Por Alejandro Maidana

El proceso de llegada de la población esclavizada al Río de la Plata se inscribe dentro de un proceso más general denominado «La Gran Trata Atlántica», que se extendió entre los siglos XVI y XIX (pese a que es difícil ponerle un fin, pues a pesar de la abolición el negocio continuó), donde desde África llegarían a América alrededor de 10 millones de personas vivas esclavizadas.

Fueron esos negros los que nutrieron con su sangre y sacrificio a los ejércitos libertadores, San Martín reconocería el valor de sus tropas negras y también el ambiente racista de la época ya que no logró unir los batallones negros con los de los mulatos y blancos. Los negros esclavos morirían en la lucha por la Independencia, «por separado», es decir, en riguroso «apartheid».

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Desde ese momento y gracias a la hegemonía blanca, la pluma dominante contaría su historia a imagen y semejanza de los intereses de la época, si bien en los libros de historia actual, la negritud sigue ocupando un lugar insignificante en los márgenes de aquellos sucesos que siguen atravesándonos como sociedad.

La negación como fenómeno racial moderno, las élites dominantes tienen una responsabilidad enorme en la reproducción del racismo a nivel social para mantenerse en el poder y conservar su status. Las voces <negras> siguen gritando su dolor y socializando su resistencia, la negritud sigue su camino digno en búsqueda de visibilizar siglos de destrato y deshumanización.

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Con la firme intención de mantener viva la llama de la memoria, Conclusión dialogó con Soledad Luis, guía turística de la ciudad de Chascomús y descendiente de afroamericanos. Una imprescindible charla sobre aquellas raíces negras que siguen vigentes gracias a una Capilla que guarda un sinfín de historias y vivencias.

En Chascomús, un maravilloso lugar distante a poco más de 400 km de la ciudad de Rosario, los primeros afros llegaron para darle vida a la creación del pueblo allá en 1779, ya que llegarían negros esclavos para la mano de obra que perseguiría tal fin. “Este lugar se crea por una cuestión política del virrey que trataba de hacer líneas de fronteras, así la llamaban, para llevar adelante la lucha contra los indígenas que ocupaban estas tierras, y lo que hacían era ir fundado fuertes y fortines siempre al lado de algún límite natural, ya sea el río o lagunas. El anterior fuerte al creado aquí, se encontraba en la Bahía de Samborombón, que hoy es el puente que se encuentra pasando el peaje que nos separa de Brandsen y La Plata”.

Siguiendo con esta línea de ir poblando más al sur, se llega hasta el otro límite natural que es el río Salado, una frontera natural con Castelli y Guerrero, y toda esa zona. “La milicia a cargo se denominaba «Los Blandengues», y estaba a cargo de Pedro Nicolás Escribano que es quién funda nuestra ciudad. Allí se traen negros que se encontraban esclavos dentro de la milicia, algunos de ellos presos y la milicia propiamente dicha, esos fueron los primeros negros que llegaron acá con la idea de aquellos fortines, arribaban con sus familias para ir asentándolos en la conformación de un pueblo”.

Avanzando en el tiempo, y teniendo en cuenta que Chascomús es una ciudad que cuenta con mucho campo, en la zona pampeana, la zona deprimida del Salado, eran muy comunes las haciendas, el sembradío y la cría de animales que abastecía a la gran urbe, Capital Federal. “Todos aquellos ricos hacendados tenían sus estancias acá, estos mismos hacendados eran los que viajaban a la zona del puerto (Barracas, La Boca o Parque Lezama) a comprar en los tablados a negros esclavos para los quehaceres domésticos, mientras que otros eran trasladados a los campos, si bien esto último no era tan común. Cabe destacar que en su gran mayoría eran niños con sus madres y jóvenes.”.

Cuando el hacendado compraba al negro, lo bautizaba en la Iglesia y le ponía su apellido, no para que fuera parte de su familia, sino para denotar propiedad para con el negro.

Así es como llegan, en cuanto al desarrollo, primero con la libertad de vientres y luego en 1860 con la declaratoria que abolía la esclavitud en una indispensable reforma de la Constitución, muchos de los negros que eran esclavos pasaron a ser propietarios de muchos terrenos y casas. “Esto sucedía ya que cuando el hacendado compraba al negro, lo bautizaba en la Iglesia y le ponía su apellido, no para que fuera parte de su familia, sino para denotar propiedad para con el negro. Entonces cuando el esclavo ya no les servía más por la edad o alguna enfermedad, podían ser vendidos por su <propietario> a otras familias para otro tipo de tareas. Pero que pasa, cuando estos <amos> ya no estaban, heredaban los negros, entonces toda la zona de la primer poblada de Chascomús alrededor de la plaza principal la que hoy llamamos <El casco histórico> hacia la laguna, habían quedado en su mayoría para los negros”.

