Por Florencia Vizzi

Hay una historia colectiva, un pasado que forma parte de nuestra subjetividad y se amalgama con el devenir cotidiano. Esa que estudiamos, leemos, discutimos o revisamos…  Hay también formas de abordarla y asirla, de intervenirla para, de alguna manera, alejarla de los bronces y acercarla a lo humano. Algo de eso es lo que consiguió Ramiro Ghigliazza, un inquieto artista gráfico al que, un día, se le ocurrió tomar uno de los clásicos retratos de José de San Martín y recrearlo. La idea creció, se transformó en arte, recorrió el mundo, se desbordó a sí misma y, casi como un portal del tiempo, comenzó a recuperar los rostros añorados en los textos y relatos. No sólo eso, sino que ese abordaje artístico le permitió acceder a rasgos, detalles, momentos y anécdotas, casi desconocidos, que vuelven reales y menos inalcanzables a aquellos próceres tan lejanos.

Ramiro Ghigliazza

La conmoción generada por esa aproximación al libertador de América se extendió, se viralizó en redes, copó el Congreso de la Nación, llegó hasta Perú  y Europa y atravesó los muros de la Casa Rosada. No es para menos, el retrato eriza la piel, los ojos expresivos, la mirada como de sorpresa, la textura del cabello y la piel… en conjunto es una imagen tan vívida que genera la ilusión de estar viéndolo frente a frente.

Uno de los retratos de José de San Martín

A San Martín le siguió Manuel Belgrano, con una proyección en el Monumento a la Bandera en Rosario, en el marco del festejo del año belgraniano en Rosario, (al cumplirse 250 años del nacimiento y 200 de la muerte) y la donación de dos cuadros, uno de grandes dimensiones, que quedó en el Concejo Municipal y otro que, en el primer día de clases del ciclo lectivo 2021 fue donado por el intendente Pablo Javkin a la escuela Nº1276, Martha Salotti, cumpliendo así, en parte al menos, el sueño del artista de que su obra llegue a las escuelas.

De la ruta sanmartiniana y la Casa Rosada a una escuela de zona sudoeste

Ramiro Ghigliazza nació en Morón, se crió en La Pampa, estudió en Buenos Aires, se perfeccionó en Rosario y desde hace ya varios años vive en Pueblo Esther. Cuando empezó con este proyecto, no imaginó hacia donde lo llevaría.

Retrato de Remedios del Valle

«Yo tenía una obsesión, que era quedarme con la última imagen de una persona, ese último gesto que tienen cuando están en su mundo y no están impostando alguna posición. Me obsesioné con eso y quería empezar a trabajar artísticamente retratos con esa idea, porque me parecía que cada rostro, cada imagen te lleva a hacer un viaje hacia su personalidad y su historia. Y me propuse encararlo con próceres en lugar de hacerlo con personas comunes y corrientes. Así empezó todo», rememoró Ramiro en entrevista con Conclusión.

Pareciera que, en su primera elección, el artista fue por todo y eligió, nada menos, que a José de San Martín, un trabajo que le llevó alrededor de cuatro años.

Es que la técnica aplicada exige minuciosidad y precisión, ya que la imagen se construye a partir de fotos de otras personas. «Se usan las cejas de una, los ojos de otra, la boca de un tercero… trabajo con personas reales, que me permitan llegar a ese retrato, Por eso lleva mucho tiempo, no es una aplicación, sino que la voy construyendo con mis herramientas. El retrato de San Martín lo hice con fotos de seis personas, el de Belgrano con cuatro, para el de Juana Azurduy hasta ahora de dos, pero probablemente agregue otra más».

Retrato de Juan Bautista Cabral

Tal como explicó Ghigliazza, puede ocurrir que al comenzar con el trabajo haya una primera visión y luego comienza a detectar otros detalles nuevos y hacen falta más cosas. «Creo que los voy descubriendo a medida que voy avanzando, porque además, los retratos hay que hacerlo pensando en la personalidad y sus características».

Por ejemplo, con el retrato de San Martín, Ramiro recordó que mientras trabajaba empezó a tomar contacto con historiadores que le fueron haciendo llegar datos y testimonios de los contemporáneos del libertador que los describían bastante distinto. «Cuando estaba en campaña usaba el pelo más corto, y peinado hacia la izquierda, porque los patriotas, en épocas de revolución se peinaban hacia la izquierda. También me hablaron de la cicatriz, esos detalles que lo hicieron más crudo y más real», explicó el artista.

El retrato del general encontró su propio camino para dejar huella. En Yapeyú lo declararon de interés, también fue acogido en el la legislatura mendocina y, cuando llegó al Convento San Carlos en San Lorenzo, embargó de emoción a uno de los granaderos que no pudo evitar llorar frente a la imagen.

