Por Fabrizio Turturici

María Luján Rey, conocida en su lucha inclaudicable por la Tragedia de Once, cuestionó al ex ministro kirchnerista Julio de Vido por su “estrategia para demorar el comienzo del juicio” que lo tiene en el banquillo de los acusados.  “Es lamentable su posturo”, dijo.

En diálogo con Conclusión, la madre de Lucas Menghini, víctima de la tragedia ferroviaria del 2012, lamentó que esto también caiga en la grieta al decir que “la corrupción mata sin preguntarnos a quién vamos a votar. La única grieta es entre los honestos y los corruptos”.

“Lo único que demuestran con esta maniobra es la desesperación del ex ministro para que no se haga justicia ni se llegue a la verdad. Esto lo intentó en varias ocasiones sin éxito desde que fue procesado, con pedidos ridículos que terminaron siendo fallidos”, agregó Luján Rey, expectante por el juicio que comenzará –tal cual estaba previsto- el próximo miércoles 27 de septiembre.

En este contexto, la autora del libro “Desde mis zapatos” explicó que “este proceso tiene todas las garantías y hasta el momento, se viene desarrollando con absoluta transparencia de la ley. Ellos dicen que De Vido está juzgado de antemano, pero no es así”.

—¿Cuáles son las pruebas que complicarían al ex ministro?

—A raíz de las audiencias por el primer juicio se fueron manifestando infinidad de pruebas, pero las más contundentes y llamativas son las propias declaraciones de sus ex secretarios: (Juan Pablo) Schiavi y (Ricardo) Jaime señalan a De Vido como quien tomaba las decisiones. Él pudo haberle quitado la concesión a los trenes de Buenos Aires en 2008, antes de la tragedia, ya que en una conferencia de prensa del pasado había esgrimido argumentos para hacerlo y no lo hizo. De Vido tenía en sus manos la posibilidad de evitarnos la tragedia y no lo hizo porque no quiso, ya que se le terminaban los negocios.

—Según su mirada, ¿De Vido es el responsable absoluto o apunta también a otros?  

—Uno entiende que esta tragedia es producto de la falta de política de Estado que se produjo bajo un gobierno que tenía todas las herramientas para evitarla. En este sentido, seguramente las responsabilidades alcancen hasta la presidencia de la Nación, pero acá estamos dirimiendo responsabilidades penales y hasta el momento, la Justicia sólo encuentra elementos para condenar a los que ya están presos y para vincular al ex ministro de Planificación, que seguro correrá con la misma suerte. Pero si a raíz de este proceso surgen nuevas puntas de investigación, los familiares seremos los primeros en ir tras ellas. Queremos justicia y a medida que vayamos encontrando pruebas e indicios para seguir investigando, lo haremos; no importa a quién llegue.

—Así como usted confía en que De Vido terminará preso, muchos descreen de la Justicia y piensan que el diputado es intocable por sus múltiples vínculos con todos los sectores…

—Absolutamente. Yo entiendo el desánimo y descrédito de muchísimos ciudadanos, pero contra eso también peleamos los familiares de las víctimas de la Tragedia de Once. Cuando esto ocurrió en el 2012, el gobierno kirchnerista estaba en pleno auge de su poder y tanto Schiavi como Jaime eran intocables y finalmente demostramos que no. Al principio, De Vido era intocable; pero hoy es el denominador común de todas las causas de corrupción de los últimos años de nuestro país. Somos nosotros, un grupito de familiares, quienes con nuestra lucha inclaudicable sentaremos por primera vez, a este superministro y diputado al que no se animaron a sacarles los fueros, en el banquillo de los acusados. Estos pequeños logros ayudarán para que la ciudadanía recobre su confianza en las instituciones. Necesitamos vivir en un país donde la Justicia sea independiente.

—A propósito de esta lucha, usted contó que De Vido quiso comprar su silencio. ¿Es así?

—Yo diría que sí, pero de manera indirecta. A la semana de haber enterrado a mi hijo, me ofrecieron un auto, un trabajo junto a De Vido. Vino gente muy cercana al ex ministro a mi casa, hemos tenido varias ofertas por parte de él y a todas supe decir que no. Quiero justicia y jamás podría estar al lado de quien considero el responsable de la muerte de mi hijo.

—¿Qué reflexión hace ahora, a cinco años del dolor?

—La Tragedia de Once deja expuesto que la corrupción mata, algo que no supimos aprender en Cromañón, ni en Flores. A cinco años y medio, el dolor de los familiares sigue siendo el mismo y el de los ciudadanos también, porque Once no nos pasó a las víctimas directas sino a todos los argentinos. Queremos rescatar el valor de la lucha inclaudicable: las voluntades no pueden ser compradas ni las voces silenciadas. Un país entero está mirando el accionar de la Justicia y esta nos ha demostrado que puede hacerlo en tiempo y forma, llevando a cabo un juicio y una condena histórica con tiempos inéditos. Si nosotros pudimos lograrlo, esto nos debe servir para que nunca más tengamos que esperar veinte años para ver resultados, que en ocasiones ni aparecen. Estamos logrando lo que muchos argentinos querían, pero creían que era imposible.

—Como dijo, la Tragedia de Once nos pasó a todos los argentinos, pero ¿qué siente cuando este tema cae también en la grieta?

—Hay una sola grieta: entre los honestos y los corruptos. Los que quieren a los delincuentes en la cárcel y quienes los prefieren sentados en el Congreso. El que no pueda entender hasta el día de hoy, con un fallo tras un juicio de dos años donde cada uno tuvo la oportunidad de defenderse con pruebas y conseguimos 21 condenas, es porque no quiere. Está claro que el único responsable no fue el maquinista, como lo quisieron maquillar. También es cierto que cada uno ve lo que quiere y lamento a la gente que, por pasiones partidarias, no pueda entender que la corrupción mata sin preguntarnos a quién vamos a votar.