Muchos ya libertos tenían distintos trabajos, algunos eran artesanos, otros boticarios y choferes, pero todos tenían alguna labor o tarea. “Así fue como la comunidad negra en Chascomús se fue desarrollando, a la par de la ciudad y del pueblo. Fueron muy destacados por sus bailes, por sus candombes que se producían precisamente a una cuadra, cuadra y media del casco histórico, ya que allí vivía una mujer negra, Rosa Gorostizú,  que fue esclava del cura párroco, ésta al heredar la casa del mismo, ese lugar se convertiría en el sitio de reunión y bailes. Ya para los 60, cuando ellos quedan libertos, avanzan en la consolidación de una hermandad que denominaron «Bayombé de Invenza», institucionalizándose para poder pedirle a las autoridades de esos momentos, los jueces de paz, un solar, unos terrenos cerca de la laguna lo que hoy es «La Capilla de los negros»; este documento original se encuentra en el archivo histórico de Chascomús. Es preciso destacar que a los 10 meses se les otorga este terreno y ellos construyen la Capilla, no como la actual, pero si rectangular, con luz a velas, el piso de tierra, toda hecha con ladrillos de adobe. Allí se juntaban particularmente los días domingos para practicar el candombe y de esa manera poder participar de los carnavales de la ciudad. Ellos allí practicaban las coreografías, armaban la ropa con las cosas que la gente les donaba, y así es como van participando. La costumbre era esa, juntarse todos los domingos a comer, fumar su tabaco en hoja y compartir las experiencias de la semana”.

En Chascomús la Capilla se encuentra en el circuito turístico cultural, dentro de la misma se han hecho infinidades de cosas. 

Quién lideraba a la «negrada» en ese momento, era Luciano Alsina, tatarabuelo de Soledad Luis. “Luciano había sido comprado por la familia Alsina junto a su madre cuando tenía 8 años, así es como llega a Chascomús. Él era el más grande y por eso estaba a cargo de la «negrada» como se la llamaba, y era el quién llevaba adelante las comparsas, de hecho los  nombres eran «Los negros alegres», «Los negros de Alsina» y «Los negros de la primavera», si bien iban mutando su nombre. Esta costumbre siguió por un tiempo hasta que Luciano Alsina murió, se hizo cargo por un tiempo su hija Etelvina, y cuando mi abuela cumplió 18 años en 1910/1912 aproximadamente, se hace cargo del lugar. Ella comienza a pagar los impuestos de estos terrenos, y si bien los negros ya no se juntaban tanto, ella siguió cuidando del lugar construyendo su casa familiar en la parte de atrás de la Capilla”.

En 1945 y después de haber pasado bastante tiempo de estos sistemas treintañales de ir pagando los impuestos, se hace propietaria de los terrenos de la Capilla. Ella siguió cuidando del lugar, se desarrolló, tuvo 10 hijos, se casó con un español que la ayudó mucho si bien fue ella quién se encargaba de todo. “Su nombre era Eloísa González Soler, y Luis era el apellido de mi abuelo, ella en 1950 abre la Capilla para conseguir plata para las velas de sus santos, la gente comenzó a venir, ella los esperaba y les contaba los cuentos de las comparsas inspirada en su abuelo mientras que quienes se acercaban le convidaban mate de leche, se armaba una comunión muy importante. Frente a la Capilla había unos terrenos en los que hoy se encuentra la feria de artesanos, en donde los chicos jugaban a la pelota y Eloísa siempre los atendía ya sea para convidarlos con agua como para darles refugio en caso que apareciera la lluvia”.

Mi abuela salió solo una vez de Chascomús, y fue para visitarlo a «Raulito» como le decíamos nosotras a Alfonsín.

La Capilla en 1950 debido a un fuerte ciclón, sufre la caída de una pared, siendo la gente de Chascomús quién auxilia a Eloísa a levantar nuevamente la misma. “Al poco tiempo la Capilla se convirtió en un lugar donde la gente acercaba estampitas, promesas y recuerdos entre otras cosas que hoy se encuentran dentro del lugar. La mayoría eran ofrendas religiosas, y de ahí surge el nombre de <Capilla de los negros>, ya que las mismas personas se apropian para denominarlo de alguna forma de este lugar, de Eloísa, de la historia misma. El lugar se hizo muy conocido y todo esto acompañado por la personalidad de mi abuela, cuando el edificio cumple 100 años en 1962, es nombrado Monumento Histórico Nacional por su estructura edilicia y el aporte cultural afro, ya que no hay en el país una construcción así levantada por negros esclavos y libertos”.

