Entre fines del siglo XIX e inicios del XX, oleadas de inmigrantes que procedían de diversos países desembarcaron en Argentina y con ellos sus costumbres, culturas, ideas y deportes. Gran parte de los nuevos habitantes del territorio nacional fueron empleados en fábricas y en el puerto, fundando así la clase obrera argentina y provocando un incremento en la población urbana, lo que conllevó a que las ciudades se transformen desde el punto de vista arquitectónico. Pero además, la convergencia cultural e ideológica condujo a que se funden los primeros clubes de fútbol del país.

Días atrás, Independiente presentó su nueva camiseta y para publicitarla fotografió a sus jugadores y jugadoras en estructuras emblemáticas de la ciudad de Avellaneda, que datan de un siglo atrás. Esto llevó a que en las redes sociales se hable de la relación entre la llegada de inmigrantes, el surgimiento de la clase obrera, la conquista de derechos y el nacimiento de los clubes de fútbol.

El politólogo colombiano Beto Castro, tomó como referencia a diferentes historiadores y, en su cuenta de Twitter, trazó algunas líneas que relacionan todos estos aspectos. A inicios del siglo XX, el Puerto de Buenos Aires era uno de los más grandes del continente americano y, al concentrar gran parte de la actividad económica que tenía lugar en el país, se transformó en un centro obrero, habitado por miles de trabajadores.

 

Con el auge del período agroexportador, las ventas de maíz y trigo a otros países –principalmente europeos- demandaban cada vez más trabajadores en el puerto. Estos obreros, a su vez, necesitaban víveres para subsistir, lo que generó una cadena de consumo interno que aumentó los puestos de trabajo y convirtió a esta zona en un espacio con muchas posibilidades para el sector trabajador.

De esta forma, los alrededores del Puerto de Buenos Aires se transformaron en barrios obreros, habitados principalmente por estibadores (personas que trabajaban cargando y descargando los productos de los barcos) y por marineros. Todos ellos padecían la inestabilidad laborar y desempeñaban trabajos mal pagos y con mucho desgaste físico.

Estas condiciones los impulsaron a crear diferentes organismos –como la Sociedad de Resistencia Obrera- para agruparse en la lucha por derechos laborales. Para 1904, las condiciones de trabajo eran tan precarias que unos 12.000 obreros realizaron la Huelga Grande del Riachuelo, una medida de fuerza que les permitió conquistar una jornada laboral digna, estabilidad laboral y mejores salarios.

“Con mejores condiciones de los habitantes y el crecimiento demográfico, poco a poco se fue ordenando territorialmente el barrio. Así aparecieron pequeñas infraestructuras urbanas de suministro (plazas), ocio (teatros), y movilidad (Puente Nicolás Avellaneda)”, explicó Castro.

 

Pero además, la actividad portuaria era fuente de interesantes intercambios culturales y esta fue una de las vías por las que el fútbol desembarcó en Argentina en 1860. Si bien este deporte, en sus comienzos, era exclusivo para los residentes británicos, con el correr de los años se popularizó entre los trabajadores ingleses y se fue propagando por las fábricas de Buenos Aires hasta adentrarse en la clase obrera argentina.

Para 1900 aumentaba la cantidad de personas deseosas de jugar al fútbol y también aparecían los primeros clubes. Según el historiador Pablo Alvira, en ese entonces era frecuente que los empleados de un comercio o de una fábrica crearan su propio club.

En tanto, las primeras décadas del siglo XX se caracterizaron por la lucha obrera y la conquista de derechos laborales como la jornada laboral de 8 horas, el aumento del poder adquisitivo, una mejor calidad de vida y más tiempo para el ocio.

Al tener más dinero, los trabajadores pasaron a consumir más bienes materiales que desarrollarían la infraestructura urbana. En tanto, el fútbol se adueñó de buena parte del tiempo libre que pasaron a tener los obreros al regularse sus horas de trabajo. Esto demandó el desarrollo de estadios y medios de transporte que permitieran que más personas puedan disfrutar de los espectáculos deportivos.

Al respecto, el escritor Julio Frydenberg –en su libro “Los barrios y el fútbol en la Ciudad de Buenos Aires”- sostiene que el hecho de construir una cancha e identificarse con determinados símbolos y colores creó “una identidad barrial en el fútbol” y una “rápida institucionalización de las ligas, los torneos y el crecimiento de la prensa masiva con la idea del rival”.

Al considerar todos estos aspectos históricos, sociales y culturales, queda claro que el desarrollo del fútbol en Argentina fue de la mano con el crecimiento y reivindicación de la clase obrera y con la conquista de derechos laborales. A su vez, esto también impactó en la estructura edilicia de las ciudades, que ya no sólo crecían impulsadas por el ascendente número de trabajadores, sino que ahora tenían la necesidad de disponer de estadios y canchas de fútbol como así también de medios para que la población pueda asistir a estos espacios.