Cada año, miles de perros son abandonados. Animales dejados a su suerte por los seres humanos, que sueñan con una familia y con el calor de un hogar. Por eso, es preciso concientizar sobre la importancia de la adopción en lugar de la compra de animales.

Adoptar es un acto de amor, y cambia la vida tanto del animal como de los adoptantes, que suman a su cotidianidad un ser -la mayoría de las veces- cariñoso y una compañía insustituible.

Tener al lado a un animal contribuye a nuestra salud mental, ya que nos da alegría, nos llena de satisfacción y nos brinda consuelo en los momentos tristes. Pero entre el perro o gato perdido o abandonado y la adopción existe un paso intermedio que es el tránsito. Familias o personas que otorgan un lugar provisorio a los animales para que puedan tener un techo mientras esperan la adopción definitiva.

 

Por cuestiones de espacio, falta de tiempo o recursos no pueden adoptar, pero sí colaboran para cuidar a los animales en el proceso. Un rol invaluable, pero el camino no se completa hasta que los animales encuentran un lugar definitivo para pasar sus días.

Por otra parte, la adopción requiere un gran compromiso por parte de las familias que se reciben al animal. Es importante tener en cuenta distintos aspectos, como el espacio disponible, que la vivienda sea cerrada o poseer cerramientos para evitar que el animal escape y se pierda, contar con los recursos económicos para poder ofrecerle un buen alimento balanceado y atención veterinaria, y brindarle tiempo y el cariño necesario.

Pero más allá de los cuidados que requiere un animal, sin lugar a dudas, el esfuerzo que conlleva cuidar un animal no es nada en comparación con el amor y compañía que nos regalan.