Gimena Zelaya, de 26 años, perdió su pierna derecha en un accidente y el sábado quiso entrar a bailar en La Morocha, pero no la dejaron pasar.

La joven perdió la pierna tres años atrás cuando un policía alcoholizado la atropelló una mañana de febrero de 2016, cuando caminaba con su novio por la rambla de Mar del Plata, lo que derivó en la amputación de su pierna derecha.

El último sábado, en el boliche La Morocha de la capital de Tucumán no la dejaron pasar. En la puerta del local un patovica y le dijo que no podía ingresar porque era una fiesta privada y que necesitaba una invitación. Aunque las amigas de Gimena ya habían pasado.

En la boletería, mientras algunos entraban y otros salían, el patovica le dijo: “No puedo dejarte pasar por tu condición. Son órdenes del encargado”, según consigna el portal El Tucumano.

Gimena, entonces, sacó su celular y mandó un mensaje público al perfil de Facebook del boliche: “Mucho que desear. Por ser amputada no me dejaron pasar”.

“Yo no me pongo ninguna limitación, no entiendo cómo estas personas me la tienen que poner”, expresó luego. “Me hace sentir re mal. Fue una situación de mierda. Ya había ido a ese lugar otras veces y no había tenido este problema. Ahora veo a todas las personas que escriben porque les pasó algo parecido. Parece que en ese lugar es frecuente la discriminación”, dice, después de haber leído las otras denuncias en los comentarios de los posteos.

Gimena cuenta que recibió mensajes de los empresarios Sebastián Alperovich y Sebastián Longo, (ex futbolista de Atlético Tucumán) quienes, en rol de propietarios del lugar, le pidieron disculpas. Lo hicieron también públicamente mediante un posteo en Facebook.

“Dicen que el patovica no va a trabajar más ahí y me ofrecieron que charlemos. Quizás el patovica no tiene la culpa porque uno sabe que estas cosas vienen de arriba y siempre se corta por lo más fino. Yo le acepté las disculpas pero les dije que iba a tomar las medidas legales”. Gimena el lunes presentará la denuncia por discriminación en el Inadi.

Fuente: Pedro Noli- El Tucumano