Por Jennifer Hartkopf

El bastón de mando para el presidente que surgirá del balotaje del domingo ya está listo. Lo confirmó hoy en diálogo con Conclusión el orfebre Juan Carlos Pallarols, que empleó once meses de trabajo y viajó por las 24 provincias a fin de que los habitantes de todo el país sumen un golpe de cincel a la pieza.

Realizado en madera de urunday, el bastón que el primer mandatario argentino recibe junto con la banda como atributos del poder -además de la Marcha de Ituzaingó, que se toca para anunciar su presencia-, mide 90 centímetros más la empuñadura, forjada con más de 2,5 millones de golpes de cincel.

La obra «es mucho más que un simple bastón, es rico en contenido porque participan de su confección  cientos de miles de argentinos», dijo Pallarols en diálogo con Conclusión. Y agregó: «Como siempre digo, el bastón es del pueblo».

Durante 11 meses «recorrimos las 24 provincias, más de 200 pueblos y lugares donde nos recibieron y trabajaron con amor y pasión», detalló el orfebre y afirmó que en esos 335 días recibió «las más hermosas muestras de afecto, mucho más de 2.500.000 golpecitos que quedaron impresos en la empuñadura».

Pallarols señaló que «ésto al final de la jornada no son sólo números, lo más importante es que cada persona dejó un pedacito de su corazón en una frase, una palabra, en los varios libros firmados que se entregarán junto al bastón al nuevo presidente«.

«Cuando en 1983 le entregué el primer bastón criollo a Raúl Alfonsín estaba seguro de lo que iba a ocurrir, que a pesar de las diferencias cada período se nutría de más y más democracia», dijo el orfebre y explicó que «esa maduración del pueblo argentino se ve en los mensajes que la gente le escribe» a cada nuevo mandatario.

Al anuncio de culminación de la obra Pallarols adjuntó la foto del bastón, con su empuñadura de plata en la que destaca el escudo nacional, apoyado sobre una factura por 1 peso como pago simbólico por su trabajo, remitida a la Dirección General de Ceremonial de Presidencia.

«Lo hago así desde el que realicé para Alfonsín, porque se lo quise regalar pero me dijeron que eso requería un trámite de donación y era muy complicado. Por eso desde entonces facturo simbólicamente 1 peso», contó el orfebre.

Luego reseñó que para realizar el bastón que usaría el primer presidente del retorno a la democracia tras la dictadura militar entre 1976 y 1983 fue convocado desde la Casa Militar por el ex marino Adolfo Scilingo, juzgado y condenado en España a 1.084 años de prisión por delitos de lesa humanidad en los «vuelos de la muerte».

Hasta entonces «el bastón presidencial era de estilo inglés, de caña de malaca, con empuñadura de oro y una guarda neoclásica. Yo le dije que quería hacerlo de estilo y materiales argentinos y con plata (argento), que es de donde toma su nombre nuestro país», contó.

«Scilingo me preguntó ‘¿Usted se quiere ahorrar el oro?, y yo le respondí ‘no, quiero calidad en los símbolos’. Luego -prosiguió- con unos amigos juntamos los 200 gramos que hubiera demandado esa empuñadura y lo donamos al Hospital de Niños».

Ese bastón, dijo, debía ser «republicano y federal» y desde entonces el que realiza para cada presidente «lleva flores de 24 cardos, uno por cada provincia, y tres pimpollos por las Islas del Atlántico Sur».

La madera que utiliza es siempre la del urunday, un árbol americano de clima intertropical que en Argentina se encuentra en Chaco y Misiones.«Elijo esta madera porque se mantiene recta, es muy fuerte y resistente al trabajo, no requiere barniz porque brilla por sí sola y no se corrompe. Cualidades que esperamos de un presidente», afirmó.

Desde 1983 el orfebre confecciona un bastón idéntico para cada primer mandatario, que «sólo difiere en el largo pues es proporcional a la altura de quien lo portará: en general tienen 90 centímetros, pero los de Fernando de la Rúa y Néstor Kirchner medían entre 93 y 94 porque ellos eran muy altos. Y el de Eduardo Duhalde fue el más corto», indicó.

«Me autoproclamo el ‘fletero del bastón’, hice como 100.000 kilómetros de punta a punta del país, este atributo es del pueblo, que es el verdadero dueño del poder», dijo Pallarols y aseguró que de los mensajes que recoge mientras los argentinos cincelan la empuñadura no le impresionan las frases intelectuales sino la simpleza de los niños, como cuando piden «que a papito nunca le falte el trabajo».

Para finalizar expresó a Conclusión: «Realizar el bastón representa para mí una inmensa alegría, porque significa que seguimos en un país democrático. Por eso tanta importancia para el pueblo».