El demonio es real, no es sólo una representación del mal y tampoco es otro dios, sino una criatura creada por Dios. Sin embargo, algunos modernistas descreen que exista y llegan a decir que Jesús habló del demonio condicionado por las creencias del tiempo en que vivió. Lo que es falso, porque Jesús pensó, habló y actuó siempre con libertad respecto a los condicionamientos de su tiempo. Lo que sucede es que satanás es el padre de la mentira, miente, confunde, para que creamos que tiene más poder.

Pero la realidad es que es una pobre criatura a la que Dios castigó disociando su personalidad de una manera terrible, y terminará en el infierno.

El demonio no es el dios malo que se opone al dios bueno. Es un error exagerar su importancia tanto como suponer que tiene el rango de divinidad. Los demonios son seres que tienen una raíz de bien recibida de Dios, pero que fue radicalmente distorsionada por un acto libre, que los colocó irrevocablemente en una posición de rebelión contra Él.

Satanás no es más que una criatura, poderosa porque es un espíritu puro, pero como criatura no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Pero en la Biblia y en la Tradición, satanás no es una pieza secundaria que pueda ser eliminada, sino un elemento clave del misterio del mal. Seguir a Jesucristo implica renunciar a satanás como se hace en el bautismo. Y es necesario hablar del demonio en nuestro tiempo porque si no, no viviríamos en la verdad. Lo correcto es prevenirse del demonio sin exagerar ni despreciarlo.

El maligno quiere pasar desapercibido, pero hay un rasgo que lo delata; la mentira, torcer la verdad, invertir la realidad. Y esto no solo es parte de su estrategia sino posiblemente parte de su personalidad luego del castigo de Dios por su rebelión. Por ejemplo, cuando se ven ciertas barbaridades hechas con una increíble maldad, allí el maligno está presente.

O cuando se establecen políticas sin aparente maldad, pero tienen efectos devastadores, como políticas que destruyen las familias, que destruyen psicológicamente a las personas, la ruptura de amistades, etc. También cuando cunde la desesperanza. O por ejemplo cuando se trastoca la vocación sobrenatural de la Iglesia reduciéndola a una ONG, que ya no habla de la salvación o la condenación.

O cuando se diluye la religiosidad por una vaga espiritualidad como la de la New Age. O cuando lo malo se vuelve bueno de la noche a la mañana y lo malo se transforma en bueno. Para combatirlo eficazmente debemos identificarlo correctamente. Aparece en la Biblia como el Diablo, el Demonio, el Acusador, el Enemigo, el Tentador, el Maligno, el Asesino desde el principio, el Padre de la mentira, el Príncipe de este mundo, la Serpiente. O con nombres propios como Lucifer, Satanás, Belcebú, Moloc.

Satanás ha sido retratado como un ángel que se rebeló contra Dios, arrojado del cielo, la serpiente que tentó a Eva. Y es llamado el gobernante de los demonios, y gobernante de este mundo, en el Nuevo Testamento.

El nombre de Lucifer se usa para representar al ángel caído, ejemplo de belleza y sabiduría, a quien la soberbia condujo a la oscuridad. Incluso algunos grupos, como los masones, lo identifican como el ángel que vino a traer la luz a la Tierra. Pero lo cierto es que Lucifer fue el jefe de la revuelta del tercio de los ángeles contra Dios antes de su caída, y tomó el nombre de satanás tras su caída. En la simbología cristiana, las estrellas representan a las naturalezas angélicas, la luna a la Virgen María, y el sol a Jesucristo.

En el primer día de la creación, Dios separó la luz de las tinieblas, la luz representaría la separación de los ángeles buenos, mientras que la noche la defección de los ángeles rebeldes. Por eso Satanás no es otro que Lucifer, la primera estrella que anuncia la noche, la primera defección que apareció en el cielo. Y su objetivo es seducir con mentiras a todo el mundo y hacer la guerra a aquellos que guardan los mandamientos de Dios.

Los exorcistas lo tienen muy claro y se han encontrado con diversos nombres de demonios poseyendo a personas, pero que en realidad se trata del mismo demonio. Por ejemplo, a veces el demonio más poderoso se hace llamar Belcebú, otras veces Satanás y otras veces Lucifer. Y lo más llamativo es que los mismos exorcistas dicen que Satanás, Belcebú y Lucifer se manifiestan de manera diferente, por eso algunos de ellos piensan que en realidad son demonios diferentes.

Pero, ¿cómo pueden existir todas estas identidades dentro de una misma persona? ¿Y por qué? Belcebú le dijo al Padre Chad Ripperger en un exorcismo, “soy la inversión del Espíritu Santo”. Entonces Ripperger pensó, que si había una inversión del Espíritu Santo, también otros demonios debían ser la inversión de las otras dos personas de la Santísima Trinidad. Y preguntó, «¿Es Lucifer la segunda personalidad de Satanás, la inversión de Cristo, que es luz, porque Lucifer significa ‘portador de luz’»?. Y él dijo que sí.

Y entonces el Padre Ripperger le preguntó si la Primera Personalidad de Satanás es una inversión de Dios Padre, porque Satanás es llamado ‘el padre de la mentira’, y también contestó que sí.

Ripperger dudó de esto y entonces se puso en oración preguntando a Nuestra Señora de los Dolores, «¿Qué está pasando?»Y entonces le vino a su mente preguntarle a Belcebú «¿Fue la trifurcación de tu personalidad el castigo por querer ser Dios?». Y después de varias dilaciones al final confesó, «Sí, lo fue».

De modo que Dios dividió la personalidad del demonio como terrible castigo. Y esto explicaría las alucinaciones, típicas de la disociación de la personalidad en los humanos, que los exorcistas han visto en los demonios, por ejemplo cuando festejan que están ganando la batalla contra Dios, incluso cuando los expulsan de un poseso.

Lo que también refuerza la mentira que quieren hacer creer, que las distintas personalidades que le fueron creadas por castigo de Dios, reflejan su poder de constituir un remedo de la Santísima Trinidad, pero impía.

La realidad es que Dios partió al diablo en tres pedazos como castigo. Satanás, el Padre de la Mentira, es la inversión de Dios Padre.

Lucifer, el «portador de luz», es la inversión de Dios Hijo, que es la «Luz del Mundo. Y Belcebú, «señor de las moscas», es la inversión de Dios el Espíritu Santo, quien a menudo se representa como una paloma. Esto demuestra que Lucifer es el mismo satanás aunque lo nieguen los masones y otras sectas.

Fuente: forodelavirgen.org