Al comienzo de la pandemia, la palabra solidaridad desarrolló un nuevo status en el vocabulario, tanto de la sociedad en su conjunto como en los medios de comunicación en particular, los cuales pelaban exacerbadamente a ella cada vez que hablaban del virus.

El discurso político, a su turno, adoptó esta palabra para intentar llegar a los ciudadanos y que entiendan la importancia de respetar los protocolos sanitarios y las restricciones derivadas pandemia.

Pero la realidad es que, al pasar los días, la solidaridad como acción se hizo verdaderamente carne en aquellos lugares donde la necesidad de un plato de comida se volvió urgente, quedando demostrado que a la «gente solo la ayuda la gente».

En Pueblo Esther, el matrimonio compuesto por Mirian y Cristian, comprendió que ellos podían dar una mano a los vecinos que necesitaban de un plato en su mesa, ya que estaban condicionados para salir a trabajar o no entraban dentro de los trabajadores denominados esenciales.

A su vez, sumaron a un grupo de mujeres que se encargaba de atender comedores de la zona, previo a la pandemia, por lo que lograron conformar un equipo de ayuda comunal, donde el buen gusto y la comida hecha con amor fueron los ingredientes principales.

De este modo se forjó Sol del cielo, donde además del dúo mencionado participan Alejandra, Romina, Rosa, Carina, Eva. Conclusión habló con Cristian Calascione, dueño de la casa, junto con su esposa Mirian, donde comenzaron esta hermosa acción solidaria.

«Esto ya viene desde el año pasado desde que arrancamos con la pandemia. Decidimos con mi señora y un grupo de mujeres ayudar a los que tenían complicaciones para seguir trabajando y no tenían un plato de comida en la mesa. Nos embarcamos en esta faena de ayudar al prójimo», contó.

Consultado sobre el comienzo de este proyecto, el hombre explicó: «Arrancamos la primer comida que fue para 120 personas en el mes de marzo. Para el mes de octubre eran 800. Cuando la gente pudo salir a trabajar y bajó la necesidad, seguimos ayudando pero desde otro lugar».

Con el comienzo de la segunda ola y las nuevas restricciones, este grupo de personas con el corazón abierto, nuevamente ponen la maquinaria en acción.

«Con la vuelta a Fase 1, en el pueblo otra vez esa gente nos necesita. Entonces tratamos de poner nuestro granito en arena donde todos los miércoles le brindamos un plato caliente de comida a esas personas», expresó Calascione.

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El ayudante en la cocina, dijo que para este miércoles tienen 400 viandas, y mencionó que muy importante estar atento, ya que «la necesidad que existe en el pueblo, por ahí uno no la ve, pero está».

Lo importante es ser agradecido

Calascione, junto a su esposa, pasaron un momento muy difícil en su vida hace 6 años, donde atravesaron el proceso devastador de una enfermedad que sufrió Cristian.

Una pancreatitis aguda y una recuperación de más de dos años, hizo que el matrimonio reavivara su fe en Dios y decidieran que la vida se hace más linda al compartirla.

«Yo hace seis años tuve una enfermedad jodida, pancreatitis aguda y Dios quiso que me quedara. Esta es una forma de agradecer a Dios ayudando al prójimo. Fueron dos años de pelear a capa y espada con la muerte», concluyó el responsable de esta acción solidaria en Pueblo Esther.