La Ruta del Artesano de Tucumán es un circuito de los Valles Calchaquíes que, además de ofrecer al turista productos genuinos y originales con materias nobles y naturales, lo pone en contacto con la historia, la cultura y las vivencias de descendientes de los primeros habitantes de esas tierras y las técnicas artesanales de sus ancestros.

La actividad artesanal en Tucumán abarca numerosas disciplinas, que en este circuito que se extiende por Amaicha y Tafí del Valle cuenta como principales exponentes a los tejidos e hilados, así como cerámica, joyería y tallados, con insumos como lanas de oveja y llama, cuero, piedra, madera, arcilla y metales.

La mayoría de los talleres abiertos al público se encuentran sobre las rutas provinciales 307, 325 y 355 o en sus inmediaciones, además de algunos en zonas o mercados urbanos. En ese marco, el Ente Autárquico Tucumán Turismo (EATT) diseñó un circuito autoguiado mediante cartelería que indica cómo llegar y qué tipo de artesanía se produce.

De ese modo, la Ruta del Artesano permite visualizar los singulares paisajes de los Valles Calchaquíes en esta provincia, con sus llanos y serranías de tonos cambiantes según la estación, y los característicos cardones y algarrobos, junto a otra vegetación de verdes cada vez más frescos a medida que se acerca la primavera.

En ese ambiente agreste y amigable, de aire puro y de pleno sol más de 300 días al año, se yerguen las viviendas de los artesanos que desarrollan esta economía familiar, quienes muestran sus habilidades, procesos y productos al visitante, sin obligación de compra.

De esa manera, el turista es testigo de una cultura viva al compartir con ellos las costumbres de la zona y escuchar además relatos e historias que enriquecen la experiencia.

La artesanía en telar es una actividad destacada, ya que forma parte de la identidad del lugar, cuya enseñanza se transmite de generación en generación y se desarrolla mucho en la zona, no sólo para la venta sino también para consumo propio.

Entre los varios artesanos del telar se encuentra Hugo Astorga, quien además es miembro del Consejo de Ancianos de la comunidad Amaicha, que también tiene la primera bodega del país administrada por indígenas, desde 2015 y sobre la ruta 307.

El hombre, que de sus 70 años dedicó 37 al trabajo en telar, cuenta que aprendió el oficio de sus antepasados, y su taller «El Algarrobo», en la localidad de Ampimpa, exhibe una manta de más de 100 años, tejida por su abuelo.

Mientras mostraba cómo maneja el telar para confeccionar piezas que pueden demandar varias semanas, comentó a Télam que «esta actividad uno la utiliza también como algo terapéutico, como ahora, que la pandemia nos trajo serios problemas y con esto uno ocupa la mente y deja de pensar tanto en eso».

«A su vez -siguió- mantenemos vivas todas estas cosas que gracias a Dios y a la Pachamama nos dejaron nuestros abuelos, el conocimiento de esto, y tenemos que seguir trabajando, practicando, y yo así lo mantengo vivo, y uno vive de esto que es parte de la cultura nuestra».

Astorga aclaró que en la Ruta del Artesano, el visitante tiene la oportunidad de ver cómo se hacen -en su caso- tejidos de forma realmente artesanal, natural, no son piezas traídas de otros lados sólo para vender».

Casi en la cima de un pequeño y empinado cerro del paraje El Tío, gracias a la cartelería del EATT se llega a la casa taller de Alejandra Salazar, quien realiza hilados de la lana cruda de ovejas y llamas, con una máquina de coser a pedal convertida en hiladora.

Con sus siete hijos e hijas -de 16 a 25 años- y otros colaboradores tiene un equipo de 11 personas que elaboran prendas, mantas, ponchos y otras piezas, que también tiñen de forma artesanal con productos naturales, como remolacha, jarilla y eucaliptus.

Salazar, que está al frente del taller que en honor a sus ancestros se llama «Entrelazando hilos por generaciones» y vende al turismo desde hace 25 años, dijo a esta agencia que «la artesanía me permitió educar a mis hijos», y orgullosa agregó que cuatro de ellos culminaron estudios terciarios y universitarios.

En coincidencia con Astorga, contó que la pandemia paralizó el turismo y las ventas, a lo que en su caso se suma su ubicación en un cerro de difícil acceso, por lo que se puso a la altura de los tiempos y desarrolló la venta online, con lo que comenzó a remontar en lo económico.

Entre los artesanos de Tafí del Valle, El Mollar, Ampimpa y Amaicha del Valle suman más de 20 talleres que conforman la Ruta, algunos dentro de la zona urbana y otros junto a los caminos pavimentados o de ripio.

Los principales rubros son, además de tejido, la cerámica, tallado en piedra, joyería, muebles rústicos y hasta jabones artesanales y aromatizantes naturales de fieltro, en el taller Artesanías Urbanas, de Tafí.

Desde el EATT comentaron a Télam que mediante la Ruta del Artesano se rescataron y preservan las técnicas tradicionales y jerarquizan el rol del artesano, y destacaron que para muchos de ellos la venta de sus artesanías es la principal fuente de ingreso y gracias a la llegada de los turistas pueden sostener a sus familias.