieron un cuchillo en el cuello para inmovilizarla.

“No sé en qué momento logré ponerme la mochila y abrochar los dos ganchos, el del pecho y el de la cintura, no logro encontrar ese instante. Pero lo hice. Y logré agarrar el cuchillo con mi mano izquierda, mientras forcejeaba con el otro para poder respirar y hablar”, cuenta conmocionada Andrea.

En el forcejo, hicieron que la joven cayera por el barranco. Pero todavía, la intención no era dejarla en paz. Y fue ahí cuando empezó la persecución. Camino abajo, entre tropezones y caídas, Andrea volvió a caer en las garras de los maleantes.

Tirada en el piso, sufrió un tremenda golpiza: esguinces en ambos tobillos, golpes en el cuádricep derecho, raspones y golpes en la rodilla izquierda, cortes pequeños en ambos brazos, un punto en el brazo derecho, contusión e inflamación en la cabeza propinada por los numerosos golpes.

“Y me invadió el miedo… El peor pánico… Me tienen sometida, pueden hacer conmigo lo que quieran… Ay! Por favor Dios! Si me violan, que me maten, por favor Dios, si me violan, que me maten!!!, no paraba de repetir en mi cabeza”, relató.

Finalmente, se hicieron de las pertenencias y huyeron, dejando a Andrea al borde del desmayo. Con la poca fuerza y voluntad que le quedaba, Andrea logró ponerse de pie y emprender la bajada, hasta que dos personas la socorrieron y pidieron auxilio.

“Todavía tengo un derrame en el ojo y algunos moretones en la cara, dolor en la mandíbula y algunas puntadas en la cabeza, mucho dolor en los tobillos, sobre todo el derecho y mucho dolor en el muslo derecho”, contó a Conclusión, ahora desde Perú.

Pedido de justicia

Hoy, más recuperada, pide ayuda a partir de la falta de respuesta por parte del Estado y para que “haya seguridad para los turistas y para que nadie más tenga que pasar por algo así”.

“Ya pasó una semana, una semana entera que tuvieron para hacer su trabajo y que recibieron toda la información servida en bandeja. ¿Y qué hicieron? Nada. Yo sigo acá, desesperada, frustrada y enojada. Sintiendo que a nadie le importa que me hayan molido a golpes y que me hayan robado mi herramienta de trabajo -refiriendo a su cámara de fotos-”, lamentó Andrea.

La Fiscalía le dijo que se iban a ocupar y que sería cuestión de días para dar con el sospechoso. Sin embargo, solo fue una promesa. Nuevamente la Justicia mostró desinterés en el caso y no avanzó a pesar de tener identificado a uno de los atacantes. «Le creí, y le pedí además que se cambiara la carátula de «Robo» a «Intento de homicidio». Desde el jueves 14 el Fiscal de mi caso no me responde los mensajes, le pedí ayuda al Consulado Argentino en Guayaquil y no hicieron nada por mí, ni presionaron a la Justicia ecuatoriana para que actúe, o al menos así parece, ya que sigo esperando respuestas. La respuesta del Consulado ante mi pedido de ayuda fue que ‘tengo que tener paciencia'», se quejó.

«Estoy convencida que la información y la prevención, son dos excelentes herramientas para evitar estos hechos», concluyó Andrea a la espera de prontas soluciones.