Conclusión en Francia

PARÍS.— A orillas del Sena, apostados uno al lado de otro formando una galería interminable de riquísima cultura, se encuentran los buquinistas, históricos vendedores de libros y papeles viejos. La vida en las riberas del río que cruza la ciudad constituye una proeza única, llena de romanticismo, que sólo los empedrados de las calles de París pueden conferir.

Las librerías a cielo abierto forman parte del paisaje parisino. En la rive droite (ribera derecha) del pont Marie, hasta el quai du Louvre, y en la rive gauche (ribera izquierda), del quai de la Tournelle hasta el quai Voltaire, aguardan unos 217 bouquinistes en sus 900 «boîtes» (puestos como “cajas”) para descubrir todos sus tesoros, que alcanzan las 300.000 obras literarias entre antiguas y contemporáneas.

Enrique2Enrique Pastor García, quien fuera catedrático en Letras en su España natal y se mudó, abandonando su trabajo y sus raíces por amor al arte bohemio y a la mujer francesa de la que se enamoró, dialogó con Conclusión para desnudar la historia fantástica que constituye la vida de un buquinista.

“Somos parte de una concesión del Ayuntamiento de París. Los buquinistas disponemos de ocho metros lineales cada uno, con una distinción particular que, en este caso, es el color verde botella”, relata el hombre español.

buquinistasEl oficio en cuestión es antiquísimo, pues remonta a la Edad Media. El mismo servía para los estudiantes que tenían la necesidad o voluntad de comprar libros de segunda mano para sus estudios. La tradición comenzó alrededor del siglo XVI con pequeños vendedores ambulantes de almanaques e impresos.

Desde el punto de vista etimológico, la palabra deriva de bouquin, que significa en francés “libro y sobre todo pequeño libro”. Los puestos constan de cuatro cajas, de dos metros cada una de ellas.

“Teóricamente, lo que hacemos es vender libros y papeles viejos. Digo teóricamente porque algunos se han reconstruido para vender también objetos turísticos”. Pero en estos casos, por obligación, al menos tres cajas deben reservarse para libros, pudiendo utilizarse tan sólo una para objetos turísticos.

buquinistas1No obstante, hay cierta tolerancia a eso dentro del Ayuntamiento. Y esto se debe a que, “lamentablemente —detalla Enrique—, los libros están desapareciendo y ya nadie lee, así que es muy difícil vender y algunos buscan reconstruirse”.

Por otro lado, Enrique Pastor García recuerda que ha visto caminar por estos lugares al mítico escritor francoargentino: Julio Cortázar. “No tenía una relación muy personal con él, pero sí lo he conocido en sus visitas. Recuerdo que en una ocasión lo invitamos a dar una serie de conferencias en una escuela de prestigio, llamada Ingenieros”, cuenta Pastor García.

“Pero nos escribió una carta diciendo que no podía venir porque estaba muy enfermo y le quedaba poco tiempo de vida. Efectivamente, así fue: a los pocos meses murió. A Julio Cortázar lo encontraba, con frecuencia, en las colas de los cines. Él veía muchas películas”, rememora.

Enrique1Al ser consultado sobre cómo llegó a Francia siendo español, Pastor García respondió “por amor. Yo era catedrático en Letras en la universidad de España, pero me casé con una señora francesa y dejé el puesto. Así que estoy aquí, con mi mujer. Ahora tenemos cuatro hijos y cinco nietas. Desde entonces vivo aquí, pero por razones personales”, concluyó.

En la segunda arista de la nota, Enrique Pastor García abordó la problemática de la situación laboral en Francia. El catedrático español reconoció que “aquí, en las empresas, las elecciones sindicales tienen importancia y convocan una gran participación. No obstante, la tasa de sindicalización es muy baja”, reconoció.

Entonces, surge un movimiento apoyado por las grandes centrales sindicales. “Éste es un movimiento de mayor amplitud, que apunta más al costado social. Está en contra de la reforma laboral mencionada en el proyecto de ley que ha presentado la ministra de Trabajo y lleva su nombre: la ley El Khomri”.

Más tarde, haciendo referencia a la iniciativa legal en sí, Enrique explicó: “Es una reforma liberal como las existentes en Italia, Alemania y España. Prácticamente, fundamentada en un proyecto de la patronal que ellos han promovido por un gobierno socialista, y que apunta a la flexibilidad del mercado del trabajo. La misma consiste en suprimir (o recortar) todas las subvenciones y subsidios en caso de despidos. Si se trata de un despido irregular, el antiguo código laboral preveía la cantidad de quince años de trabajo como indemnización. Después pasó a cinco, y ahora, con la ley, es –apenas- un año. La ley El Khomri, entonces, fue un pretexto de que con la flexibilidad las empresas podrían contratar más fácilmente, con una serie de medidas aparte”, sostuvo.

Al ser consultado sobre cuál es la situación de la ley en el Congreso, Pastor García contestó que “el partido socialista, que es el que más bancas tiene, no posee sin embargo la mayoría absoluta para votar la ley. Entonces, como a la derecha no le conviene, porque es una versión edulcorada; y a la izquierda le parece una versión muy liberal, entonces, el socialismo no tiene la mayoría para votar la ley. Hay un procedimiento administrativo y legal que dice que al cabo de dos votaciones sin mayoría absoluta, la ley se aplica. Es decir, se hace efectiva”.

En resumen, a pesar de la protesta social, políticamente, el Gobierno “no puede retirar la iniciativa. Estamos a un año de las elecciones presidenciales, y el Presidente se ha quedado siempre detrás de la ley, en lugar de apoyarla. Si no lo aprueba la mayoría, se aplicará el artículo en cuestión y su sanción será efectiva.

Había un clima negativo, ya que François Hollande no pensaba presentarse, pero seguramente durante la campaña elaborará un balance. Según mi opinión, no creo que él, políticamente, esté en posición de retirar una ley que daría razón a los movimientos sociales, con manifestaciones a veces muy violentas”.

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