MIéRCOLES, 27 DE NOV

La experiencia misionera de Marcelo Ciavatti en África

El religioso llegó a África en los años 90, su destino Angola, allí permaneció más de 20 años, tuvo la posibilidad de ver la riqueza del pueblo africano de cerca y conocer el desastre y la guerra. 

Marcelo Ciavatti, hijo mayor de diez hermanos, nació y vivió en la zona norte de Rosario. Su familia buscó educarlo de  la mejor manera y con sus hermanos varones ingresó en el colegio San José donde conoció a Don Bosco y su dimensión universal. A medida que fue conociendo el sueño de  congregación salesiana de ayudar a los jovenes más pobres del mundo, le surgió el deseo de ponerse al servicio de ese proyecto cuando apenas tenia 18 años.

¿De los más de 20 años que pasó en Angola que es lo que rescata del pueblo africano?

Yo después de 20 años de estar en África lo que me sorprende es que son sobrevivientes, y si están vivos es porque han aprendido a soportar un conjunto de sufrimientos, externos e internos. Y lo han hecho con una gran alegría, el pueblo africano tiene un deseo de vivir, de bailar de cantar. Ir a África es sacarse la venda y los estereotipos que vemos de África que son todos negativos y quedarse sorprendido por la alegría de los niños, por la belleza de la naturaleza, por el recibimiento de la gente, por la manera en que comparten sus bienes, como se ayudan en sus familias. La manera en que el pueblo africano enfrenta, los dolores, los sufrimientos, las enfermedades, los desastres todo eso nos da lecciones.
Destaco el mundo rico interior y espiritual que tienen, que también les juega una mala pasada cuando está cargado de fantasmas, de brujos, de miedos. Y el potencial enorme cuando ese mundo interior está cargado de espiritualidad, de amor, de conexión con el mundo invisible, confiar en la fuerza de naturaleza, de los antepasados, de Dios. Como cualquier ser humano tienen su mundo y el de ellos es muy especial y nos ofrecen su visión y en el compartir del nuestro se produce el intercambio.
Estar dos o tres horas con ellos en misa, cantando y danzando y ofrecerle a Dios no monedas y billetes sino frutos de la naturaleza, es algo maravilloso.
Nosotros que tenemos una mentalidad productiva, colonial tenemos mucho que aprender del pueblo africano. Querer enseñarles a usufructuar la naturaleza cuando ellos viven en armonía con las cosas, con los animales con las plantas no tiene ningún sentido».

¿Qué es lo que compartimos con la cultura africana?

Contrariamente a lo que podríamos pensar uno redescubre lejos de casa sus valores culturales, que tienen muchos puntos de contacto con el africano, como es todavía el valor de la familia, lo que nosotros llamamos gauchada, el hecho de tener un corazón sensible por el sufrimiento del otro, el no poder estar bien sólo y la necesidad de compartir el bien que tenemos es algo que tenemos en común. El argentino tiene esa tendencia a compartir lo que sabe, lo que tiene su buena nueva, su fe.
Cuando uno lo vive de esa manera en una cultura diferente, te das cuenta de que somos iguales con matices diferentes y eso te sorprende.

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