Por Federico Morel

Fotos y videos: Hernán Cabrera

Rosario posee una costanera que acompaña los más lindos atardeceres y los añosos árboles que se encuentran sobre el río esperando a los visitantes para contar sus historias. Pero también, frente a la paseo de la costa rosarina, puntualmente desde La Fluvial, existe un espacio natural único que invita a pasar jornadas completas en contacto con el agua y la arena, bajo el resguardo de la sombra de una arboleda autóctona y cuidada.

La Fluvial es el único, por ahora, puerto de gente en la ciudad, y brinda un servicio óptimo y seguro de transporte de pasajeros, más precisamente en un cruce hacia el Banquito San Andrés, donde se encuentran tres paradores que se encargan de recibir a los turistas y visitantes. Un lugar ideal para celebrar el Día Mundial de los Humedales.

El cruce en lancha le llaman a un barco que puede transportar 250 personas por vez que atraviesa el movedizo río Paraná, y que cuenta con una seguridad impecable. Una suave brisa de agua dulce acaricia el rostro durante el paseo que dura 15 minutos, y que es totalmente necesario disfrutar sentado y con los ojos cerrados. El costo de la misma es de $300, ida y vuelta. Los horarios de los cruces comienzan a las 10 y culminan a las 19, con una separación de una hora entre cada cruce.

Las tarifas que se trabajan son las siguientes:

Mayores: $300
Menores entre 7 y 10 años: $100
Menores de 6 años: sin cargo
Jubilados: 15% descuento
Personas con carnet de discapacidad y acompañantes: sin cargo

Algunos beneficios extras son:

Con tarjeta de beneficios Río Club, tarjetas y programas con convenios, el costo del boleto ida y vuelta para mayores tiene un 15% de descuento.

Lo primero que uno ve cuando desciende de la embarcación, es una playa blanca y limpia que brilla al calor de los rayos del sol, y una continua brisa cálida que acompaña cada paso hasta llega al lugar elegido para apropiarse del espacio.

El parador Deja Vú es un buen lugar para sentarse a disfrutar, tanto de una comida como de una refresco. Un espacio preparado para recibir a aquellos que gustan de una gastronomía inspirada en el río o una picada para contener el hambre pasajero.

 

Conclusión dialogó con el dueño del espacio, Pablo Azar, quien contó varios detalles del lugar y agregó una idea mejor formada de como funciona un negocio en armado en la isla, con lo que ello trae aparejado. «Hace 40 años que estoy en la isla, en distintos lugares. Por suerte con la familia» menciona Azar sobre su decisión de vivir y trabajar en dicho lugar.

Al consultarle sobre los servicios que ofrece en su parador, teniendo en cuenta su experiencia, mencionó que es fundamental «recibir al turista que viene ávido de comer pescados de río con comida casera y fresca». Es sumamente importante contar con un espacio donde se pueda comer bien.

Pablo se pone la atención de los visitantes al hombro, pero a la isla la visita un público variado en edad y gustos. Es por ello, que la playa cuenta con dos paradores más que atienden necesidades de un público un poco más joven y activo, en cuanto a diversión se refiere.

El trabajo en la isla no es fácil. «El tema es que nosotros nos adaptamos al río, son imponderables que no se pueden manejar. Cuando baja el río acomodamos las alturas de los muelles, tenemos más capacidad de playa, y cuando crece tiramos arena, así que nos vamos acomodando. Para trabajar, no tenemos mayormente problemas», explica el responsable de un espacio tan bello como natural, Pablo Azar.

Los turistas andan diciendo

Conclusión habló con las personas que visitaban el lugar y les preguntó qué opinaban del banquito San Andrés y de los servicios que allí tenían. Un visitante pampeano, que pasaba el día junto a su esposa mencionó que «el lugar es excelente, no hay gran aglomeramiento de gente, por lo tanto, se puede andar tranquilo y disfrutar de la playa que está barbara».

 

Un turista español, que llegaba desde Barcelona, dijo que «he venido años anteriores. Un sitio perfecto, sin ruidos y poca gente. Excelente».

Dos compañeros de trabajo, los cuales salieron de sus labores y se cruzaron a la isla, dijeron: «Estamos a 15 minutos, en un toque y nos vinimos a disfrutar de la playa«.

Un empleado de una casa de electrodomésticos explicó que «es accesible al bolsillo, es una opción hermosa» para aquellos que no pueden viajar de vacaciones.

Conocer desde la Estación La Fluvial, hacia al Banquito San Andrés, es una opción para tener en la agenda turística personal. En primer lugar se ayuda y se beneficia el trabajo local; en segundo, pero por sobre todo, cobra valor el sentido de pertenencia y se incrementa en cada paisaje, en cada pedazo de río que vamos conociendo dentro de esta bella ciudad.