En el 2010 la Capilla pasa a estar dentro del programa «La ruta del esclavo», esto pertenece a la Unesco y lo que busca es visibilizar la gran trata negrera que hubo en África hasta la llegada a las Américas, convirtiéndose de esta forma en uno de los cuatro sitios de memoria que tiene el país. “Junto a la Capilla de los negros están las iglesias de Córdoba (Alta Gracia), que aparte de haberla levantado Jesuitas, también la hicieron los negros, la ciudad de Buenos Aires donde se encuentra el puerto donde se vendía y compraba al negro como pieza de indias, y el tango y la milonga como instituciones musicales de raigambre negra. En Chascomús la Capilla se encuentra en el circuito turístico cultural, dentro de la misma se han hecho infinidades de cosas, en 1880 aproximadamente, mientras estaba la epidemia de fiebre amarilla y de cólera, se utilizó como lazareto (instalación sanitaria). En la actualidad hay talleres, gracias a su acústica la gente del coro mixto practica en la misma, también lo hace la orquesta escuela de Chasmocús, en definitiva, son muchas las actividades que se realizan. Mi abuela fallece en 1990 y se hace cargo su hijo Antonio, hasta el 2015 en donde nos hacemos cargo tanto los nietos como los bisnietos de Eloísa y que le dimos una vueltita de rosca, si bien seguimos adelante con la comunión con la gente en general y no solo con los negros, avanzamos desde lo educativo. Creemos que a través de la educación podemos conseguir la libertad, podemos elegir, podemos razonar y decidir, en definitiva tiene que ver con el objetivo en el cual se fundó”.

Un sendero que busca sembrar conciencia, un camino que persigue mantener viva la memoria de aquellas y aquellos que siguen trascendiendo gracias al trabajo de Soledad Luis y su familia. “Yo trabajo en la Secretaría de Turismo, pero todo lo que realizo tiene que ver con mis raíces, para Chascomús la Capilla es un estandarte muy importante. Más allá de mí trabajo privado como guía turística, mi camino está centrado en visibilizar todo el aporte cultural afro en estas tierras que es mucho y sumamente importante. De hecho hace tres años pedí que se conmemore el día del «afro chascomunense» al Concejo Deliberante de la ciudad, lo que fue aceptado de manera unánime quedando institucionalizado el 25 de junio en homenaje al día de nacimiento de mi abuela”.

Yo siempre digo que nuestros antepasados no fueron inmigrantes afros, como los caboverdianos, los cameruneses o senegaleses, fueron extraídos de algún lugar de África que desconocemos. 

Raúl Alfonsín es otro de los íconos de este lugar, incluso es padrino de una de las hermanas de Soledad, como dato saliente cuando le tocó ser presidente, le mandó una combi a su abuela para que pueda conocer la Casa Rosada. “Mi abuela salió solo una vez de Chascomús, y fue para visitarlo a <Raulito> como le decíamos nosotras. Con respecto a la negritud en este lugar, no tenemos más allá de la Capilla otro punto de reunión, como si sucede en Buenos Aires, Córdoba o Santiago del Estero. La realidad es que nuestros antepasados fueron uno de los primeros en llegar a este país, y tiene mucho que ver con las características de nuestro pueblo y su historia. Se saben afro, se sienten afro, pero no hay un asentamiento activo de todo esto como si sucede en otras partes del país con distintas asociaciones”.

La dignificante tarea de hacer visible la presencia negra en nuestro país e ir contra los libros que la han negado, como el Facundo por ejemplo, sigue firme y resiliente.” Yo siempre digo que nuestros antepasados no fueron inmigrantes afros, como los caboverdianos, los cameruneses o senegaleses, nuestros antepasados fueron extraídos de algún lugar de África que desconocemos, si bien muchos se decían caboverdianos porque era el último punto que se tocaba, ya que allí había un puerto desde donde salían los barcos negreros hacia las Américas. Aparte de ser cazados por los colonizadores, eran entregados por otras tribus violentas que accionaban de esa manera con los más débiles, de allí el término de afrodescendientes, ya que no tenemos un lugar concreto.