Los cuadros de asma y sibilancias aumentaron aproximadamente un 5%, y en la mayoría de los casos afectan a niños fumadores pasivos.

Sin embargo, los riegos se extienden más allá de la inhalación del humo porque, una vez que el cigarrillo se apaga, las sustancias tóxicas perduran en todo tipo de superficies, desde los muebles hasta las paredes.

Así lo explicó Natalia Escobar, pediatra de Swiss Medical Center. quien explicó que «entre el 40% y el 50% de los chicos están regularmente expuestos a humo de tabaco, principalmente de padres fumadores y/u otros miembros del hogar».

Escobar detalló que el humo ambiental del tabaco (de segunda mano) que convierte a quienes no fuman en fumadores pasivos «es un enemigo por muchos conocido, al igual que los daños que ocasiona en la salud, pero muy pocos saben que también existe el humo que no se ve, el llamado de tercera mano».

«Se trata de la mezcla invisible de gases y partículas que –una vez apagado el cigarrillo– permanecen adheridas al pelo y la ropa de los fumadores, y quedan pegados a los muebles y a las alfombras o tapizados, en los electrodomésticos, en los juguetes, etc. Estos materiales absorben las toxinas que se encuentran en el humo del tabaco y que se liberan gradualmente nuevamente. Los niños son los más perjudicados al estar en contacto con objetos que suelen poner en su boca y con superficies contaminadas cuando gatean o juegan en el piso», indicó la pediatra.

La especialista señaló que las sustancias tóxicas «incluyen metales pesados, toxinas e incluso materiales radioactivos que pueden permanecer hasta dos semanas después de que se ha ventilado la habitación donde se estuvo fumando».

«Si los niños están expuestos al humo y/o partículas del cigarrillo, después de un cuadro viral (por ejemplo, la bronquiolitis) es muy probable que sigan sibilando, lo mismo ocurre con la gravedad en los cuadros de asma. Cada año, se evidencia un incremento aproximado del 5% en la cantidad de niños con asma y/o sibilancias y cuando indagamos, la mayoría de esos chicos conviven con uno o ambos padres fumadores», añadió.

Las principales consecuencias que el humo de tabaco- ya sea de segunda o tercera mano- puede ocasionar en los niños son: la caída de la función pulmonar, sibilancias, tos crónica, más episodios de asma, bronquitis, infecciones severas, neumonía y otitis.

También aumenta el riesgo de padecer el síndrome de muerte súbita del lactante, que es la principal causa de muerte en el primer año de vida, y que está de por sí aumentado en el caso de que la madre fume durante el embarazo.

«A su vez, muchos niños que han sido expuestos al humo de segunda o tercera mano, durante la adolescencia podrían tener menor función pulmonar y se considera que la exposición al humo de segunda mano también podría relacionarse con la alteración en el comportamiento», manifestó Escobar.