Rogiro Aceros es una industria metalúrgica rosarina que supo ganarse un lugar entre las empresas del sector que más facturan en Santa Fe, a pesar de que en este grupo figuren algunas que no tienen origen en la ciudad.

En la presentación de su página digital indican una particular manera de autodefinirse al respecto de la relación con sus clientes ya que son “no solo un proveedor, sino un compañero de negocios”.

Constituida por los cuñados Néstor Rozin y Oscar Gindin, la empresa expone en su nombre las dos primeras sílabas de cada uno de sus apellidos junto al otro Ro que alude a la ciudad de Rosario.

En diálogo con Conclusión, Rozin ilustró con su relato los comienzos de la empresa, que se remonta al año 1974, siendo el 1º de julio el día que se formalizó el inicio de la que hoy está constituida como sociedad anónima.

Así, enseguida sintetizó: “Empezamos con mi cuñado que era la parte técnica, mi hermana la parte crediticia y yo la parte comercial”.

Más adelante, se refirió a las transformaciones por la que fue transitando el emprendimiento hasta que tuvieron la posibilidad de comprar el inmueble en el que hoy están asentados.

“Siempre hemos sido una empresa de servicios donde transformamos acero y hacemos productos que son prácticamente únicos, les damos una atención calificada y determinada al cliente y eso hace que tengamos un retorno de solidaridad, de apoyo recíproco, tanto comercial como financiero, que nos permite llevar adelante la empresa”, detalló.

Después de manifestar que tiene “un socio muy técnico y cuatro leones de la segunda generación, que cada uno está repartido en distintas funciones”, el empresario aludió a una charla que de alguna manera lo ayudó a identificar el camino en cada momento de su historia: “Aprendí de un viejo zorro empresario que decía que existen tres posibilidades, inventar, copiar o comprar tecnología”.

Después de ser consultado acerca de cómo transitaron las distintas etapas económicas del país, Rozin estimó: “Lo fundamental para nosotros no es el volumen de producción sino que es atender lo que el cliente requiere con especificaciones especiales. Eso es lo que nos diferencia del resto del mercado”.

Además, Conclusión recorrió la planta, esta vez con el ingeniero a cargo, Gabriel Gindin, quien explicó que trabajan con máquinas que han ido automatizando y mejorando que son de las décadas de los 80 y de los 90: “La realidad es que al mercado argentino lo atendemos muy bien con el volumen que tenemos, estamos trabajando a velocidades de 50 o 60 metros por minuto que es lo que requiere el mercado”.

“Hubo años complicados en los que tuvimos que bajar los volúmenes, hoy por suerte estamos con doble turno que nos permite abarcar una gran parte del mercado ya que completamos la línea de los grandes fabricantes que son tanto Acindar como Sipar y atendemos al cliente que requiere productos especiales”, especificó Gindin.

Finalmente, señaló: “Lo fundamental para nosotros no es el volumen de producción sino que es atender lo que el cliente requiere con especificaciones especiales. Eso es lo que nos diferencia del resto del mercado”.