Por Gisela Gentile

Regulación o abolicionismo, polos opuestos de una discusión que se da dentro del movimiento feminista de nuestro país y el resto del mundo.  Sin dudas que en la paleta de discusión se pueden encontrar un sinfín de colores, formas y vivencias.

La brecha que genera esta discusión es muy profunda y mantiene a muchas mujeres en estado de neutralidad, sin saber qué posición tomar. En esta oportunidad, Conclusión te acerca la historia de vida de “Nanu” Gallo, quién de manera medular relató sobre su decisión de elegir ser una trabajadora sexual y de la imperiosa necesidad de poder regularla.

Detrás de muchas frases frías (impuestas desde ambos sectores), se esconden mujeres y colectivos que ven en la prostitución un elemento clave para la lucha de los derechos de las mujeres. Por ello resulta de vital importancia hablar sobre trabajo sexual, lo que acarrea, lo que significa la clandestinidad, la diferenciación con la trata y lo que representaría su regulación.

«Nanu» es trabajadora sexual, tiene 38 años y una historia de vida que quiere visibilizar. “Soy militante feminista de toda la vida, el trabajo sexual lo empecé a ejercer el año pasado por el tema de la pandemia, pude notar que las cosas se empezaban a poner difíciles y ahí encontré una opción”, le dijo a Conclusión.

A pesar de tener una gran cantidad de títulos académicos, hoy su elección pasa por otro lugar. “Soy egresada de la carrera de niñez y familia, técnica superior en niñez y familia, asistente socio- familiar, estudio sistemas institucionales, soy licenciada en artes marciales, técnica superior deportiva y realicé también muchos instructorados en actividad física. A pesar de eso, yo soy de la idea de que hay que trabajar de lo que sea y la frase «mi cuerpo mi decisión» también aplica para el trabajo sexual”.

Desde los dos años supo imponer su parecer, diciéndole a su familia que los juguetes eran juguetes, no tenían género y en consecuencia no podían ser de mujer o varón. “Recuerdo que preguntaba por qué las nenas tenían que ir en malla entera a la playa y no podían ir en short como los varones, de alguna manera podía ver esa marcada diferencia. Ya en la escuela primaria comencé a militar en las calles cuando no éramos más de 50 personas, militábamos el aborto hace muchísimos años y creo nunca habría imaginado cómo crecería el movimiento feminista en los últimos años. Realmente, ese recorrido que conseguimos me enorgullece muchísimo”.

Recuerda las discusiones con sus compañeros cuando le decían que ser feminista era odiar a los hombres. “Les explicaba que el camino no era por ahí, les decía que el feminismo era igualdad. A pesar de mi juventud, soy una militante vieja, y ahora que conquistamos el derecho al aborto, más allá de que aún falta mucho, creo que debemos ir por la legalización del trabajo sexual. Ya que necesitamos que sea un trabajo en blanco, con aportes y jubilación, hace mucho que luchamos por ello, sin dejar de lado la separación de la iglesia del Estado y el derecho a la eutanasia”, exclamó.

El movimiento abolicionista va en contra de las mujeres que quieren decidir sobre sus propios cuerpos.

El oficio más antiguo del mundo aún sigue siendo muy discutido hacia dentro del movimiento feminista. “El trabajo sexual es trabajo y negarlo es violencia, es uno de los más antiguos y su regularización sería una solución para que pueda realizarse de manera autónoma para que no exista ningún «cafiolo». El movimiento abolicionista, es violencia. Yo lo veo similar al movimiento provida o mejor dicho antiderechos, porque el movimiento abolicionista va en contra de las mujeres que quieren decidir sobre sus propios cuerpos y además lucran económicamente hablando de nosotras”, exclamó.

El movimiento feminista está en constante movimiento y hacia dentro del mismo existen muchos debates, siendo este sin duda alguna, uno de los más polarizados.  “Fui golpeada y abusada desde los catorce años y no se me permitió abortar, pero sin embargo no pienso que todos los hombres son violadores, lejos estoy de esa postura. En ese momento teníamos la Ley de Patronato, es decir que un menor no podía denunciar sino era con la presencia de un mayor. Y en las familias antes se tapaban las cosas, por ello me parece importante destacar que ahora  tenemos la ley de promoción y protección de derechos de los niños, niñas y adolescentes 26. 061, para de esa manera poder visibilizar y escuchar qué les ocurre a los mismos”.

El discurso de muchas víctimas de trata es que toda prostitución es trata y no es así, hay que diferenciar una de la otra.

En la charla con «Nanu» Gallo, constantemente salió la comparación de la ley de aborto, con lo que significaría la legalización del trabajo sexual. “Toda la vida estuve a favor del aborto, independientemente de mi historia de vida, por eso lo que hace falta es empatía, hay que saber ponerse en el lugar de la otra. Claramente, al movimiento abolicionista le hace falta empatía. Dejando bien en claro que la trata no tiene nada que ver con el trabajo sexual, son dos cosas totalmente diferentes. Es como si yo dijera que porque a mí me violaron, son todos los hombres violadores. El discurso de muchas víctimas de trata es que toda prostitución es trata y no es así, hay que diferenciar una de la otra. Por eso la solución es que se regularice el trabajo sexual, que sea en blanco, con aportes, jubilación y con todos los beneficios del seguro social. De esa manera también desaparecerían o disminuirían las redes de trata”.

La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (Ammar) nació en CABA como respuesta a la violencia policial. En la actualidad tiene filiales en 7 provincias del país. “El sindicato fue creado hace 25 años por Sandra Cabrera, una compañera que fue asesinada por la policía 17 años atrás, por haber denunciado una red de trata. Ahí está la prueba más cabal que el trabajo sexual no tiene nada que ver con la trata, su crimen al día de hoy sigue impune. En este último tiempo hemos avanzado mucho, estamos organizadas y nos ayudamos entre nosotras. En el sindicato que funciona en «La Toma» se entregan profilácticos y se hacen talleres”.

Si bien aún las falencias son muchas y el trabajo sexual sigue siendo tabú, la visibilización y los debates son de gran ayuda. “Existe una gran visibilización del trabajo sexual en comparación con años anteriores, pero para la regulación aún falta mucho. Más si tenemos en cuenta el movimiento abolicionista de Argentina, que boicotea nuestro trabajo”, concluyó.