Por Alejandro Maidana

«En la naturaleza, no hay castigos ni premios, sólo consecuencias», proverbio chino.

Sobrevivir de la manera menos nociva parece ser la única alternativa con la que cuentan los habitantes del cordón industrial. Empresas de diferentes tamaños y tratamientos parecen cercar cada día más la calidad de vida de aquellos que luchan por no naturalizar el flagelo de la contaminación.

Hace pocos días el “Tribunal Internacional Monsanto”, conformado por cinco prestigiosos jueces de diferentes países que analizaron el testimonio de más de 30 personas, concluyó tras un simulacro de juicio en La Haya que la empresa estadounidense de biotecnología es responsable de “ecocidio”. Si bien su decisión no tiene implicancias penales, se espera que la prueba sanitaria y jurídica producida impulse procesos penales.

Cabe destacar que esto no hubiese sido posible sin la lucha de ciudadanos de todo el mundo que, alertados por esta amenaza, decidieron darle batalla. En Santa Fe, sumado a la problemática de las fumigaciones con químicos, se levantan aquellas empresas que castigan las aguas del majestuoso Paraná y hacen que el aire se torne, por momentos, casi irrespirable.

“Vecinos Autoconvocados por la Vida” es el formato que ciudadanos de diferentes pueblos y ciudades le dieron a un grupo de investigación y activación. Los mismos, en diálogo con Conclusión, acercaron sus últimas inquietudes.

“Sumado a las denuncias que hemos llevado adelante en contra de Pelco S.A por la quema de residuos peligrosos, apareció una nueva preocupación que nos lleva hacia Solomb S.R.L, que es una planta piloto generadora de Biogas. Si bien esta empresa logró ser habilitada por la Secretaría de Medio Ambiente, la misma habilitación avalaba el tratamiento de residuos con alta carga orgánica. Debemos decir que esto claramente se viola ya que aparecen residuos sólidos y líquidos inorgánicos, como escorias, cenizas de residuos peligrosos, metales, chatarra, lodo de lavado de gases, entre muchísimos otros que conforman un cóctel contaminante” afirmaron.

 

Los piletones en los cuales se tratan los residuos son dejados al descubierto por la noche debido a su alto grado de combustibilidad, y es ahí donde surge el primer inconveniente. “Estos piletones, al quedar a cielo abierto, emanan gases de efecto invernadero que tornan irrespirable el aire que debemos consumir los vecinos. O sea que monóxido de carbono, dióxido de carbono y de nitrógeno es lo que se libera al ambiente y llega a nuestros pulmones. La planta de tratado se encuentra alejada del pueblo pero es increíble como los malos olores nos invaden”, apuntaron.

Las descargas de los efluentes supuestamente tratados al río Paraná, son una lógica que se desprenden de todas las empresas que se afincan en esta parte de la provincia. En un informe realizado por este medio, se dejaba en claro la enorme agresión que sufre el lecho de uno de los cursos de agua más importantes de América.

Sobre ese tema tan álgido los vecinos autoconvocados también dejaron su postura: “Cuando se habla de residuos tratados, los mismos no deberían presentar colores diversos como los que pudimos captar del caño de descarga que tiene Solamb S.R.L. Es evidente que no hay control alguno sobre esto, y como frutilla del postre existe la posibilidad concreta de que en un futuro no muy lejano pueda desembarcar un empresa mexicana que trata residuos urbanos. Una locura”.

La pelea digna de aquellos que pretenden frenar la expropiación de las barrancas para beneficiar a los poderosos no cesa. La discusión para conservar esas bajadas al río, para no dejar de amigarse con ese paisano repleto de remansos, no claudicará.

“El Paraná no se toca”, grita un pescador por allá. “Estos inescrupulosos algún día nos dejarán de contaminar” arrima su queja una vecina entrada en edad. Lo cierto y concreto es que la calidad de vida, no se puede negociar.