«Ahí ocurrió algo mágico -rememoró Ghigliazza. Se le cayeron las lágrimas y eso se hizo público y se viralizó. Poco después el Instituto Sanmartiniano aceptó la donación, cosa rara porque la mayorías de las obras que llegan allí son rechazadas. Pero la aceptaron y también lo declararon de interés. Y después vino lo del congreso y lo de la Casa Rosada».

La llegada a a casa de Gobierno nacional llegó a partir de la crisis de 2019. «Me había propuesto ir a todos los lugares emblemáticos relacionados con la ruta sanmartiniana, y estaba en eso. Pero en 2019 todos empezaron a decirme que lo mande a Casa Rosada para que nuestros gobernantes se inspiren un poco. Primero surgió lo del Congreso, a través del diputado Martín Maqueira de La Pampa. Y una semana después de asumir Alberto Fernández, me llamó por teléfono el fotógrafo presidencial, Victor Bugge y me dijo «Ramiro, tenés que traer el retrato de San Martín, Alberto está enloquecido».

Lo llevó él por su cuenta, en su camioneta. Allí se encontró con historiadores y otros políticos. «Fue rarísimo, estaba Felipe Pigna también y bueno, Alberto se emocionó… todos nos eomcionamos, porque tan poco de lo que estos tipos soñaron se pudo hacer».

En el año 2020 se cumplieron 250 años del nacimiento de Manuel Belgrano y 200 de su muerte, y fue declarado Año Belgraniano. Así es que Ghigliazza ofreció a la Municipalidad de Rosario su retrato del creador de la Bandera. Pandemia mediante, se hizo una proyección de 3 minutos en el Monumento a la Bandera, y luego se descubrió uno de los retratos donados en el Concejo Municipal. El otro, fue entregado por el intendente Pablo Javkin a la escuela Nº1276, Martha Salotti, el primer día de clases desde que se declaró la epidemia de coronavirus a nivel mundial. Todo un hito.

Los que vendrán

San Martín y Belgrano fueron los primeros, pero el camino recién comenzaba. A ellos le siguieron muchos otros, Juan Bautista Cabral, Remedios del Valle y la inconmensurable Juana Azurduy. Tal vez, lo más interesante de la obra de Ramiro Ghigliazza es que la construcción de esos retratos se hacen buscando la huella de su época y, sobre todo, de su carácter. Las luces y las sombres, el ambiente, los ínfimos detalles en los rasgos. Y eso está tan logrado que es lo que genera la sensación de estar viendo frente a frente a sus retratados.

«Fijate que Cabral tenía sólo 23 años nada, más, siempre lo vimos como un viejito, con esa gran barba y era casi un chico. Entonces también me parecía muy interesante empezar a acercar a la realidad a estas personas, para que se conozca más quiénes fueron».

Es así como también llegan los descubrimientos históricos. Por ejemplo, la revelación sobre la fecha de nacimiento de Juana Azurduy.

«Al principio empecé a trabajar por mi cuenta, fue sólo una pasión mía. Pero eso fue trayendo otras cosas y me contacté con historiadores. Ahora, que estoy con Juana Azurduy, esto trabajando con un historiador de Bolivia, Norberto Benjamín Torres, que descubrió que no nació el 12 de julio, como se creía. Esa fecha es el nacimiento de una homónima, porque había varias Juanas Azurduy. Eso cambia todo, porque a lo mejor resulta que era una criolla y no una mestiza».

El impactante descubrimiento fue a través de la constancia de casamiento de sus padres. Allí dice que la fecha del bautismo fue el 26 de marzo, «a dos meses de su nacimiento». Entonces, la fecha real del natalicio de Juana Azurduy sería el enero de 1780. «Además, es Juana Azurdui, con I latina».

Ghigliazza contó a Conclusión que en la actualidad también está trabajando con Miguel Martín de Güemes. «Estoy trabajando con el chozno, que se llama igual». Y en breve, podría venir Faustino Sarmiento, algo que se le revela como un verdadero desafío ya que no siente con este último la misma afinidad que con el resto. «Pero creo que ahí está el verdadero reto. En poder transmitir el carácter, si era temerario, o relajado, o buena o mala persona, lo que sea. Reflejar eso».

En tanto, el retrato de San Martín sigue haciendo su propio camino, como lo hizo el Libertador. Fue descubierto en Hauru, Perú, donde se hizo la proclama de la Independencia, y sus próximas paradas son en Boulogne-sur-Mer, Londres y Barcelona, una vez que el Covid se convierta en pasado.

Sin embargo, con este panorama, Ramiro siente que no son esos los lugares más importantes. «Al principio, lo que quería era llegar a la ruta sanmartiniana. Pero ahora me estoy dando cuenta de que lo más importante es que llegue a las escuelas. Para mí, poder sembrar en las escuelas, olvidarme de mi trabajo y que le llegue a los chicos…Por eso estoy luchando ,para que estas obras lleguen a las escuelas. Eso es algo que el Presidente se comprometió a hacer. Me dijo ‘Ramiro, eso lo vamos a hacer’. Y creo que eso va a ser lo más importante, lo más lindo y lo más emblemático».