Por Alejandro Maidana

Es indudable el padecimiento planetario por el cambio climático, por ellos un importante grupo de investigadores sostiene que la ciencia debe intervenir para así evitar un cataclismo de proporciones bíblicas. Jugar a ser dios, sin dudas resulta una tarea tan arriesgada como peligrosa, la manipulación de los mares, eliminar nubes y o darle a la tierra una sombrilla de azufre, forman parte del paquete de ideas de la geoingeniería climática.

Un problema de esta dimensión y dinamismo no puede abordarse solo con la ciencia, no hay duda alguna que se trata de los mismos doctores Frankenstein que nos obligaron a transitar esta oscura realidad planetaria, los que hoy se venden como la solución a los problemas que ellos mismos alimentaron ¿La arrogancia humana puede encontrar su límite? ¿El antídoto puede llegar a ser más problemático que la enfermedad? ¿La ciencia puede dominar los ciclos naturales de la tierra sin recibir nada a cambio?

Si bien el cambio climático resulta una ecuación sumamente abstracta, distintos investigadores climáticos ya se encuentran trabajando en un controvertido plan de contingencia. La idea de crear una especie de sombrilla formada por partículas de polvo y que pueda dispersar la radiación solar para de esta manera debilitar o detener el calentamiento global. Si bien existe un proyecto concreto, denominado SCoPEx, liderado por la Universidad de Harvard (EE. UU.) y financiado por Bill Gates, el mismo viene siendo postergado por la gran resistencia a la manipulación climática existente.

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David Keith es uno de los impulsores del proyecto, como investigador de la universidad de Harvard, sostiene que “a través de esta tecnología y el ahorro de CO2 (dióxido de carbono), se puede reducir menormente los daños climáticos, eso muestran con claridad nuestras simulaciones”, indicó. La pregunta es hasta que punto la geoingeniería solar logra detener las sequias, las tormentas extremas y el aumento del nivel del mar. “Estas son las preguntas que nos hacemos y de las cuales necesitamos una respuesta rápida”.

La gestión de la radiación solar representa una tecnología riesgosa, ya que poco se conoce de los peligros a los que la especie humana y la vida en el planeta podrán enfrentarse. Una cuenta muy rápida habla que alrededor de 10.000 aviones deberían tratar la estratósfera cada dos años, arrojando partículas azufre lo más uniformemente a una altura de unos 10 km, lo que podría originar que se disperse entre el 1 y el 2% de la entrada de luz solar. El polvo emanado por las erupciones volcánicas, ha demostrada que realmente esto puede enfriar la estratósfera, por ello se busca imitar el mismo efecto.

Entonces ¿Cuánto polvo habría que esparcir para lograr disminuir el impacto de los rayos solares? Depende de cuanta geoingeniería solar queramos, no hay un número cierto, si bien un estudio arrojó que serían alrededor de un millón de toneladas por año. Cabe destacar que cada año arrojamos al año miles y miles de toneladas de CO2 (dióxido de carbono) al aire, es decir, que habría una proporción de un millón a uno en relación entre la cantidad de CO2 que arrojamos a la atmósfera y el azufre o algún material similar que utilizaría la geoingeniería para enfriarla, sostuvo David Keith.

Sobran preguntas, una de ellas es clave ¿la estratósfera es un lugar conveniente donde interferir? Quienes investigan e impulsan la geoingeniería, el problema es concreto y no intervenir en el mismo no es una alternativa, el dióxido de carbono se encuentra en la atmósfera y pese a que reduzca hasta desaparecer, los efectos en el planeta continuaran. Pero claro, la humanidad lejos está de reducir a cero la emisión de gases de efecto invernadero, pro ende la denominada “sombrilla” que pueda frenar la acción de los rayos solares, debería renovarse de manera constante.

El cambio climático es una realidad, las hipótesis de que el sostenimiento de la vida en este planeta se torne insostenible, también lo es. Por ello una porción importante de científicos y activistas ambientales, consideran que la geoingeniería solar puede cambiar los patrones climáticos y de precipitaciones, dañando la capa de ozono generando más lluvia ácida. Para quiénes se oponen a estas prácticas, existe algo sumamente claro, la geoingeniería puede resultar mucho mas peligrosa que el propio cambio climático.

