La Iglesia publicó un documento que se titula, «El Dios de la Vida y del Amor Humano» y expresa el pensamiento de la Iglesia y su mirada sobre la educación sexual, entre otros temas.

«Con aquellas personas que poseen otra comprensión del ser humano, de la pareja humana y del mundo, estamos dispuestos a dialogar y a valorarlos en las diferencias y buscar en conjunto una convivencia en la libertad, la pluralidad, la humildad y el respeto al que opina distinto», sostuvo la Comisión Episcopal para la Vida, los Laicos y la Familia (Cevilaf).

Se trata de un documento que señala, además, que frente a las nuevas circunstancias en que se desarrolla una cultura que «ya no se inspira en los valores del Evangelio», sino que prescinde de él, la Cevilaf considera necesario «decir una palabra que ilumine estas realidades de enorme importancia para la persona, la familia y la sociedad».

La presentación se realizó en la sede de la Conferencia Episcopal Argentina y estuvo a cargo de su presidente, monseñor Oscar Vicente Ojea, y del titular de la Comisión que elaboró el texto, monseñor Pedro María Laxague, obispo de Zárate-Campana.

La Iglesia resaltó la importancia de «contribuir a una auténtica cultura del encuentro, de la vida y del amor humano, junto con todos los que estén abiertos a una intercomunicación personal y pluralista, y buscan sinceramente el bien de todos, sin marginar ni excluir a nadie».

Sostuvo que «son cada vez más frecuentes las expresiones, movimientos y asociaciones que defienden, cuidan y promueven la vida de la madre y del niño que se gesta en su seno».

«Al mismo tiempo, hay una mayor conciencia de la importancia de una educación integral de la sexualidad que la vincule estrechamente con el amor, la libertad y responsabilidad», señala el documento.

Calificó de «desorientación antropológica» a la que «tiende a cancelar las diferencias entre el hombre y la mujer, consideradas como simples efectos de un condicionamiento histórico-cultural, estructurándose como pensamiento único y clausurado a un diálogo abierto y plural y, por lo tanto, excluyendo el encuentro».

Por otra parte, manifiesta su preocupación por «cómo se incrementan las esclavitudes que claman a Dios: la violencia en todas sus formas; la trata de personas, la explotación de los débiles, los vulnerables y empobrecidos (especialmente niños, mujeres y ancianos); las prácticas abortivas y la anticoncepción». Así como «la degradación de los vínculos interpersonales y la violencia doméstica, especialmente sobre la mujer; las adicciones a las drogas y a la pornografía, la indiferencia», indicó.