Por Lic. Olga Ricciardi, psicóloga (MN 10.500/MP 93.130), directora del Centro Especializado en Desórdenes Alimentarios (CEDA).

La principal función del sueño es, por un lado, reparar el organismo, recuperar energía y, por el otro, tiene una función psíquica muy importante ya que el individuo mientras duerme, elabora a través de los sueños cuestiones traumáticas y conflictivas que le acontecieron y en los casos del insomnio se produce una desestabilización. La alteración de la función del sueño es indicio de afectaciones anímicas, como ansiedad, angustia y miedo. Por tal motivo, durante la pandemia han crecido las consultas por esta afección, encontrando una alta comorbilidad con la presencia de trastornos de la conducta alimentaria.

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El insomnio es un problema de salud muy importante ya que, en su forma crónica, se ha asociado a una reducción en la calidad de vida, pero también al rendimiento diario, a déficits cognitivos de memoria, a problemas de ansiedad y de depresión, y en muchas ocasiones queda asociado a los Trastornos de la Conducta Alimentaria.

Los ritmos biológicos son adaptaciones de los organismos vivos a su medio ambiente, que influencian a las más diversas funciones biológicas, cuando el desorden se pone en acto por múltiples causas, esos ritmos sufren una desadaptación y se altera, entre otras, el sueño y la alimentación.

La sensación de hambre es un obstáculo para conciliar el sueño. En la anorexia, el hambre no siempre se registra como tal, suele identificarse como dolor de estómago, lo cual justifica seguir ayunando o reduciendo la porción al mismo tiempo que se altera el buen dormir. También, en la intensión permanente de perder peso, se presenta la obsesión por el ejercicio físico, el cual en la mayoría de los casos en que el Índice de Masa Corporal es muy bajo, el ejercicio está contraindicado y el núcleo conviviente se ocupa de controlar el cumplimiento de dicha indicación.

Los horarios nocturnos, en los que la familia descansa, suele ser el momento privilegiado para darle lugar a la práctica física con la finalidad de generar gasto calórico y obviamente el descenso de peso deseado. Esta actividad nocturna altera el sueño y con el transcurso del tiempo se genera la comorbilidad en relación al sueño.

En la bulimia, el síntoma alimentario se presenta en el atracón y posterior vómito inducido, dicho acto se realiza de modo compulsivo y, en algunos casos, con modales primitivos, sin utilizar vajilla ni elementos apropiados. La pulsión se apodera del que padece esta patología generando conductas automatizadas y primitivas, de carácter erótico sobre todo en la zona oral, generando culpa y vergüenza, a través del tiempo constituyéndose en un ritual que el sujeto sostiene en la privacidad, especialmente en horarios nocturnos.

Cuando el núcleo conviviente duerme, la soledad de la noche es un momento que se torna propicio para organizar lo que con el tiempo se convierte en un ritual: atracón y posteriormente vómito Inducido. Este síntoma genera una alteración en el sueño ya que el mismo queda interrumpido por el acto sintomático, el cual genera a posteriori malestar gástrico acompañado de un estado de un estado de excitación. Cuando estas prácticas se sostienen en el tiempo, el trastorno del sueño se instala como otro síntoma de los causados por los Trastornos de la Conducta Alimentaria.