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Lo cierto que los gobiernos investigan, incluso lo hacen lo militares por fuera del control estatal, sin embargo, lejos están de diagramar un proyecto que persiga terminar con la emisión de gases de efecto invernadero, sino buscar una alternativa para morigerar sus impactos. Puede ser ciencia, pero también es cálculo político. Si bien es cierto es que el avance de la geoingeniería es prácticamente inevitable, la intención de que la misma no sea considerada una buena idea, tiene mucho asidero. Un experimento que tiene como tubo de ensayo al planeta en su conjunto

Los efectos del cambio climático son muy concretos, al igual que lo impredecible de los efectos que podría generar la geoingeniería. Por un lado, los estados aportando el remedio que sirva de paliativo para una enfermedad que ellos mismos se encargaron de hacer avanzar ¿Se puede apostar a la regeneración de la naturaleza basada en profundizar las actividades sostenibles y sustentables? ¿Apelamos a la tecnología para intentar subsanar lo que misma por acción del hombre modificó y destruyó? Una solución que no solo llega muy tarde, sino que aparece en escena acercando un supuesto salvoconducto con mas dudas que certezas.

La alteración del clima en Argentina, la organización cielos limpios y una insistente denuncia

Existen dos diferenciadas “bibliotecas” en torno a las técnicas de modificación climática, están quienes la consideran un mito o conspiración, y quienes reúnen argumentos suficientes para validar su existencia y aplicación. Estos últimos se apoyan en un testimonio vertido por el ex asesor climático del secretario general de la ONU y del presidente de la Asamblea General, Tracy Raczek, que asegura que son cincuenta los países que ya utilizan tecnología de modificación del clima, según la Organización Meteorológica Mundial.

Si bien el cambio climático ha estado dominando la agenda internacional en los últimos años, los esfuerzos para influir en el clima y reflejar el calor solar han recibido menos escrutinio a pesar de su potencial para aumentar las tensiones regionales. La disputa por intervenir el clima, choca de frente contra el posicionamiento de permitirle a la naturaleza regenerar sus ciclos sin interferir tecnológicamente en los mismos. En nuestro país, la resistencia a la geoingeniería climática se expande consolidando resistencias en distintas provincias y regiones.

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La comunidad Cielos Limpios, que reúne participantes de todo el planeta, no titubea en denunciar abiertamente la intervención del clima con principal anclaje en la función de aviones rompetormentas y aquellos que desprenden estelas químicas.  «Los países están utilizando cada vez más la tecnología para cambiar las condiciones en la atmósfera, los océanos y el hielo para mejorar el clima a su favor, o disminuir el calentamiento global. Sin embargo, los resultados de estas intervenciones pueden cruzar fronteras y lo que puede ser bueno para un país, puede no serlo para sus vecinos. Este no es un problema hipotético«, sostuvo Cecilia Sustercic, investigadora independiente e integrante de la comunidad Cielos Limpios en dialogo con Conclusión.

El año pasado fue el punto de partida de esta comunidad denominada Cielos Limpios, a la misma la integran centenares de personas a lo largo y ancho del país, junto a otras de Latinoamérica y Europa. “Nos nucleamos ante la imperiosa necesidad de exigir respuestas y acciones inmediates ante una realidad que lleva décadas de manifestaciones, hacemos referencia a la manipulación y alteración del clima. La utilización de herramientas tecnológicas para la ingeniería climática, busca generar situaciones propicias que solo benefician a capitales privados y se que se vienen desarrollando en silencio desde la segunda guerra mundial. Todas estas aplicaciones se llevan adelante de manera clandestina y secreta, ya que pueden beneficiar solo a un determinado grupo en detrimento de muchos otros. Nos referimos a ciudadanos comunes, productores y campesinos, por ello decidimos agruparnos con el único fin de reunir testimonios y pruebas para seguir exigiendo respuestas. En nuestro caso en particular, en la provincia de San Luis existe una enorme preocupación por los recortes de tormentas que se han hecho en épocas de lluvias. Se pueden ver a los aviones adentrarse en las mismas para, como así también oímos el estruendo de las detonaciones que buscan disipar el fenómeno climático. Este tipo de sucesos data del año 2002 en nuestra provincia, como así también la zona de Chepes en La Rioja y algunas regiones de San Juan”, enfatizó Cecilia Sustercic.

Este reclamo viene buscando y necesitando respuestas hace aproximadamente veinte años, encontrado solo evasivas, lo cierto es que inocultable el índice de sequia al que han empujado a esta región a través de estas prácticas. “Estamos ante dos niveles que se superponen tornando la problemática muy compleja y sumamente secreta, uno de esos niveles tiene su anclaje en aquellos que viven en el campo y crecieron mirando el cielo a diferencia de aquellas personas que trabajan en una oficina o entre cuatro paredes, allí podemos entender que sostengan que lo planteamos es una locura, pero para quienes vivimos en el campo y contemplamos los patrones del clima, tenemos la certeza de que los ciclos naturales han mutado de sobremanera. Hay intereses empresariales muy claros, por ejemplo, existen casos donde el campesinado no quiere vender su tierra ante la llegada de una propuesta económica, y al poco tiempo comienza a ser rehén de una sequía notable que lo empuja a perder tanto su cosecha como a sus animales. Es allí donde comienzan a revoletear los que se van quedando con todo en la zona, mientras que los grandes productores tienen asegurado su bienestar gracias al riego subterráneo gracias a diferentes acuíferos.”.

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En torno al paradigma global, este empuja a despoblar las zonas rurales para que la disputa por los bienes comunes y estratégico como por ejemplo el agua, no encuentren resistencias. “Cabe destacar que, tanto en Europa como en los Estados Unidos, hay muchísima gente denunciando estas prácticas, a la que se conoce como geoingeniería. Al ir en aumento este tipo de denuncias con especial foco en la manipulación de la radiación solar, deja al descubierto el accionar de los aviones que efectúan un rociado atmosférico, o lo que ellos denominan inyecciones atmosféricas de aerosoles. Pero ¿Qué se proponen los geoingenieros? En teoría se trataría de disminuir los rayos solares para frenar el calentamiento global, imitando el efecto de la erupción volcánica, cargando la estratósfera de millones de partículas de sulfuros”.

La incertidumbre gana terreno, en especial cuando los geoingenieros plantean un modelo de simulación, pero realmente lo que está sucediendo, es que los geoingenieros plantean todos sus objetivos en potencial, pero cuando analizamos lo que viene acaecido en cuanto al cambio brusco de los ciclos hidrológicos naturales, la preocupación y la falta de respuestas arecían. “Cambios bruscos de temperatura, heladas anticipadas, inundaciones y sequias, todo esto se lo debemos a la circular incesante de aviones que inundan nuestro cielo de estelas químicas que afectan la salud de todos nosotros, al igual que la biosfera y los procesos de fotosíntesis, como así también a los ecosistemas en general, ya que se interrumpe el proceso natural del ingreso de la luz solar. La ecuación es concreta, al plagar la atmosfera de químicos, la vida en general se verá afectada al igual que todos los patrones naturales. En definitiva, y destacando que este es un tema muy amplio, debemos mencionar la existencia de empresarios y aseguradoras que trabajan fuertemente en esto más allá que se desacredite esta teoría, al igual que el programa de geoingeniería global que avanza en todo el mundo”.

Desde el poder político han instalado la idea que se trata de un mito o conspiración, si bien bastaría con observar por un tiempo no prolongado nuestros cielos, y tomar nota sobre la alteración de los ciclos naturales, para poder encontrar algo de certeza sobre lo que se viene denunciando. “Vos decime cómo podemos encontrar una respuesta lógica cuando se aproxima una gran tormenta que está a punto de precipitar y que rune todas las características climáticas, altura y el propio olor que genera, y sin embargo no cae una sola gota. Claro, aquellos que estamos alerta de esta problemática, pudimos percatarnos que tres días antes aumentó el tráfico aéreo dejando estelas persistentes a través de estos químicos que van tocando las nubes para diseminarlas, las van desgajando y quitándoles la humedad, ya que parte de lo que tiran son químicos disecantes. La realidad es concreta, están interviniendo el cielo a diestra y siniestra, responsabilizando de todo al cambio climático. No quieren profundizar el debate sobre la geoingeniería, ya que esta se propone como un parche tecnológico que se manifiesta a través de un desbarajuste que mencionamos y denunciamos”.